Jairo RendónLa Alcaldía está llena de escombros. El anterior mandatario trasladó el despacho a su casa.s

La Alcaldía de Campo de la Cruz es hoy una cosa difusa esparcida entre una vieja biblioteca, un edificio en ruinas habitado por damnificados, y una casa en Barranquilla.

El reflejo físico de su paupérrima realidad administrativa. El nuevo alcalde, Luis Gómez, denuncia que su predecesor, Carlos Gutiérrez, no realizó el debido proceso de empalme ni ha entregado la información presupuestal del municipio.

“Al día de hoy no conozco los pasivos, ni las cuentas por pagar. Necesito ver cómo quedó el municipio, pero no sé que se está haciendo ni qué decretos dejan vigentes; no sé si están haciendo contratos para dejármelos metidos ahí”.

Gómez asegura que desde el 16 de noviembre solicitó formalmente la información necesaria para “poder arrancar mi proceso”. No obtuvo respuesta, y cuando llegó el primero de enero se encontró además con que “no tengo donde gobernar”.

Del palacio municipal queda un cascarón agrietado; hogar de Elaine Aguilar, sus 3 hijos y su papá. Ella ocupó el segundo piso en 2010, cuando medio pueblo se inundó. Se quedó viviendo allí entre malos olores, sin energía eléctrica, ni agua.

La inundación arrasó los 6 mil libros de la biblioteca, y su espacio libre terminó siendo aprovechado para oficinas del Sisben y Acción Social.

Las secretarías y el despacho de la Alcaldía permanecen en la casa del anterior mandatario, en Barranquilla. “No tiene presentación que yo vaya a mandar desde su casa, si la gente de Campo está es aquí”, dice Gómez. El argumento del alcalde saliente ha sido que no ha recibido los protocolos de retorno de parte de la Gobernación. “Preparo un pronunciamiento ante los órganos de control. A 4 de enero, escasamente he recibido un 10% de la administración”.

Pese al mal estado del edificio de la Alcaldía, Gómez descarta de plano traerse el despacho para su casa. “Hay que devolver la institucionalidad. Esto es una institución, no se puede mezclar con la familia”. Planea alquilar un sitio mientras se realizan arreglos o “por lo menos la limpieza” en el palacio; o más bien, la pocilga municipal.

Por Iván Bernal Marín
Twitter: iBernalMarin

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