El Heraldo
Judicial

Comenzó despedida de las víctimas

El joven pescador fue sepultado este jueves en el corregimiento de Puebloviejo.

Con resignación y aún incrédulos ante lo sucedido, los familiares de James Alberto Carbonó Mendoza le dieron el último adiós, tras su fallecimiento como resultado de las quemaduras que sufrió en el 90 por ciento de su cuerpo, durante el incendio de un carro cisterna la mañana del lunes, en Tasajera.

Su padre, que tiene su mismo nombre, recordaba sollozante ante el féretro las palabras que la noche anterior a la tragedia le dijo, cuando lo visitó en su rancho del barrio Adonai: “Papi, mañana me voy a rebuscar temprano”.

Lo que jamás pensó era que su hijo, en una forma poco sensata del rebusque, encontraría la muerte. “Cuando me dijeron que él había quedado herido en la explosión del carro no lo podía creer”, anotó.

“Esta tragedia me ha partido el corazón”, dijo su madre, Mercedes Maldonado. Y aunque reconoció que hubo imprudencia de las personas que se agolparon alrededor del camión cisterna, expresó que “la policía debió intervenir para evitar que lo hicieran”.

El triste adiós

El sepelio partió del barrio Adonai, donde el joven, de 21 años, vivía con su mujer Angie, con quien soñaba tener un hijo, pues ya habían perdido uno en la gestación. Horas antes, sus amigos protestaron sobre la Troncal del Caribe, por el olvido a que el Gobierno nacional tiene sometido a Tasajera.

En una pancarta plasmaron un mensaje que reflejaba el inconformismo que sienten por la desidia y orfandad oficial. “James representa el hijo del pescador abandonado por el Estado”, se leía.

“Nos unimos al dolor que hoy embarga a su familia y pedimos a todos sus coterráneos unirnos en oración para despedir a este muchacho que nos deja un gran vacío”, dijo el alcalde Fabián Obispo, quien acompañó el sepelio.

El joven había sido remitido al hospital Universitario Julio Méndez Barreneche, de Santa Marta, y de allí trasladado a la Clínica Reina Catalina, de Barranquilla, en donde dejó de existir.

Responsable y trabajador

James Alberto Carbonó había nacido en el hogar formado por James y Mercedes. Era el único varón de una prole en la que hay cuatro mujeres. Solía acompañar a su padre en las faenas de pesca en la Ciénaga Grande de Santa Marta, pero igualmente se rebuscaba en el mercadito del pueblo, pues se caracterizaba por ser una persona responsable.

Era tan consciente de su compromiso y deberes, que el día de la tragedia, con su cuerpo quemado, cuando era trasladado al hospital San Cristóbal, de Ciénaga, se detuvo para entregarle la billetera a un amigo, a quien le dijo: “Ahí hay $12.000, llévaselos a Angie (su mujer)”.

James, el padre, manifestó que su hijo era un buen muchacho al que le gustaba el fútbol. “También era un buen amigo”, precisó.

El compungido papá llamó la atención de los jóvenes de Tasajera, a quienes exhortó a no hacer más lo que sin medir las consecuencias hicieron luego de accidentarse el vehículo, y manifestó que esto debe quedar como experiencia.

“Hay que tomar conciencia para que esto no vuelva a ocurrir”, puntualizó.

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