El Heraldo
Los ingenieros Pedro Romero, Dayana Agudelo y Diego Borrero explican el resultado del monitoreo. Christian Mercado
Barranquilla

Implosión del Coliseo no afectó el Teatro Amira: CUC

Tras el cierre del teatro, en redes sociales cuestionaron los efectos que habría tenido ese procedimiento. Expertos de la universidad realizaron estudio del caso.

En un monitoreo realizado por el programa de Ingeniería Civil y la facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de la Costa, CUC, a la implosión del Coliseo Cubierto Humberto Perea, se pudo determinar que “no hubo una afectación para la ciudadanía, para la estructuras, ni para el bien de las personas alrededor”.Así lo manifestó Pedro Romero, director de programa de Ingeniería Civil de esta institución académica (ver infografía).

Con este monitoreo la universidad buscaba “realizar las mediciones de las vibraciones y estimar el impacto en las viviendas aledañas, al igual que el nivel del ruido y material particulado producido por la demolición con explosivos”, como registra el informe al que tuvo acceso este medio.

Para realizar el trabajo decidieron, en conjunto, monitorear seis puntos aledaños con diferentes distancias desde el lugar de explosión.

“Cuando empezamos a hacer los trabajos no teníamos los equipos e íbamos a trabajar utilizando tabletas, finalmente gracias a la gestión con el Sistema Geológico Nacional tuvimos a disposición los equipos que se usan para medir sismos”, expresó Romero.

El trabajo fue elaborado por los ingenieros Carlos Gaviria, Diego Borrero y Dayana Agudelo, con la asesoría del ingeniero y docente Iván Berdugo y Viviana Dionicio, de la Red Nacional de Acelerógrafos de Colombia, y fue aprobado por el vicerrector administrativo, Jaime Díaz y por el director del programa, el ingeniero Pedro Romero.

En los seis lugares se instalaron sistemas de medición de aceleraciones, los cuales cuentan con un acelerómetro triaxal EpiSensor ER-T.

Tres sitios se encontraban a una distancia entre los 55 y 104 metros. Los tres restantes comprendían distancias entre los 179 y 317 metros desde el coliseo.

Puntos de medición

El primer punto fue la calle 52 #55-131(universidad CUC), el segundo fue el coliseo de la universidad, ubicado sobre la carrera 55; el tercer punto fue en la calle 58 #54-59; el cuarto fue en el Amira de la Rosa, ubicado en la carrera 54 #52-258; el quinto fue en la calle 55 #53-16; el sexto, en la intersección de la calle 59 con 58; y por último se instaló en la intersección de la calle 58 con carrera 54 la estación de monitoreo de material particulado y ruido de emisión.

Con los equipos ubicados, se calculó las aceleracioes verticales, horizontales y de profundidad registradas durante la implosión, dejando como resultado que en los puntos 3 y 4 se registraron las máximas aceleraciones. a raíz de este trabajo, el equipo encargado pudo concluir que “no hubo expansión de la onda, la aceleración del suelo que se registró está 15% por debajo de un sismo (de 4,5) que se haya dado en Atlántico en los últimos 20 años, es decir no que no se puede considerar como sismo”. Además, agregó que la vibración que pudo generarse está por debajo de la permitida.

“La norma sismo resistente colombiana(NSR10) da una capacidad permisiva para que las estructuras se aceleren y que no haya un daño. Ese valor debe estar por encima de un milímetro. En el punto máximo que encontramos está en 0.3. Por tanto, en términos de Ingeniería Civil no hay impacto importante en las estructuras alrededor”, explicó Romero.

Amira de la Rosa

Ante las inquietudes generadas en las redes sociales de EL HERALDO por la posibilidad de que la implosión del Coliseo hubiese causado daños en el Amira de la Rosa, el equipo que desarrolló el monitoreo concluye que “los daños  que tenga la estructura del Amira no se deben a la caída del edificio”, manifestó el ingeniero Diego Borrero.

Ruido y ambiente

En el monitoreo también se supervisó el ruido ambiental y  el material particulado. “En el momento que fue la implosión se generó una nube de polvo y quisimos conocer el impacto ambiental y el ruido que se estaba generando”, explicó la ingeniera Dayana Agudelo.

Para esta supervisión emplearon un muestreador de partículas Partisol 2000I y un sonómetro.

“Nos dimos cuenta que sí se generó una nube de polvo que fue muy rápida. Subió la concentración de partículas, pero duró poco, ya que hubo dispersión con agua de los bomberos”, añadió la ingeniera de la facultad de ciencias ambientales.

Además, justifica que “las partículas eran muy gruesas por lo que sedimentaron muy rápido”, dijo. Por último, agrega que sí se generó un ruido muy elevado, pero no lo suficiente para afectar la salud humana. “En un concierto estamos expuestos muchas horas, pero aquí fue cuestión de la implosión. Queríamos ver lo ambiental”, finalizó Agudelo.

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