Magdalena

En video | Rescatan a dos pescadores cienagueros 36 horas después de su naufragio

Durante horas los primos nadaron en dirección al canal del puerto de la Drummond, llegando finalmente a una boya en la que permanecieron hasta ser rescatados.

Una verdadera odisea vivieron Josie Cantillo Camacho y su primo Luis Antonio Cantillo Ribón, dos curtidos pescadores cienagueros, que naufragaron poco antes de la medianoche del sábado 25 de mayo, cuando se dirigían al punto donde llevarían a cabo su faena, lo que los obligó a nadar por varias horas hasta una boya, en la que permanecieron hasta el mediodía del lunes, cuando fueron finalmente rescatados.

La historia de los primos Cantillo comenzó el sábado a las 9:30 de la noche, cuando emprendieron el rumbo desde el barrio Miramar de Ciénaga (Magdalena), hacia las costas del corregimiento de Tasajera, en el vecino municipio de Puebloviejo.

“Íbamos con buen tiempo y sin contratiempos, todavía no era la medianoche y estábamos como a cinco millas de la costa, a una profundidad de unos 16 metros aproximadamente frente a Tasajera y cuando prendimos el motor sin darnos cuenta que tenía cambio, la lancha saltó y se volteó. Cuando caemos al agua un anzuelo me enganchó una mano y me halaba hacia el fondo, porque llevan unas pesas, pero como pude me lo quité y volví a la salir a la superficie”, comentó Cantillo Camacho, de 31 años.

Con Dios en su corazón y la decisión férrea de sobrevivir al infortunio, los dos pescadores se agarraron de sus remos y tratando de mantener la calma mientras flotaban a la deriva, comenzaron a pensar en cómo superar esta situación.

“Primero acordamos tratar de nadar a la costa, pero la corriente la teníamos en contra, por lo que finalmente decidimos nadar hacia la boya que veíamos a lo lejos, pues la corriente nos favorecería en esa dirección. La luz del cono se veía lejos, pero la orilla se veía mucho más distante”, manifestó Cantillo Ribón, de 24 años.

Lucharon por sus vidas

Durante horas los primos nadaron en dirección al canal del puerto de la Drummond, llegando finalmente a la boya número cuatro el domingo 26 de mayo, alrededor de las 11:00 de la mañana.

“Faltando un kilómetro para llegar al cono estuvimos a punto de darnos por vencidos, ya teníamos calambres y mucha fatiga, además por ser una zona muy profunda, sabemos que en esas aguas hay tiburones, barracudas y otras especies de peces que son peligrosos, pero gracias a Dios nos dimos ánimo y logramos llegar a la boya sacando fuerzas de donde no las teníamos”, reveló el menor de los pescadores.

A su lado pasó un enorme buque de carga, al que les hicieron señales y le dieron gritos, pero no los vieron, al igual que ocurrió con los remolcadores que hacían las maniobras de la salida del puerto, hasta que los volvió a cubrir la noche, pero sin perder su fe en que Dios les iba a dejar volver a sus hogares, esperaron la ayuda en la solitaria boya.

“Cuando llega la noche del domingo decidimos dañar la luz del cono, pensando que de pronto tenía algún sensor, o se daban cuenta desde el puerto que se estaba apagada, para que al mandar una lancha a revisarla nos rescataran, pero eso tampoco funcionó”, reveló el mayor de los primos Cantillo.

Si la primera noche de su aventura tuvieron que nadar por casi medio día, la noche del domingo la lluvia cayó sobre ellos casi hasta el amanecer, pero así, temblando de frío, con quemaduras en sus cuerpos causadas por las aguamalas y con el temor de ser atacados por un tiburón un otra especie peligrosa, el lunes vieron salir el sol nuevamente y sin dejar de animarse uno al otro, lucharon por seguir con vida.

El rescate

Mientras Josie y Luis Antonio vivían la experiencia más dura que han enfrentado, a pesar de ser la cuarta generación de pescadores en su familia y vivir de este oficio durante toda su vida, sus familiares iniciaron su búsqueda, al ver que no llegaban la mañana del domingo, no obstante, salieron en dirección a Bocas de Ceniza, pues no imaginaron que se encontraban en la otra dirección.

“Cuando nos avisaron de una lancha que apareció en el kilómetro 19 de la Troncal del Caribe, en la vía a Barranquilla, salimos por mar y por tierra hacia el lugar, pero al llegar descubrimos que no era su bote”, aseveró Javier Rodríguez Bustamante, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) del barrio Miramar y primo de uno de los extraviados.

Afortunadamente, pasadas las 11:00 de la mañana del lunes 27 de mayo, una lancha tripulada por familiares de los pescadores naufragados los divisaron y enfilaron hacia la boya.

“Cuando vimos que la lancha cambiaba de dirección y venía hacia nosotros comenzamos a llorar y a darle gracias a Dios, no podíamos creer que llegaban por nosotros, fue una mezcla de sentimientos y comenzamos a reír sin dejar de llorar”, acotó Cantillo Camacho.

Sin perder tiempo, fueron llevados a la playa en el barrio Miramar y de allí trasladados hasta la unidad de urgencias de la Fundación Policlínica de Ciénaga, donde fueron valorados y atendidos, pues tenían un alto grado de deshidratación, quedando en observación por varias horas hasta ser dados de alta y así regresar a sus casas, Cantillo Camacho en el barrio El Poblado y su primo en el barrio Miramar.

“Reencontrarnos con la familia fue muy fuerte, siempre agradecidos con Dios, hubo mucho llanto por que no pensaban que no iban a encontrar con vida, pero lo logramos y eso es lo único que importa”, anotó Josie Cantillo.

Sin recursos

Sin dejar de agradecer por haber regresado sanos y salvos, ahora los primos Cantillo deben enfrentar el hecho que perdieron su bote y sus implementos de pesca por lo que no saben cómo podrán ganarse la vida y sostener a los suyos, por lo que piden ayuda, ya sea del Estado o de la empresa privada, para poder financiar un nuevo bote con los implementos de seguridad necesarios, que de haberlos tenido, saben que su rescate habría sido más pronto.      

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