El Heraldo
Familiares acompañaron el sepelio de Daniela.
Judicial

“Ya él venía diciendo que la iba a matar”: familiares de Daniela

Familia asegura que el homicida le pegó antes de matarla. Cercanos al principal sospechoso se habrían mudado del barrio.

El dolor que sentían los familiares de Daniela Espitia Flórez se agravó cuando le vieron el rostro.  “Él la golpeó antes de matarla. Está irreconocible”, dijeron en la mañana de este miércoles, mientras transcurría el sepelio de la joven de 21 años que fue asesinada el lunes en una habitación de un motel, en el Centro de Barranquilla. 

Pese a que no esperaban tan trágico desenlace, a los familiares de la joven no les sorprende que el principal sospechoso del crimen sea su expareja, Deimer Díaz, pues aseguraron a EL HERALDO que desde que iniciaron su relación, cuando ella tenía apenas 13 años, los maltratos eran reiterados. 

“Ya él venía diciendo que la iba a matar. Le decía a su familia que él les iba a avisar y se iba a volar”, destacó uno de los familiares que asistieron ayer al sepelio de Daniela en el cementerio Calancala. Dijeron que ella ya lo había denunciado por violencia. 

“Eso fue como a los 15 días de ella haberse ido de la casa en la que vivían, en mayo. Él se le metió allá (casa materna de Daniela) y le partió la puerta, le pegó a ella, le pegó a la niña y llegó a empujar a la hermana que estaba en embarazo. Ahí fue donde ella tomó represalias y le hizo las denuncias”, relató una allegada a Daniela que prefirió reserva de su identidad. 

Ella aseguró que  a Deimer Díaz “le lavaron la cabeza con eso de que ya ella estaba con otra persona”, y por eso habría ido con violencia hasta la casa familiar de los Espitia Flórez.

En ese momento, dijo la allegada, Daniela resultó con una herida en el rostro, y su hija, de apenas cinco años, obtuvo un golpe en la cabeza que llevó a que le hicieran tomografías para descartar afectaciones internas graves. 

Entonces, Daniela tomó la decisión de no callar y de solicitar que las autoridades impusieran una orden de alejamiento contra el padre de sus hijos. 

“Le decían que tenía que llevar las denuncias al CAI y ella hizo todo ese proceso, pero eso quedó hasta ahí. Le dieron su orden de alejamiento, pero quedó hasta ahí”, relató la fuente. 

Esta aseguró que la Policía no le había hecho visitas, pero sí el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) “por los niños, para ver cómo estaban y todo eso”. 

Desde aquella vez no habían vuelto a saber de Deimmer Díaz y desconocían si Daniela seguía en contacto con él, pues ella “era muy reservada con esas cosas, porque sabía que no lo aceptaríamos sabiendo cómo era ese hombre con ella”. No habían escuchado de  Deimmer sino hasta el día del homicidio. 

Agresiones físicas y verbales. Allegados a la joven víctima también aseguraron que la muerte había sido la principal amenaza de su expareja. 

“Su comportamiento no era normal, la verdad. Era agresivo, impulsivo, una persona obsesiva que consumía drogas”, contó uno de los familiares de Daniela. 

Por su parte, vecinos del barrio Villa del Carmen, de Soledad, donde vivían Daniela y Deimmer, dijeron que él no lograba permanecer en los empleos y que tendría anotaciones judiciales. 

“Él se dedicaba a estar todo el tiempo robando y haciendo desastres por la calle”, afirmó una persona.

Todos los consultados por este medio aseguraron haber sido testigos de las supuestas agresiones físicas y verbales del hombre contra la hoy fallecida. 

El desenlace de la historia de Daniela se dio el pasado lunes cuando se encontró con un hombre –que según sus familiares sería presuntamente Deimmer Díaz– en una residencia del Centro de Barranquilla, a la 1:25 de la tarde. Cerca de dos horas después la hallaron sola en la habitación, desnuda, con heridas en el pecho por arma cortopunzante y sin vida. 

Su compañero había salido antes de que el reloj marcara las 3:00 de la tarde,  llevaba el bolso de Daniela y sonreía, sin que los trabajadores del motel se percataran del estado de la joven.

Hoy, se desconoce el paradero del padre de los hijos de Daniela, quienes ya piden por su madre que estará por siempre ausente. 

“Él vivía ahí en el barrio con su abuela, su hermana, con sus tías, y todos se fueron” después del homicidio, indicaron.

Este miércoles, a las11:00 de la mañana, un total de 13 personas acompañaron a Daniela Espitia hasta su última morada: una bóveda en el centro del bloque DB10 del cementerio Calancala, de Barranquilla. A las afueras del cementerio les esperaban al menos 30 familiares más que habían llegado en un bus contratado para movilizarlos desde Soledad.

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