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Lula vs. Bolsonaro: ¿Qué se juega Brasil con su voto en las presidenciales?

Hambre, pobreza, inflación y desestabilización de la democracia son algunos de los puntos álgidos sobre la mesa de los comicios de este domingo, marcados por la polarización social y política.

Los brasileños deberán elegir hoy mucho más que un presidente que lleve las riendas del país. Las votaciones pondrán sobre la mesa varios puntos álgidos del futuro de Brasil, que atraviesa una situación crítica en varios aspectos, especialmente económicos y sociales, y cuyo remedio estará en el manejo que el nuevo mandatario de a problemáticas como el hambre, la pobreza, la estabilidad de la democracia y la protección y preservación de la Amazonía.

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El presidente Jair Bolsonaro y el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva son las dos caras fuertes de la contienda, que de manera inédita enfrenta a un mandatario que busca su reelección, con un expresidente que quiere volver a dirigir el país. Ambos son polos casi que opuestos, que reflejan la misma división en la que se encuentra el país, que en las encuestas más recientes le daba la victoria a Lula, pero todavía sin claridad de si sería en una aplastante primera vuelta.

“Estas elecciones que vamos a tener este domingo realmente son las más importantes de las últimas décadas en Brasil por muchos motivos, uno de ellos es que desde la democratización y desde cuando es posible reelegir al presidente, es la primera vez que el actual mandatario (Bolsonaro), no está en las encuestas en primer lugar; eso no tiene precedente”, explicó a EL HERALDO Rafael Mota, doctor en derecho constitucional y profesor de la Universidad de Fortaleza, Brasil.

De acuerdo con el experto, a esta situación se llegó precisamente por esa polarización que vive la sociedad brasileña producto, por una parte, de “un gobierno de extrema derecha, que legítimamente electo sin dudas en 2018, hizo un gobierno dirigido a los grupos que le daban sustentación como los cristianos evangélicos, parte de las Fuerzas Militares y parte de las fuerzas policiales, pero que tuvo problemas gravísimos como la conducción de la pandemia y la desatención a grupos vulnerables; y por la otra, a la desconfianza en un expresidente (Lula) que hizo parte y estuvo preso por uno de los mayores escándalos de corrupción de América Latina”.

Lula gobernó el país del año 2003 hasta el 2011. Efe

En ese sentido, Brasil se la juega por un mandatario que busque un balance entre los distintos grupos sociales, pero que a su vez dé prioridad a las necesidades más profundas de los brasileños, que pasan por la garantía de sus derechos fundamentales, y que implican erradicar el hambre, la pobreza extrema y la crisis económica, hasta el respeto por la democracia, que ha sido fuertemente desestabilizada por cuenta de los señalamientos de fraude que ha realizado Bolsonaro insistentemente.

“Brasil se está jugando la democracia. Lo que ha pasado con Bolsonaro es muy grave: ha amenazado con cerrar el Congreso; ha intimidado a jueces; ha tenido manifestaciones claramente racistas, machistas, y misóginas; ha hablado de fraude siendo él presidente, y todo con la bandera del discurso contra la corrupción que viene siendo el mismo libreto de Donald Trump en Estados unidos”, indicó a este medio Mauricio Jaramillo, profesor de la Facultad de Estudios Internacionales Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario. 

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Con Jaramillo coincide Rómulo Leitão, doctor en derecho constitucional y profesor de la Universidad de Fortaleza, en Brasil. Según él, “desde 2019, aunque fue elegido, el presidente Bolsonaro ha estado poniendo duda de la fiabilidad de las máquinas de voto electrónico y continuó la campaña 2022 con un ambiente de difusión de fake news y actos de violencia de votantes”.
Por ello, para Leitão, lo más importante es que “los candidatos acepten la decisión del votante capturada por máquinas de votación electrónica, que desde 1996 han demostrado un alto grado de confiabilidad y velocidad de cálculo”.

“La expectativa está en retomar un ambiente democrático y de respeto por las diferencias, después de un largo invierno de diez años; o dicho de otra manera: que octubre de 2022 represente el cierre de un ciclo de contestación de resultados electorales, golpes parlamentarios, presidentes con poca legitimidad, actuación impropia de jueces que se convirtieron en ministros del candidato ganador y violencia política”, finalizó.

'Hoy el país no es el mismo'

Cleyton Monte, politólogo brasileño y profesor universitario e investigador de la Universidad Federal de Ceará, explicó a EL HERALDO que de llegar Lula da Silva al poder  “enfrentará un Congreso Nacional más conservador, una profunda crisis económica y una oposición fortalecida”. 

A su juicio, la inversión extranjera no se verá afectada, pues "el mercado nacional e internacional ya ha señalado la proximidad de un futuro gobierno". 

