El Heraldo
Nayis del Carmen Monterrosa Castro, de 30 años, y de Rafael Antonio Gutiérrez Arrieta, de 33. Tomada de Internet
Judicial

Asesina a su mujer y muere en accidente al huir de la casa

Rafael Gutiérrez Arrieta asesinó a su pareja Nayi Monterrosa Castro en su casa en el barrio Villa Estadio, de Soledad, y luego se quitó la vida chocando contra un bus. 

En la calle 68E con carrera 19 estaba en  un inusual silencio a la 1:30 de la madrugada de este martes. 

A estas horas, los vecinos escuchaban noche tras otra los gritos y peleas entre Rafael Gutiérrez Arrieta y Nayi Monterrosa Castro. 

Este martes, cuando él la apuñaló en su cama, en presencia de su hijo de 5 años, solo escucharon, la puerta de la casa abrirse de manera abrupta y el sonido de una moto que se alejó entre el barro y la piedra de la vía que conduce  desde el barrio Villa Estadio hacia la avenida Murillo. 

El hijo salió segundos después de la residencia ubicada en el primer piso de una edificación de cuatro apartamentos. 

“Mi papá mató a mi mamá y se enterró el cuchillo el mismo”, recuerda Gladys Carracedo, vecina de la casa, las palabras del niño. 

La huida de Rafael Gutiérrez en su moto lo llevó a conducir en contravía sobre la avenida Murillo. Según versiones que maneja la Policía, se lanzó voluntariamente en la vía de un bus de la empresa Brasilia que hacía escala en Barranquilla en su ruta Montería-Maicao. 

Una historia de maltrato 

La unión, que comenzó hace tres años, tuvo un inicio convencional. Rafael, que se dedicaba al mototaxismo, conoció a Nayi en el puesto de arepas que atendía en el barrio Las Moras. 

El hombre le prestaba el servicio de transporte a su casa todas las noches a la nacida en Tarazá, Antioquia, hasta que en uno de esos viajes se enamoraron.  

Nayi había venido a Barranquilla luego de que su padre y su madre murieran a manos de la guerrilla en Antioquia. Tenía cinco hijos de una relación anterior con su pareja en su municipio natal. Dejó a su anterior pareja hace 4 años, luego que este la maltratara física y verbalmente, y vino a Barranquilla a vivir con su hermana junto al menor de sus hijos. 

Por su parte, Rafael también tenía una hija de una relación anterior. 

La pareja residía en su vivienda actual en Villa Estadio desde hace dos años con el hijo menor de ella, quien reconocía a Rafael como su padre. 

Las relación entre ellos

Yudis Monterrosa, la hermana mayor que la acogió recuenta el vínculo de esta pareja como “una relación de apariencias”. 

Esta sentencia resuena dolorosamente en los oídos de Manuel Gutiérrez, padre del victimario, quien había visto a la pareja el sábado pasado en un quinceañero familiar. “Los problemas que ellos tenían los resolvían internamente”, dijo. 

No sabía que el 20 de marzo, Rafael, ante una sospecha de infidelidad de su mujer, había destruido la puerta, la vajilla, el abanico y otros utensilios de cocina de su casa. Ni que un día después había reemplazado todos estos artículos buscando el perdón de Nayi. 

No tenía conocimiento que Rafael, en ataques de celos, en lugar de hacer carreras en su moto se quedaba todo el día en el trabajo de su mujer solo para ver con quien hablaba. 

A la entrada de las instalaciones de Medicina Legal los parientes de los dos fallecidos se encontraron. 

“Ellos no permitían cercanía entre las familias, se encerraron en su propia relación”, le dice el señor Gutiérrez a la hermana de la fallecida. 

“Él tenía una obsesión, y cuando tomaba trago todo se ponía peor”, responde Yudis ante un padre que principia un llanto, comienza a enterarse de la realidad. 

“¿Por qué nunca dijo nada? Nosotros la hubiéramos ayudado”, replica el padre sacudiendo su cabeza. 

“Él me había dicho hace ocho días que la iba a dejar, ella me dijo que se iba de la casa”, concluyó el intercambio la hermana con tres frases en sucesión. 

Nayi nunca lo denunció, nunca se quejó abiertamente ante su familia, lo que averiguaron fue por comentarios que ella hacía de vez en cuando a su vecina y a su cuñado. 

“Ella dijo que no quería dormir en la casa anoche, que presentía que algo iba a pasar. Él nunca le pegó”, finalizó la hermana, ya sin energía, su cabeza recostada en el hombro de su esposo.

Reacción

La consejera presidencial para la Equidad de la Mujer, Martha Ordóñez, aseguró que se han hecho comités de seguimiento con funcionarios con la Alcaldía de Barranquilla, Medicina Legal, Fiscalía, comisarías, para promover su derechos y “que se les cumpla a las mujeres el acceso a la justicia”. Ordóñez agregó que para las autoridades, una forma de prevenir los crímenes es la denuncia, “porque podemos evitar una muerte”. También dijo que es necesario que se implemente una política en la que las mujeres maltratadas puedan ser enviadas a refugios, incluso con sus hijos.

Atlántico ocupa primer lugar en feminicidios

En el lapso del primero de enero hasta el cinco de abril de este año, 24 mujeres fueron asesinadas por sus parejas y exparejas.  Sin embargo, hasta el día de ayer el número de feminicidios en el Atlántico llegó a 8, colocándolo primero en el escalafón sobre Bogotá y Bolívar que ocupan el segundo y tercer puesto respectivamente con cuatro cada uno. En 2016, en este mismo espacio de tiempo habían ocurrido cuatro feminicidios en el Atlántico. Los datos recogidos por la Consejería y el Instituto de Medicinal Legal especifican la forma de muerte de las 24 mujeres: 12 fueron con arma cortopunzante, cuatro por asfixia e igual número por arma de fuego. Tres por arma corto contundente y uno con contundente. 

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