El ‘realismo mágico’ fue primicia en el debut de EL HERALDO
Una crónica del periodista Juan Goenaga sobre los inicios de este diario, publicada en octubre de 1963 con motivo de la celebración de los 30 años del periódico.
Y el 20 de octubre de 1933 firmamos el contrato de trabajo, como modesto y sencillo redactor de policía, es decir, encargado de la crónica roja. Sesenta pesos de sueldo y nada más. Dejábamos un cargo oficial de 90 pesos para entrar a EL HERALDO. La soltería permitía tomar esas determinaciones.
Al llegar a la vieja casona que era donde se editaba ‘Diario del Comercio’, en la antigua calle Ancha, entre las carreras Progreso y La Paz, encontramos a los fundadores y primeros miembros de la Redacción. Entre otros recordamos a Julio Montes, a Mario Santo Domingo; a Enrique A. de la Rosa; a Ramón Santo Domingo, a Nicolás Llinás Vega, y entre los redactores a Osorio Lizarazo, Lucio Dussán, Bernardo Restrepo Maya, Carlos Osío Noguera, Francisco Pardo Fuenmayor, Jefe de la máquina impresora Dúplex; su ayudante Aurelio Galán; el negro Kat-Reid; en los linotipos, Emilio Flórez Noble, Carlos Romero, Augusto Alonso, Víctor Mora, Miguel Ángel Orozco, Joaquín Pertuz, Joaquín Montenegro, y como jefe de ventas, Luis G. de la Rosa. En la portería, el veterano celador Gregorio Martínez, cuya particularidad era la de “dormir con un ojo abierto”.
La primera noche. Asistir al nacimiento de un periódico es cosa que no todos pueden saber ni vivir. Es una satisfacción ver cómo pasan los minutos que son millones de años ante la expectativa del acontecimiento sensacional que debe registrar el primer número de algo que no se sabe si va a tener la existencia de una noche de verano. Se esperaba con interés un telegrama del doctor Alfonso López, candidato liberal a la Presidencia de la República. Sin los servicios telefónicos modernos de hoy, sin télex, sin radio-comunicaciones especiales, eran las 12 de la noche y el mensaje seguía
en Bogotá a la firma del doctor López.
Mientras tanto los reporteros de todos los matices se movían en direcciones opuestas en busca de la primicia informativa que es la esencia del periodismo. De repente alguien gritó: “en la esquina del Salón Noel (San Blas – 20 de Julio) acaban de matar a un hombre”. Quién dio la noticia, inquirimos. “Pues el teléfono”. Hacia allá nos dirigimos. No había tal crimen. Era la primera jugada que nos hacía la entonces peligrosa y hábil competencia de “La Prensa”, el primer periódico que se editaba en Barranquilla, con sus modernas y espléndidas instalaciones e insuperables servicios.
Las risas burlonas de un redactor de planta del extinto colega de la Calle San Blas nos hicieron comprender que habíamos sido engañados.
Retornábamos a la redacción, sumisos, cariacontecidos, por el lado de la carrera 20 de Julio, hacia el Paseo de Bolívar cuando del Bar Majestic, que estaba situado frente a las oficinas de la Marconi salió un hombre tambaleando, con las manos crispadas por el dolor, de cuyas entrañas salían chorros de sangre. El crimen se acababa de producir. Llamamos al periódico y correspondió al compañero Miguel Lascarro, el primer fotógrafo que tuvo EL HERALDO, tomar la gráfica de un hombre a quien alguien había “cruzado” a puñaladas.
Fue la primera foto, el primer flash de EL HERALDO con algo turbulento y grave, convertida en primicia. El colega de la Calle San Blas, a metros de distancia del Majestic, no dio la noticia. ¿Qué había sucedido? Que la pesada broma que quiso darnos el viejo colega se convirtió en realidad. Y así iniciamos nuestras actividades, hace 30 años hoy, en esta casa de EL HERALDO.
