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‘Los Rastrojos’, sospechosos del asesinato de ‘Gabi’ Daza

Archivo Wildon Daza, la mañana del 4 de octubre, a las pocas horas de ser arrestado por la Policía.

Las autoridades policivas de Barranquilla sospechaban desde noviembre pasado que, presuntamente, una banda criminal había ordenado matar a Wildon Gabriel Daza Mejía, acribillado este jueves al mediodía en la calle 82 con carrera 49C, barrio Alto Prado.

La hipótesis surgió al relacionar las circunstancias en que fueron asesinados el comerciante guajiro, Moisés Barros Zimmerman, y del palmicultor, Juan Amaya García, el 7 y 8 de ese mes respectivamente.

De hecho, en su edición del 10 de noviembre EL HERALDO informó que la Policía Metropolitana indagaba si ambos homicidios eran equivocaciones, puesto que el blanco de los sicarios era un exmiembro de la banda de Los 40 que, poco antes, habían dejado libre.

Para los entes de seguridad no fue coincidencia que en los sitios de los dos atentados habría estado un hermano del exconvicto. Tampoco que los pistoleros actuaran con sevicia: le propinaron 12 balazos a Barros, y 15 al segundo.

Barros, de 57 años y esposo de la exacaldesa de Riohacha Eira Gómez Van-Grieken, fue baleado en la carrera 43B con 84. Amaya, en el lavadero de carros Deluxe ubicado en la calle 90 con carrera 65.

El otro eslabón de este mortal rompecabezas fueron las declaraciones de los familiares de Amaya. Afirmaron que la propia Policía les dijo que por similitudes físicas los sicarios lo confundieron “con el miembro de Los 40 que supuestamente están buscando para matar”.

Desde Cali. El ‘encargo’ sobre alias Gabi Daza fue conocido durante la investigación de los Grupos de Bandas Criminales y de Homicidios de la Sijín contra la red de sicarios al servicio de Los Rastrojos en el barrio La Pradera.

Además de identificar a la mayoría de presuntos integrantes de la estructura—cabecillas y subalternos— y de capturar a 10 entre el 27 y 28 de marzo pasado, la Policía Judicial descubrió los crímenes que cometieron y quiénes eran sus potenciales víctimas. Uno de esos ‘trabajos’ era Daza.

Los agentes establecieron que la misión fue encomendada a Edison Acevedo López, alias El Cucho o Viejo, asesinado el pasado 17 de marzo en su natal Cali, antes de los arrestos y a pesar de tener detención domiciliaria en Barranquilla por porte ilegal de armas.

De Acevedo, los organismos de seguridad de Cali comunicaron que allí también planeaba homicidios y extorsiones, le pagaba a sicarios, suministraba y guardaba armas, conseguía abogados para los detenidos, reclutaba personas y manejaba los negocios con droga.

Las informaciones de inteligencia indican que El Cucho llegó a Barranquilla en febrero de 2010 procedente de Cali para consolidar el poder de la banda en esta ciudad. Para ellos, trajo consigo del Valle del Cauca a varios adolescentes de su confianza para, exclusivamente, cometer asesinatos.

Casualmente, las pesquisas preliminares por los atentados a Barros y Amaya se refieren a sicarios de “aspecto joven”.

¿Traición?. Las posibles razones para matar a Daza, señaló un investigador consultado por EL HERALDO, es “el control total de la droga. Los Rastrojos quieren ser los únicos dueños del microtráfico en la ciudad. Su muerte es un mensaje para quienes se opongan”.

De hecho, el comandante de la Policía Metropolitana, general Óscar Pérez, afirmó que en el presente año Daza “estaba delinquiendo con alias Jota Jota o Insignares”, uno de los señalados cabecillas de la banda en la Costa.

Después, el Oficial declaró lo que podría interpretarse como una retaliación interna de Los Rastrojos: “Gabi Daza, un delincuente violento, mito de inseguridad, fue asesinado por un ajuste de cuentas entre los mismos delincuentes”. “Hoy (el jueves), insisto, fue asesinado por los mismos delincuentes a los que él sirvió por tantos años”, remató Pérez.

Ocultaba su nombre. Daza ocultaba este jueves su identidad, como en vano lo hizo el 4 de  octubre de 2009 al ser capturado en la carrera 55 con calle 82 del barrio El Golf. Ese día dijo llamarse Gustavo Enrique Salas Linares, con  el documento 72.148.905.

“Se estaba identificando con una cédula que no era suya, estamos analizando esas mismas evidencias en el vehículo”, reveló tras el crimen el comandante de la Policía Metropolitana, general Óscar Pérez.

Por falsedad material en documento público, el Juzgado 3 Penal Municipal de Santa Marta le impuso el 1ro. de julio de 1999 medida de aseguramiento a Daza, por un proceso penal en la antigua Ley 600.

Estaba armado. El Comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla (Mebar) también corroboró el jueves, en rueda de prensa con los medios de comunicación, que “en el momento en que lo asesinaron (Daza) portaba una pistola Glock, calibre 9 milímetros, con 15 cartuchos para la misma”. Al preguntársele por qué ningún retén de la institución detectó que estuviese armado, el Oficial aseguró que su falsa identidad dificultaba esta labor.

Por Redacción Judicial

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