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Los croatas celebrando su clasificación a la final del Mundial de Rusia 2018. AFP
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Los vecinos de la finalista Croacia, entre la admiración y la nostalgia

Las naciones de la antigua Yugoslavia siguen atentamente la hazaña croata. 

Los países de la extinta Yugoslavia siguen con especial atención la epopeya croata en el Mundial de fútbol, entre la admiración por lo que están consiguiendo sus vecinos, clasificados a la final del domingo, y un punto de nostalgia por aquella selección común del pasado, que nunca pudo llegar tan alto.

Antes de cada competición, son frecuentes las voces de aficionados que añoran a aquellos "brasileños de Europa" de la selección yugoslava: "Ah... Si Yugoslavia fuera un país, ¡imaginad qué equipo de ensueño tendríamos!", es un comentario que se escucha de manera regular.

Pero lo cierto es que Croacia ha demostrado en el Mundial de Rusia-2018 que se basta ella sola y ha conseguido alcanzar una final del Mundial, algo que nunca pudo Yugoslavia.

Si hay un hombre que encarna el fútbol y el sueño multicultural yugoslavo es Ivica Osim, de 77 años y último seleccionador antes de la explosión del país fundado por Tito.

Dirigió al equipo yugoslavo en el Mundial de Italia-1990, donde una gran generación fue eliminada en la tanda de penales por la Argentina de Diego Maradona en los cuartos de final.

Al principio de los bombardeos serbios sobre su ciudad, Sarajevo, Osim dimitió emocionado, en una intervención ante los periodistas en Belgrado.

Hoy, este técnico bosnio mira con admiración a Croacia por haber podido "integrar sus cualidades individuales en el colectivo".

Camisetas blancas

En una zona de Europa marcada todavía por las heridas de los conflictos entre comunidades que en los años 1990 provocaron 130.000 muertes, apoyar a Croacia en los territorios vecinos no siempre es fácil, pese a la cultura y la lengua común. Especialmente en Serbia, cuya selección cayó eliminada en la fase de grupos.

A principios de junio, en la periferia de Belgrado, hubo un 'mini-Mundial' para niños de escuelas de fútbol de la capital serbia, con cada equipo llevando los colores de una selección clasificada para Rusia-2018. Los escolares que representaban a Croacia fueron los únicos en jugar con una camiseta blanca, sin ninguna inscripción.

El tenista Novak Djokovic es un ídolo en Serbia. Pero cuando dijo que apoyaba a Croacia en la recta final para el Mundial, un diputado del partido de centro derecha que gobierna su país, Vladimir Djukanovic, le llamó "idiota" desde sus vacaciones en Grecia: "Apoyar a Croacia, ¿cómo no le da vergüenza? Muchos serbios de Krajina (región de Croacia en el que los serbios eran mayoritarios antes de la guerra) le han apoyado y él apoya al país que les ha perseguido...".

El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, dijo abiertamente que en los cuartos de final apoyaba a Rusia en su duelo contra Croacia.

"Apoyé a Rusia, estoy en mi derecho. Serbia es una sociedad democrática y cada uno tiene derecho a apoyar al equipo que quiera", afirmó.

 "¡Felicidades de todo corazón!"

Pero esas posiciones marcadas por la rivalidad no son unánimes. También hay un sector de la sociedad serbia que ve a la selección croata con admiración e incluso que celebra sus éxitos.

"¡Felicidades de todo corazón! ¡Bravo!", comentaba el miércoles Miodrag, de Nis (sur de Serbia), en la web de la televisión estatal de su país. "Nuestros jugadores y la Federación podrán quizás pedir a los croatas que nos enseñen a jugar al fútbol", ironizaba otro.

Criticado por haber apoyado a Croacia, Milojko Pantic, célebre comentarista deportivo de la época yugoslava, estima que la "Serbia ciudadana" estaba en cuartos animando a Croacia, mientras que la Serbia "clero-nacionalista y chovinista" soñaba con "ver a Rusia aplastar a Croacia".

En la Macedonia eslava, Croacia recibe un apoyo mayoritario de la población, aunque la derecha nacionalista no ocultaba en cuartos su simpatía por los rusos.

"¡Felicidades, Croacia! La política, el deporte, la región y el mundo coincidieron esta noche", escribió el miércoles tras la semifinal el primer ministro macedonio, Zoran Zaev, con una foto suya junto a la presidenta croata, Kolinda Grabar Kitarovic, desde la cumbre de la OTAN en Bruselas.

"Política aparte, bravo, vecinos. Sois el orgullo de los exyugoslavos", afirmaba un montenegrino en la web del diario Vijesti. En ese país viven unos 6.000 croatas.

Los croatas que viven en Bosnia, donde son un 15% de la población, apoyaron evidentemente al país de la camiseta a cuadros rojos y blancos, pero el analista político bosnio Zoran Kresic estima que el apoyo va más allá, que la hazaña de Luka Modric y compañía "unió a la región y Bosnia, algo nuevo desde las guerras sangrientas".

En su opinión, esto evidencia "un recalentamiento gradual de las relaciones" entre croatas, bosnios y serbios.

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