Teniendo en cuenta que las encuestas apuntan a que Lula salga victorioso este domingo, el analista político señaló que para conquistar la presidencia "Lula necesita dialogar más allá de la izquierda", y precisamente "eso es lo que ha estado haciendo: formar un frente democrático de centroizquierda". 

Por su parte, para Vanessa Cárdenas, coordinadora de la Licenciatura de Relaciones Internacionales de la Universidad Anáhuac Mayab de México “Hoy en día Lula goza de expectativas por su período de bonanza, en el que además tenía una conexión con otras izquierdas en el continente, en esta ocasión se repite esa situación debido a que si él gana pues las siete economías más fuertes de América Latina están en manos de la izquierda. Sin embargo, hoy la situación es diferente por la crisis económica que se vive y por la inflación. Además, el problema de la recesión que enfrenta China está impactando directamente a sus socios comerciales latinoamericanos, entre ellos Brasil”. 

Según Cárdenas, esto hace que no haya recursos suficientes para implantar todas las reformas para los programas sociales que se plantearon en aquel momento y que hoy ha propuesto Lula, como el incremento al bono familiar, el apoyo al desempleo, a las familias con hijos, que en el momento en que él articule y eche en marcha estos proyectos impactarían de manera negativa a las ya afectadas finanzas públicas que tiene hoy Brasil y a la desconfianza entre los inversionistas extranjeros que ha ido creciendo en los últimos años.

“No solo el problema económico para cumplir con estos proyectos se va a exacerbar, sino que también vamos a ver una especie de sensación que se vive también en varios países de América de Latina de desencanto ante tantas expectativas puestas en este candidato, y lo vemos en otros países donde la popularidad, a excepción de México, de los líderes de izquierda ha bajado mucho con respecto a la que tenían cuando fueron electos”, indicó.

Así mismo, reconoció que una gran parte de Brasil está virando hacia la izquierda y específicamente hacia las políticas de Lula Da Silva "por el amplio frente que se creó (a favor de la izquierda) y por los pésimos índices sociales y económicos del gobierno de Bolsonaro".

“El tema de la democracia es importante. Acusando de un autoritarismo al gobierno de Bolsonaro, Lula también se presenta como un defensor de la democracia, pero este tipo de democracia a la que Brasil accedería es un retroceso y marcaría el regreso a la democracia de la época de 2003, que era imperfecta y que sí avanzó en cierta forma a través de la institucionalidad en Brasil. Además, todavía hay un sector, sobre todo los empresarios, que pesar de sus esfuerzos en la campaña para generar confianza económica, no confían en él. También la población busca una renovación generacional que no se ha llevado a cabo en Brasil”, finalizó. 

De igual forma, Ana Mauad, directora de la carrera de  Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, indicó que “si Lula llega al poder y cumple con su propuesta de campaña, se podría esperar una normalización del Estado brasileño, un gobierno más predilecto de lo que fue Bolsonaro y Lula tendría la intención de restablecer la economía, los programa sociales y la imagen de Brasil en el exterior. Iniciaría una política ambiental más sustancial y preservar zonas indispensables para el país como la Amazonía”.

Bolsonaro empezó su mandato en el año 2019. Efe
Una década de convulsión

Rómulo Leitão, doctor en derecho constitucional y profesor de la Universidad de Fortaleza, explica que “Brasil viene de un período de 10 años de convulsión, que empezó con las movilizaciones del año 2013, cuando miles salieron a las calles para protestar por el aumento de la tarifa en el transporte público”.

Luego sucedió la reelección de Dilma Roussef en 2014, “cuyo resultado fue impugnado por el candidato derrotado Aecio Neves. En 2016, la articulación entre el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, y el presidente Michel Temer, ambos del PMDB, desencadenó un proceso de juicio político/golpe parlamentario que destituye a Roussef”.

“La presidencia de Temer estuvo marcada por la baja popularidad y los escándalos de corrupción que llevaron al Ministerio Público de la Federación a proponer dos acciones penales contra el presidente por delitos cometidos en el ejercicio del mandato, ambos suspendidos por Cámara. La sucesión presidencial de 2018, cuyo liderazgo en las encuestas apuntaba a la elección del expresidente Lula, contó con la injerencia del exjuez Sérgio Moro, que decretó la detención del candidato y permitió el ascenso del diputado ultraderechista Jair Bolsonaro al poder”

Con la anulación del proceso contra el ex presidente Lula en la Corte Suprema Federal y su rehabilitación política, las elecciones de 2022 vienen con una expectativa inédita que el titular, si no es reelegido, no puede aceptar la voluntad del votante expresada en máquinas de votación electrónica..

Efe
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