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La cineasta paisa Laura Mora al recibir la estatuilla pronunció un emotivo discurso en el que reveló que estuvo a punto del retiro. EFE
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Laura Mora recibió su bálsamo en el Festival de San Sebastián

La directora colombiana, que estuvo a punto de “tirar la toalla”, fue reconocida por ‘Los reyes del mundo’. Es la primera en el país en ganar una categoría principal.

En la oscuridad siempre será más difícil ver el horizonte. Para Laura Mora, cineasta colombiana, esto no fue diferente. En el marco de “los últimos cuatro meses de mi vida, que han sido excepcionalmente difíciles”, la antioqueña recibió la Concha de Oro, máximo galardón entregado en el Festival de Cine de San Sebastián, que bajó su telón este sábado.

Así, en los cuatro certámenes de cine de primer nivel (Cannes, Venecia, Berlín y el ya mencionado), Los reyes del mundo es la primera producción nacional que obtiene el premio a Mejor Película.

Histórico por donde se mire: primera mujer del país en llegar al circuito clase A de la Federación Internacional de Asociaciones de Productores (FIAPF), primera colombiana en obtener el mérito en el certamen español, segunda latinoamericana y ganó el mismo reconocimiento que figuras como Francis Ford Coppola y Marlon Brando. 

La estatuilla cobra un precio único toda vez que los cineastas nacionales siempre se habían destacado en la Semana de la Crítica de todos los eventos de primer nivel en cuanto a cine se refiere, pero salir airosos en la competencia oficial, era algo que le faltaba a la industria del séptimo arte de nuestro país. 

 

El elenco de ‘Los reyes del mundo’ lo integran actores naturales, en su mayoría.

El camino lo abrió el año pasado la cinta Memoria, dirigida por el tailandés Apichatpong Weerasethaul, proyecto rodado en Colombia, y que contó con actores nacionales; pero es la primera vez que una persona nacida en Colombia conquista una categoría principal al frente de un rodaje. 

No obstante, la estatuilla llegó a la vida de la paisa Laura Mora en medio de la tormenta para traer la calma. “Es un espaldarazo ante la posibilidad de la renuncia, de decir: hasta aquí nos quedamos”, confesó al recibirla en medio de la ovación del público.

“Para mí el cine es la trinchera donde resisto y donde me inspiro y sobrevivo, y en un momento dejó de ser eso, fue muy difícil y coincidió con que a una persona a la quiero le diagnosticaron cáncer y anteayer, le dijeron que estaba limpio”, añadió sobre el crucial momento personal y profesional.

De esta manera, del éxodo a la gloria, el logro de la cinta representa tres temáticas que no solo se reflejan en la trama, sino en la realidad de un equipo, encabezado por Mora, que sabía exactamente de qué estaba hablando al contar la historia.

Mora es la tercera mujer que gana la Concha de Oro de forma consecutiva, tras la rumana Alina Grigore con Blue moon (2021) y la georgiana Dea Kulumbegashvili con Beginning (2020) y la segunda latinoamericana en la historia después de Pelo malo de Mariana Rondón, en 2013.

Los violentos le arrebataron a su padre

La trama sigue a un grupo de jóvenes que va en busca de una herencia en el Bajo Cauca, zona de la periferia abatida por el conflicto armado. “Le agradezco a mi papá, a quien hace 20 años la violencia me lo quitó y hoy ya llevo la mitad de la vida viviendo sin él y reflexionando acerca de lo aporreados que estamos como nación”, agregó la desarrolladora con un nudo en la garganta sobre la tarima española.

“Los latinoamericanos obviamente estamos atravesados por circunstancias muy particulares, o sea, mi relación con el mundo y con el cine está indudablemente ligada al hecho de nacer en Colombia, específicamente en Medellín, de las preguntas que me he hecho en la vida alrededor de la violencia, pero creo que mi intención con esta película también es un acercamiento a la belleza y a la violencia de un lugar un poco más simbólico y más abstracto”, sostuvo en entrevista con EL HERALDO acerca de la realidad regional que buscaba transmitir.

Laura Mora, de 41 años, se puso de pie frente al Palacio del Kursaal, que se rindió en pleitesía por su obra, “una oda a la belleza de lo periférico, del margen. Un viaje lleno de belleza”, como se la definió a esta casa editorial.

Este es el mayor premio cosechado por el cine colombiano, que sigue buscando abrirse camino en los grandes escenarios mundiales.

Y de la mano de ella, de una creativa que ya había exhibido sus ideas en San Sebastián, pues en 2017 presentó en el festival Matar a Jesús, por lo que apuntó: “esta ha sido mi casa, me ha dado un gustazo volver, gracias por querer dialogar con esta película”.

Aplausos y ovaciones para un título que sigue su travesía y se perfila como la opción de Colombia para entrar a la puja extranjera por el  Óscar.

Este año el cine latinoamericano dejó una huella destacada en el palmarés oficial de San Sebastián. El premio a la mejor interpretación de reparto fue para la argentina Renata Lerman, hija del director Diego Lerman, por su película El suplente, que habla de educación y marginalidad, y el jurado distinguió también la fotografía de la chilena Pornomelancolía, de Manuel Abramovich.

En la sección Horizontes Latinos la ganadora fue Tengo sueños eléctricos, de la costarricense Valentina Maurel, con un tema tan peliagudo como el amor de una adolescente por su padre violento. La cinta venía con el aval del Festival de Locarno donde se hizo con tres premios a mejor director, actriz y actor.

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