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Carmen Verbel, modelo de 18 años que fue vendedora de pescados.
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Del mercado a las pasarelas: Carmen Verbel, la modelo que vendía pescados

La joven de 18 años, es ahora la imagen del diseñador Darío Valencia y de la academia Arte, Pasión y Cultura en Valledupar.

“Mi vida cambió justo en ese momento en el que decidí presentarme en un casting en Valledupar donde tuve la sorpresa de encontrarme con ese hombre que tiempo atrás me compró pescados: Darío Valencia”. De esa manera, Carmen Verbel Ballesta, dejó a un lado las poncheras y abrió paso a las pasarelas.

A la joven cartagenera de 18 años, la vida le dio un giro de 360 grados desde que conoció al famoso diseñador de Valledupar, Darío Valencia, quien llegó a su puesto de pescados en el centro de la ciudad a comprarle unos “frescos”, pero al que se le encendió el radar de modelos apenas la vio.

“Carmen era una niña alta, cuerpo delgado y a pesar de estar vendiendo pescados, tenía un estilo único. Enseguida me la imaginé en una pasarela y en una sesión de fotos y no se me olvida, en esos momentos estaba con un short roto sucio, el cabello alisado y chancletas de baño”, aseguró el diseñador a EL HERALDO.

En la actualidad, Carmen es imagen del diseñador y de la academia Arte, Pasión y Cultura. De la mano de su preparador Jheiton Rangel, ha crecido a en su carrera de modelaje y ha cambiado rotundamente en diferentes aspectos de su vida, aunque le haya tocado “sin el apoyo de su familia”.

“Mis padres no me apoyaban mucho con lo de ser modelo, porque les daba miedo que su hija se fuera a perder. Siempre me quitaban esa idea del modelaje y yo les decía que ese era mi sueño. Llegaba también donde mis tías, les comentaba y no tuve ese apoyo de mi familia en aquel entonces”, afirmó la cartagenera.

Su vida no fue fácil, pero Carmen nunca dejó de soñar. Sus dos anhelos fueron ser atleta o ser modelo. Ahora, cumple lo segundo, siendo lo que más había deseado. Sin embargo, para ayudar a su tía y poder salir adelante, tenía como opción la venta de pescados. Lugar en el que “sin querer queriendo”, pasó lo inimaginable.

“Mientras yo ejercía mi actividad comercial en el centro de la ciudad, cualquier día se me acerca un señor muy apuesto, uno de los mejores diseñadores. Me compró mi producto y me dio una tarjeta, se acercó y me dijo: eres muy linda, qué dientes tan perfectos. Tú sirves para ser modelo. Cuando él me dijo eso, me dio mucho miedo porque era una niña, pero seguí mi día normal. Llegué a mi casa y seguí pensando en lo que me había dicho”, dijo Carmen, recordando ese momento tan importante en su vida.

Tiempo después, en compañía de una amiga, se presentó a un casting en el que volvió a ver a Darío Valencia. Su objetivo fue impresionarlo y, además, que recordara que era ella a la que un día le había dicho que servía para modelo.  

“Nunca me llamó hasta el día del casting del desfile que hago todos los años. Ella muy humilde se acercó y me abordó diciéndome: el ‘pescao fresco’ llegó tarde pero llegó, ¿se acuerda de mí?... Yo emocionado le dije al director del casting que la quería a ella y que si no sabía caminar la enseñara, a lo que ella muy segura me dijo: señor Darío, ya yo sé desfilar, yo me preparé para que el día que usted me viera se sorprendiera. Con esas palabras me mató”, expresó Valencia.

En el momento en el que el destino los volvió a unir, Carmen ya lucía diferente, no tenía el cabello alisado, no hablaba tan alto, como cuando vendía pescados y debía hacerse escuchar para que le compraran. Hoy, su imagen habla por sí sola.

Carmen Verbel se convirtió en un ejemplo más de superación. Después de haber pasado momentos duros y difíciles, logró su cometido: ser modelo. Un sueño que vive con los ojos abiertos y donde a veces debe pellizcarse porque aún no lo cree. Poco a poco, ha ido perfeccionando su talento, no solo en la pasarela, sino detrás de las cámaras.

“La diferencia entre ella y las otras modelos es que Carmen viene de un oficio que ninguna de las otras niñas lo ha realizado, no tenía ropa con que presentarse a un casting, no tenía un buen celular, cosas que poco a poco estamos tratando de solucionarle. Con nuestro oficio podemos lograr cambiarle la vida a una niña, hacerla famosa y lograr con ella más atención que con cualquier otra”, aseguró el diseñador.

A pesar de los duros momentos que vivió, Carmen no cambiaría nada de su vida, pues hoy está viviendo lo que una vez soñó pero cuando vendía pescados también era feliz, ejercía su actividad comercial y ayudaba a su tía en cuestiones de la casa.

“No cambiaría nada de mi vida, porque siento que cada detalle, cada circunstancia me llevó a ser quien soy hoy, y si volviera a nacer y Dios me pusiera nuevamente a vender pescados, lo haría con el mismo amor de siempre”, finalizó.

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