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'Serán cenizas, mas tendrán sentido. Polvo serán, mas polvo enamorado', recita Emilia Sáez, citando la última línea del poema ‘Amor constante, más allá de la muerte’, de Francisco de Quevedo.

Sáez sufrió hace tres años la pérdida de su esposo, momento en que escogió la cremación como la forma de 'conservar un recuerdo del ser al que tanto has amado'.

A la experiencia de ella, quien desea que sus cenizas queden junto a las de su esposo cuando muera, también se han enfrentado otras familias barranquilleras, que explican el significado de conservar los restos de sus seres queridos o esparcirlos en sitios dispuestos por los difuntos.

Habla el Vaticano

Aunque la incineración fue autorizada por la iglesia católica en 1963, el Vaticano emitió a comienzos de semana un comunicado en el que insiste en que las cenizas de los difuntos no deben ser conservadas en viviendas o esparcidas en lugares diferentes a cementerios y espacios ofrecidos por iglesias.

Según el Vaticano, la práctica de la cremación se ha difundido notablemente en muchos países, pero al mismo tiempo 'se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la iglesia'. De acuerdo con el vicario general de la Arquidiócesis de Barranquilla, Edward Utria, el anuncio es una 'sugerencia' que el catolicismo hace a sus creyentes para que los restos de sus difuntos 'queden en un lugar santo y escogido para eso'.

No conservar las cenizas –opina Utria– es también una ayuda a que 'los fieles puedan superar el duelo'. Asimismo, el vicario reitera que el anuncio 'no es una imposición de la iglesia católica, sino una directriz para respetar la fe y evitar que la creencia se tergiverse'. Pero la directriz pastoral ha desatado controversia, pues hay quienes consideran que seguir las instrucciones sería ir en contra de la voluntad de los difuntos.

Sin embargo, Utria afirma que no se prohíbe la cremación si una persona deja escrito que esa es su voluntad, pero sugiere que 'ojalá sus cenizas sean guardadas también en un recinto santo, en un lugar propiamente sagrado'.

Costos

Una de las principales diferencias entre la cremación y la inhumación de un difunto es el costo para los familiares.

La cremación de un cuerpo puede costar cerca de $4 millones (si no incluye servicios adicionales el valor aproximado es de $2 millones), mientras que la inhumación tiene un valor aproximado de 5 millones.

La voluntad del Vaticano de que las cenizas sean conservadas en un nicho especial, también requiere de una inversión adicional. El valor de los nichos se cobran según su ubicación: los costos varían entre $690.000 y $992.000 por una sola vez, a lo que hay que sumarle un pago anual por administración que no supera los $100.000.