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Mujer e Igualdad

Cuerpos femeninos: análisis de la violencia contra niñas y mujeres

La sexualización y cosificación son algunas de las afrentas contra la mujer que la alejan de su humanidad y sus derechos.

Especial para EL HERALDO

Los casos de violencias o asesinatos contra las niñas y las mujeres informan de la gravedad que implica la pandemia de las violencias basadas en género. Reclama también hacer un análisis con respecto a que se percibe el cuerpo femenino como un epicentro de instintos sexuados; cosificándolo y alejándolo de la humanidad y el marco de los derechos.

Mujeres y niñas

El cuerpo de la mujer y de las niñas está sujeto a vulneraciones y acciones que lo violentan. Van desde los piropos y acosos callejeros hasta los tocamientos y masturbaciones de los perpetradores en sitios públicos. Del mismo modo, existe el dominio que ejercen algunas parejas para tener relaciones sexuales, a las cuales son sometidas por “la pertenecencia”, aún sin que haya en ellas deseo o consentimiento. 

Todo esto implica una percepción del cuerpo de las mujeres como generador erótico vulnerable a violencias. Un ejemplo de ello es que se escuchan señalamientos como “la violaron por mostrona”, “se viste como puta” o “es una provocadora”, entre otros comentarios que fundamentan imaginarios en los que se justifica que se ejerza violencia sobre los cuerpos de las mujeres.

Al respecto es importante hacer referencia a Muriel Jiménez, doctora en historia e investigadora, quien afirma que: “La construcción social del cuerpo y de los órganos sexuales se ha sustentado en la naturalización de las diferencias entre el cuerpo femenino y masculino; se ha hecho una construcción arbitraria de lo ‘biológico’, legitimando unas relaciones de dominación en las que el hombre ocupa la posición de dominio. Las reglas del género se inscriben sobre los cuerpos, normalizan, corrigen los excesos y los faltantes. Los llamados al orden del género corresponden a esa corrección, ya que produce una división sacralizante y una disciplina constante en lo cotidiano”.

Estadísticas, realidades crudas

Diariamente las noticias de violencias contra las mujeres y las niñas impactan nuestras vidas.  Violencias de todo tipo —incluso— las disfrazadas de bromas y costumbres culturales, pero que representan la gravedad de la situación como el caso de la entrevista de Fabio Zuleta en su espacio radial, en el cual, de manera normalizada expresó chistes sexistas con el cuerpo de las niñas wayuu, haciendo una mala interpretación de la dote y exponiendo el tema como si ellas fueran un  producto comercial, o las perversas formas de violaciones contra las niñas Embera, el caso de Salomé —la niña de 4 años— que falleció en Huila por los daños físicos ocasionados por un violador, los casos de los militares abusando a niñas en zonas rurales el país o de las mujeres asesinadas durante el año 2020, que según el Observatorio de feminicidios de Colombia con corte al mes de mayo, van 188 feminicidios en el país; esta realidad no debe generar solo impactos mediáticos en redes sociales o en las noticias, sino compromisos contundentes que erradiquen la violencia estructural y sistemática en contra de las niñas y las mujeres.

De este modo, una sola niña o mujer asesinada debe representar una estadística desbordada, pues cada caso es radiografía de lo crítica de la situación de las violencias contra las mujeres y de manera más profunda contra las niñas.

Datos

Es importante referir que según el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses que entre 2015 a 2017, 356 niñas y adolescentes fueron asesinadas en Colombia. En el mismo periodo la Fiscalía General de la Nación abrió 64 procesos por feminicidio contra menores de edad. Es de resaltar que solo el 18% de los asesinatos de niñas fueron o están siendo judicializados como delitos de género. De ellos, el 64% no ha llegado a la ejecución de penas (41 procesos) y sólo 7 indiciados están en averiguación, según datos de la Fiscalía. Asimismo, según Medicina Legal, entre 2015 y 2017 al menos 119 niñas fueron asesinadas dentro de su vivienda.

En Colombia, según cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal, entre enero y abril de este año han sido abusadas sexualmente 6.085 niñas menores de edad y han sido asesinadas otras 33. Esto quiere decir que en el país cada día violan a 55 niñas, mientras que cada 3,3 días una es asesinada.

Este panorama demuestra que las niñas y mujeres son tratadas como objetos y no como sujetas de derechos (sentipensantes),sobre quienes no debe existir ningún tipo de violencia.

¿Cómo salir de esto?

Aunque diversos escenarios, entidades gubernamentales, sector privado y organizaciones sociales lideran campañas contra las violencias, las cifras demuestran que no han sido fructíferas o suficientes debido a que el panorama es, de una u otra manera, una radiografía del modelo de sociedad patriarcal por la alta impunidad de casos.

En el país hay hombres que siguen viendo a la mujer como un ser inferior condicionado a satisfacer sus placeres. Esta supuesta superioridad es la que los hace considerar que las mujeres no merecen respeto, incluso llegando a verlas como si sus vidas no valieran y normalizando toda conducta que atente  contra ellas, como en los acosos callejeros, los chistes sexistas, las mal llamadas prácticas culturales (usos y costumbres) que “legitiman” atropellos en contra de las niñas y las mujeres, incluso al punto de culparlas por ser víctimas.

Un punto de partida es erradicar imaginarios sociales de la violencia de género que amparan a los victimarios y condenan a las víctimas. Es importante que cada persona comprenda que esas conductas no son aprobadas y reciba el castigo social y la respectiva judicialización. Quien viola lo hace porque es violador y no por la minifalda. Esto se comprueba en casos de niñas, que en su edad infantil no tienen interés de conquistar a ningún hombre. La violencia de género es considerada por la Organización mundial de la Salud una pandemia y es momento de que se comience a erradicarse desde los cambios culturales y las acciones políticas, educativas y jurídicas.

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