Luis Carlos RincónLas ruinas de las casas evacuadas son focos de delincuencia.

Además de la intranquilidad por las fallas estructurales del terreno que tienen en riesgo a doce casas en Campo Alegre, la comunidad ahora está atemorizada por la ola de atracos, asaltos y raponazos que se viene presentando en el sector a cualquier hora del día.

En diciembre, en diez días, dos casas fueron blanco de los delincuentes. La primera fue la de la familia Ramírez, ubicada en la carrera 41F No. 84C-80, asaltada en la tarde del 21, cuando todos sus habitantes habían salido.

Carlos Ramírez recuerda que ese día asistieron a un almuerzo familiar y cuando regresaron estaba abierta la puerta de una oficina localizada en el primer piso de su vivienda, la cual tiene en arriendo un contador público.

Allí se robaron un aire acondicionado, unos computadores, entre otros elementos del profesional. El marco de la puerta de aluminio había sido forzado, al parecer, con una ‘pata de cabra’.

De los ladrones no hay ninguna pista, debido a que esa es la única residencia habitada en la cuadra. Sus vecinos se fueron desde hace varios meses, luego de que el Distrito de Barranquilla les compró sus deterioradas casas.

<b>Otro robo.</b> El 31 de diciembre la víctima del hampa fue Silvia Berdejo, quien se llevó tremendo susto a las 2 p.m. cuando llegó a su vivienda, en la carrera 41E2 No. 84D-20, y encontró a un ratero escapando por un hueco que abrió en el techo de su habitación.

“Yo venía de una peluquería y apenas entré a la casa sentí un ruido en mi cuarto. Vi a un hombre con un maletín trepado en el tejado y de inmediato salí corriendo para pedir auxilio”, cuenta la afectada.

Cuando pudo avisarles a los pocos vecinos que le quedan, que están a una cuadra, porque los que tenía más próximos también evacuaron, el ladrón ya había tomado ventaja.

Alcanzó a llevarse varias joyas, perfumes, zapatos y 800 mil pesos que Berdejo tenía guardados en su armario.

La comunidad atribuye esta preocupante situación a la soledad del barrio y a la falta de vigilancia de la Policía.

Las doce familias que quedan en el denominado sector 6 de la zona de riesgo denuncian que las ruinas de las casas evacuadas se han convertido en guaridas de delincuentes y drogadictos que esperan la oportunidad para atracarlos.

Por Víctor Ovalle Gil

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