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Barranquilla

La tarde en la que todo fue perfecto en el Centro

Hoy no hay buses, ni taxis, ni carretillas, ni regueros de chancletas, chorizos o cualquier cosa. El centro de Barranquilla está poseído por un batallón de guayaberas blancas, vestidos de seda y gafas de sol. Vienen a ver a Elsa Noguera y José Antonio Segebre tomar posesión de sus cargos como alcaldesa del Distrito y gobernador del Atlántico. La plaza de San Nicolás opera como gran salón de eventos al aire libre, con la iglesia crema y zapote como telón de fondo.La iglesia estuvo años descomponiéndose en el olvido, pese a estar en la cuna de Barranquilla; pero hoy brilla como ejemplo de la renovación de la ciudad. Esta ceremonia de posesión recoge su ejemplo.Hoy no hay grupo de millo, ni comparsa carnavalera, ni papayeras. La multitud engalanada espera la llegada de los nuevos mandatarios al compás de violines y piano, que hacen sonar clásicos como La Butifarra de Pacho Galán en un tono relajado y sofisticado.A las 4:48 de la tarde la maestra de la ceremonia pide a la concurrencia despejar el centro de la plaza, puesto que por allí pasarán la alcaldesa y el gobernador. Resuenan los violines y todos se levantan para verlos pasar por el pasillo que les abren a través del mar formado por unas 300 personas.La canción preparada para la entrada triunfal se acaba; suena la canción de la alegría en flauta; la multitud se vuelve a sentar. Alcanzan a sonar cuatro canciones, y entre los asistentes surge la inquietud en interrogantes como “¿será que están esperando que llegue más gente?”.A las 5, una vez más la maestra pide al público prepararse para recibir a los funcionarios.Después de tres amagues, Elsa Noguera aparece en las pantallas a las 5:12 de la tarde. Estallan los aplausos. Pero la calle de honor que le habían preparado, se convierte pronto en un callejón de abrazos.Tardó unos 10 minutos en atravesarlo y alcanzar la tarima. Todos los que pudieron la abrazaron, la besaron, le dieron palmadas, se tomaron fotos con el celular a su lado. Adiós al protocolo.Segebre evitó nadar entre la efusividad, y vadeo la multitud por un costado. Ya estaba arriba, acomodándole la silla a la alcaldesa de Barranquilla, cuando ella llegó. Los más felices fueron los músicos, que habían estado forzados a prolongar y prolongar sus canciones.Segebre fue el primero en juramentarse. La plaza fue sacudida por aplausos y bocinas de camiones de bomberos, así como los chispazos de una lámpara que hizo corto circuito y obligó a los bomberos a correr al lado de la tarima.Cuando Elsa se juramentó, la banda tocó La luna de Barranquilla. Le hicieron un reconocimiento así a un testigo que se había hecho presente desde las 5 de la tarde.Luego vino la hora de los discursos de posesión. Una agente de policía instaló una base para que la alcaldesa Noguera alcanzara el micrófono sin problemas. Había sido ajustado a la medida de Segebre, mucho más alto que ella.Cuando fue su turno, él se equivocó y se subió al bloque encorvado, hasta que le explicaron. Gajes de la primera posesión conjunta, en la historia, de un alcalde de Barranquilla y un gobernador del Atlántico.El discurso de Noguera duró unos 31 minutos, y el de Segebre otros 21. El cansancio lo notaron principalmente los periodistas que pasaron casi una hora con el brazo alzado, extendiendo la grabadora hacia los parlantes para registrar cada palabra. Y el hijo menor de Segebre, Abraham, que trataba de acelerar a su padre haciéndole mofas y jugueteando.Caída la noche, caído el protocolo. La multitud volvió a volcarse hacia la alcaldesa. Tuvo que ser acordonada por una cadena de policías para salir. Embarcó su camioneta y los cientos de invitados volvieron a engalanar las calles del centro en un peregrinaje blanco. Caminan hacia arriba, buscando una vía principal como la Murillo. Es domingo primero de enero, y a esta hora es imposible conseguir transporte. Hay que caminar bastante para conseguir algo de buses, taxis o carretillas.Por Iván Bernal MarínTwitter: @iBernalMarin

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