El Heraldo
Panorámica de Barranquilla desde la Avenida del Río, donde se puede apreciar la situación atmosférica. Giovanny Escudero
Barranquilla

En Barranquilla es desconocida la calidad del aire que se respira

Desde 2007 no funciona el sistema que se encargaba de la medición • Se adelanta proyecto con cooperación coreana, con un costo de alrededor de cinco millones de dólares.

La calidad del aire en Barranquilla es desconocida. Desde que en 2007 los medidores de la ciudad dejaron de funcionar, no se sabe si las quemas en la Isla Salamanca, los gases que envían las industrias a la atmósfera o el monóxido de carbono que emanan los vehículos están afectando la salud de los ciudadanos.

Este es uno de los principales problemas que atraviesan la capital en particular y el departamento del Atlántico en general en materia medioambiental, junto con la contaminación industrial y de los cuerpos de agua y los pocos metros cuadrados de espacio público por habitante, entre otros.

Para Carlos Pacheco, ingeniero civil magister en manejo de calidad del aire, las características del aire que circula por la ciudad es un tema que, paralelo del tema de la salud, tiene mucha influencia debido a que la ubicación cerca al mar genera afectaciones en las estructuras, por la salinidad que tiene el aire, el material particulado que generan los carros diésel o por el mismo material que sale de la arena de las playas.

“Por ejemplo, conocer la composición del aire nos puede ayudar a desarrollar nuevos materiales que eviten la corrosión y las abrasiones que se presentan en las edificaciones, que deben estar en constante mantenimiento”, afirma Pacheco, profesor de la Universidad del Norte.

Sin embargo, como explica Amín Ariza, director de Funad (Fundación Ambiental para el Desarrollo Sostenible), “no tenemos idea del tipo de aire que estamos respirando en Barranquilla”.

El biólogo y magister en economía ambiental y de recursos naturales señala que no se está haciendo monitoreo de la calidad del aire y destaca que la importancia de estas mediciones “radica en poder saber, por ejemplo, qué implicaciones tiene para los barranquilleros inhalar un aire como el que se mezcló con el humo que sale de la Isla Salamanca cuando se producen quemas; o qué tipo de contaminantes atmosféricos llegaban de esas quemas”.

Las quemas en Salamanca generan afecciones respiratorias en los habitantes de Barranquilla. 

“Eso puede -agrega Ariza- ayudar a las autoridades de salud a tomar medidas para evitar enfermedades en la población y articularse con las entidades ambientales para diseñar planes de control sobre posibles afectaciones. Sin embargo, no hay equipos y no hay manera de hacer ese trabajo”.

Pacheco considera que la ubicación de Barranquilla juega un papel importante en la disminución del impacto de contaminantes en la atmósfera. Explica que al no tener montañas la ciudad, caso contrario a Bogotá o Medellín, los gases nocivos pueden salir del entorno hacia la parte superior.

“Acá el aire sigue su flujo normal y la contaminación puede transportarse a otro sitio. En Bogotá, por ejemplo, choca con las montañas y se regresa, lo que puede generar que a veces suba la temperatura y se sienta el ambiente más cargado”, puntualiza.

Equipos coreanos

Ariza indica que desde el Damab se adelanta un proyecto con la cooperación de Corea del Sur para instalar cuatro equipos básicos de medición.

Ángel Romo, ingeniero de la entidad ambiental del Distrito, explica que, según el cronograma del proyecto, los equipos estarían llegando a finales de julio, los instalarían a finales de agosto y entregarían los primeros resultados en octubre.

“Es una herramienta que nos va a permitir hacer investigaciones y conocer la situación de la ciudad. Corpamag y Corpoboyacá fueron las otras dos entidades ambientales que fueron seleccionadas para adelantar el proyecto, que tiene un costo cercano a los cinco millones de dólares”, afirma el funcionario.

El proyecto consiste en montar una red básica de monitoreo, compuesto por dos estaciones fijas y una móvil que se encargarían de hacerle seguimiento a la calidad del aire, pero los lugares no han sido definidos.

Otros problemas

El aire no es la única preocupación de los ambientalistas en Barranquilla. Los cuerpos de agua, las basuras en las calles, la falta de espacio público y la escasez de sitios verdes son otras de las dificultades que afronta la ciudad, que no ha salido bien parada en las calificaciones nacionales.

En octubre del año pasado, el Ministerio de Ambiente publicó el Índice de Calidad Ambiental Urbana (Icau). Esta herramienta sirve para medir, mediante unos criterios, cómo están las ciudades en esta materia y Barranquilla obtuvo una calificación de 21,7 en el estudio que se realizó en 2013.

En el informe ninguna de las nueve ciudades estudiadas superó el nivel medio. Este resultado ubicó a Barranquilla en el séptimo puesto detrás de Medellín (55,5), Bogotá (50,9), Ibagué (45,2), Bucaramanga (35,9), Cali (33) y Soledad (27); y por encima de Cúcuta (6,5) y Cartagena (sin calificación).

Para elaborar el informe de áreas urbanas con población superior a 500.000 habitantes tuvieron en cuenta 17 indicadores, dentro de ellos: disponibilidad de espacio público; calidad y cantidad de las áreas verdes; contaminación ambiental; servicios públicos domiciliarios y suelos de protección urbanos incluidos en el POT .

En la evaluación, Barranquilla presentó 12 de los 17 indicadores a evaluar. Obtuvo calificaciones de ero en los factores de porcentaje de residuos sólidos (basuras) aprovechados, población urbana que participa en gestión ambiental, población urbana localizada en zonas de amenaza alta y el porcentaje de áreas protegidas urbanas incluidas en el POT, entre otros.

Otro de los puntos en el que se 'rajó' la ciudad fue el de calidad de las aguas superficiales: sacó 0,3 de un máximo de 1. Este tópico mide las condiciones físicas, químicas y, en algunos casos, microbiológicas de los cuerpos de agua, lo cual da indicios de los problemas de contaminación. Para este análisis tomaron muestras de los caños La Auyama y Las Compañías, lo que indica que estaban en un alto grado de contaminación.

También uno de los puntos más críticos es el tema de espacio público. El documento revela que hay 0,86 metros cuadrados de espacio público efectivo por habitante, es decir cada barranquillero tiene menos de un metro. En el único de los indicadores en el que la ciudad presenta calificación alta es el de superficie verde urbana por habitante, con 7,39 metros cuadrados por habitante.

El director de Funad señala que lo más importante es que la administración distrital elabore las políticas públicas necesarias para crear estrategias que ayuden a mitigar el impacto de los problemas y generen una adaptación a los cambios que se están presentando.

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