El Heraldo
Destrucción total se registró en la sede de la Dian en Paraguachón, La Guajira. Sandra Guerreo
La Guajira

Una hora de horror en La Raya, donde lo que ‘llovió’ fue piedras

Esto fue lo que vivieron en Paraguachón los corresponsales de EL HERALDO tras el ataque de unas 50 personas que dañaron vallas y saquearon las oficinas de la Dian.

El sueño de todo periodista es estar en el momento en que se produce una noticia, sin embargo esto generalmente no sucede. Quienes ejercemos esta profesión llegamos algunas veces  después de que ocurre el hecho.

Sin embargo, esto fue lo que pasó el miércoles 26 de septiembre pasadas las 9:30 de la mañana, cuando quienes somos los corresponsales de EL HERALDO en La Guajira, llegamos al corregimiento fronterizo de Paraguachón para evidenciar si había algún despliegue de tropas militares por parte de Venezuela, como se había visto en otras zonas limítrofes.

Como ya habíamos indagado sobre el tema con algunas fuentes que tenemos en esta zona del departamento, pensamos que al llegar íbamos a encontrar el mismo panorama de los últimos meses: venezolanos llegando con mudanzas, en camiones, muchos entrando de manera legal, otros por las trochas, y el movimiento habitual de cambistas, vendedores ambulantes, carretilleros, transportadores, etc.

Pero la situación con la que nos topamos fue completamente diferente. Desde que pasamos el pequeño puente que está sobre el río Paraguachón, nos dimos cuenta que algo sucedía, porque vimos gente corriendo, mirando hacia el sector de La Raya, la zona que separa a los dos países, escuchamos gritos y muchas más motos y vehículos que lo acostumbrado.

Efectivamente, sí estaba pasando algo inusual. Minutos antes de nuestro arribo se había presentado la incautación de las divisas que cambian unas 30 personas en el pueblo, a los que llaman ‘cambiadores de bolívares’. El operativo fue llevado a cabo por la Dian y el Ejército Nacional,  cuyos miembros estuvieron acompañados por uniformados de la Policía Fiscal y Aduanera, Polfa.

“Se llevaron todo lo que teníamos para trabajar”, nos dijeron apenas entramos en contacto con varios de los afectados. Afirmaron que no solo eran bolívares los que tenían, sino dólares y pesos colombianos.

Ellos están cada uno en una mesa pequeña, con dos o tres sillas para los clientes. Se ubican debajo de los árboles o en algún local para, de manera informal, realizar los cambios de moneda que requieran quienes entran y salen del país.

Ambiente enrarecido

 Se conocen perfectamente todos los cambios que ha tenido el bolívar en el gobierno del presidente Nicolás Maduro, y al día siguiente de cada anuncio que se hace en Venezuela ya los cambiadores están abastecidos con los nuevos billetes.

En el momento que estamos conversando con ellos nos dimos  cuenta que no era una protesta pacífica y que había mucha gente con rabia que rechazaban la forma en que llegaron las autoridades a realizar la incautación de las divisas.

Ya habían destruido la oficina satélite de la Dian que se encuentra en la calle principal de Paraguachón y también saqueado la edificación de este organismo, llevándose computadores, aires acondicionados, sillas, mesas y equipos de oficina, por lo que comenzamos a tomar fotografías y a evidenciar en videos lo que había pasado y estaba pasando aún, porque seguían rompiendo vidrios y sacando cosas de esas instalaciones.

Los manifestantes, entre los que estaban varios de los afectados, vendedores,  trabajadores informales, venezolanos y colombianos, seguían gritando, quejándose y mirando a su alrededor para ver contra qué descargaban su rabia.

No había un líder visible, pero uno de ellos gritó que también debían romper las vallas de Migración Colombia en el sector de La Raya, donde hay un puesto de control para la entrada de venezolanos.

Hacía allá corrió la muchedumbre, aunque antes de comenzar a destruir los bienes de Migración, persiguieron a un muchacho que grababa todo con su celular, lo acorralaron, lo golpearon y le quitaron el teléfono.

Algunos pensaron que era un periodista, pero no, se trataba de alguien que quería grabar, quizás para difundir en sus redes sociales.

Posteriormente siguieron con el propósito que tenían, que era destruir las vallas y la carpa que habían colocado en ese lugar.

Las tiraron, algunas se las llevaron para el lado venezolano, rompieron  todo lo que encontraban a su paso  y seguían gritando en contra del operativo que llevaron a cabo la Dian y el Ejército.

Como era nuestro deber, el  fotógrafo de este medio Héctor Palacio seguía tomando fotos mientras yo seguía grabando con mi celular todo lo que pasaba. 

Sin embargo, dos personas pertenecientes a la etnia wayuu, no sabemos si colombianos o venezolanos, decidieron que no estaban de acuerdo con nuestra labor y le arrebataron la cámara fotográfica a Palacio, la cual llevaba en su cuello y la llevaron al lado venezolano. Como esa es su herramienta de trabajo, él quiso quitársela, jalando el cordón que tiene, y en el forcejeo los atacantes la tiraron al piso y la rompieron.

Cerca de allí había unos cinco soldados del Ejército colombiano, pero no pudieron hacer nada porque si pasaban al otro lado de la frontera podrían haberlos acusado de violar la soberanía de Venezuela.

Aunque el miedo nos invadió, le reclamamos a estas personas por lo que habían hecho, ante lo cual amenazaron con también quitarnos nuestros celulares, donde teníamos fotos y videos de lo ocurrido. Fue una ‘lluvia’ de piedras que nos tocó aguantar, al igual que otros funcionarios y agentes, por parte de unas 50 personas.

Por este motivo corrimos y nos refugiamos en las oficinas de Migración Colombia, edificación a la cual no habían atacado y, aunque había dos vigilantes, los funcionarios estaban temerosos de que también pudieran ser objeto de una arremetida, sobre todo porque no había presencia policial.

Allí permanecimos para seguir haciendo nuestro trabajo y denunciar el hecho que consideramos una violación al derecho que tenemos los periodistas de informar a la comunidad lo que ocurre en este territorio guajiro.

A pesar de que informamos a las autoridades, ninguna se acercó al lugar donde estábamos  para brindarnos protección, y la Policía solo llegó  a Paraguachón cuando los manifestantes habían decidido parar con sus ataques.

Agradecemos la solidaridad de nuestra empresa y de los demás medios de comunicación locales y nacionales, así como de la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP.

 

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