El Heraldo
Las calles del barrio María Eugenia fueron las más afectadas tras la avalancha de agua y piedras durante el aguacero. José Puente Sobrino
Magdalena

Madre e hijo se salvan de morir sepultados por avalancha

La casa de Liliana Aldana quedó prácticamente sepultada por las piedras que arrastró el aguacero del pasado jueves, en Santa Marta. Narra que había salido en busca de su hermano.

Liliana Elena Aldana Melo es quizás el símbolo del milagro de la vida en medio de la tragedia del jueves por la noche en el barrio María Eugenia, al sur de Santa Marta.  El haber salido en busca de su hermano Luis para pedirle que la ayudara a proteger la casa de la inundación, como por lo general suele suceder cuando llueve fuerte, le salvó la vida.

Quizás en su corazón había el presagio de que algo feo estaba por suceder y que era necesario prepararse.

Cuando regresaba a la vivienda, cargando tablas y sacos para aguantar las aguas, vio sorprendida cómo su casa era sepultada por una avalancha de piedras que eran  arrastradas por las impetuosas corrientes que bajaban del cerro.

Paralizada ante lo que sus ojos observaban, no hizo más que ponerse a orar; luego sacó fuerzas y con valentía, llegó hasta la casa. No hubo nada que salvar; enseres y electrodomésticos habían sido destruidos. Ella solo había quedado con la muda de ropa que en ese momento llevaba puesta. 

“Si hubiera estado en la casa seguramente hoy posiblemente sería la única víctima de esta tragedia. El ir a buscar a Luchi (como cariñosamente llama a su hermano) me salvó la vida”, comentó.

SU FAMILIA. Liliana Elena da gracias a Dios que su hijo Esteban David, de 10 años, no estuviese en ese momento a su lado, pues se encontraba donde su abuela Chayo, en el mismo sector, pero en una zona donde la naturaleza no se ensañó tanto.

Sin embargo, siente pesar porque el pequeño perdió el canasto con todos sus juguetes, los balones de fútbol y baloncesto, el Play Station y su tablet. “Lo bueno es que él es consciente de lo que ocurrió y aunque llora, me da fuerzas para seguir adelante”, comentó.

A ella le ha quedado claro que cuando  las catástrofes  impactan a varios miembros de una familia, la unión de todos es lo más provechoso.  Por eso agradece que su esposo Erwin Cotes Camargo, vigilante de oficio y  quien también se hallaba  por fuera de casa trabajando  en un centro médico del centro de la ciudad, no dudara en trasladarse al barrio para acompañarlos.

Pero si los juguetes que perdió su hijo Esteban David le arruga el corazón, mucho más se lo comprime y aprieta el hecho de haber quedado sin  los recuerdos materiales de Diego, su hijo de  1 año y 8 meses, fallecido hace cinco meses.

La cuna, con el osito de peluche y otros muñecos, desaparecieron.  “Lo importante es que él  siempre estará en mi corazón y en el de sus familiares”, dijo entre sollozos.

ACEPTACIÓN. Liliana Elena, quien es docente en una escuela infantil  y tiene  30 años,  sabe que ante una tragedia las palabras a veces no son necesarias, por eso sostiene que “el acompañamiento en silencio y el apoyo físico  y moral, son esenciales”.

Manifiesta además que estas catástrofes hay que aceptarlas para que sean superadas. “Si las negamos seguramente perduran”, anotó.

Oleada de ayudas

La solidaridad de los samarios para con los damnificados de los barrios María Eugenia, Pastrana, El Pando y otros en el sur que resultaron afectados por el aguacero caído la noche del jueves, que ocasionó una avalancha que arrastró lodo, piedras, maderos y otros objetos, no se ha hecho esperar.

Desde el viernes, organismos como el Cuerpo de Bomberos de Santa Marta, Defensa Civil, la Policía, Radio Galeón, el gremio de taxistas y la comunidad en general promueven ‘La Gran Maratón de Ayudas’, que consiste en la entrega de donativos de diferente índole para mitigar en parte el daño causado en las familias por la naturaleza.

Colchonetas, frazadas, toldillos, cocinetas, agua, utensilios de cocina, alimento no perecedero, arroz, azúcar, panela, aceite y café, entre otros artículos, son acopiados en el Cuerpo de Bomberos.

El Gobierno local continúa con el censo con el propósito de establecer las casas que tienen pérdida total o parcial, con el fin de evaluar las familias damnificadas y conocer cuántas personas habitan entre niños, adultos mayores, jóvenes y enfermos.

 

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