El Heraldo
Eliel Riccioli, sobrino de la víctima; Daniel Silva, señalado del asesinato; y Álex Montes, propietario de la tienda donde trabajó el venezolano. José Capela
Judicial

El enigma tras la muerte de Carmen Riccioli en San Felipe

Conocidos del joven venezolano en B/quilla respaldan su inocencia y dicen que no estaba en la ciudad para la fecha. Familiares de la víctima insisten en que es culpable.

Luego del video que hizo circular Daniel Enrique Silva Morillo, en el que el venezolano señalado por el asesinato de Carmen de Jesús Riccioli Castro dijo ser inocente, EL HERALDO buscó a la familia y conocidos de la víctima quienes entregaron su opinión al respecto.

En la casa ubicada en la calle 68B con calle 25B del barrio San Felipe y hasta donde hace unos días vivía la mujer de 58 años, sigue funcionando el negocio de deditos horneados. Eliel Riccioli, sobrino de la víctima, es el único que habita el inmueble.

“Aquí nadie cree eso del video, porque yo lo conocí cuando él trabajó con mi tía la primera vez hace unos cuatro meses en la casa donde ella vivía antes. Yo también trabajaba con ella y cuando él llegó mi tía me pidió que lo evaluara a ver cómo le iba. Yo lo traté y me dijo que era de Maracaibo”, dijo Riccioli.

Según el hombre de 25 años, el venezolano, a quien identificó como Daniel Silva, le ayudaba en las labores de horneado y empacado de los productos y pese a que todo marchaba, a Riccioli no le terminaba de “cuadrar” del todo.

“Un día le comencé a preguntar sobre qué le parecía el trabajo y qué le parece mi tía y él me dijo que ella era muy ‘jodona’, que lo mandaba a hacer muchas cosas al tiempo y eso le daba mucha rabia, incluso me dijo: ‘a veces provoca meterla dentro del horno’. Yo le notaba que tenía una mala actitud, con el tiempo yo me fui porque me salió otro trabajo y él también se regresó para Venezuela”, sostuvo.

Eliel señaló que el pasado sábado 5 de enero habló con su tía vía celular y me contó que el venezolano la había contactado otra vez para trabajar.

“Yo la llamé para saludarla y disculparme por una discusión que habíamos tenido, me contó que estaba recién mudada y que a partir del martes comenzaría nuevamente con la entrega de pedidos. Al preguntarle que con quién estaba trabajando me contó que otra vez estaba con Daniel Silva, el del lunarcito cerca al labio”, dijo Riccioli.

Sin embargo, la versión sobre que Silva Morillo está desde el pasado 19 de diciembre la corroboran dos personas que conocieron a Carmen de Jesús.
El propietario de una tienda cercana a la vivienda donde ocurrieron los hechos, quien pidió reserva de su identidad, aseguró tajantemente que “ese que ha salido en los periódicos no es el asesino”.

“A ese muchacho (Daniel Silva) nosotros lo conocemos porque él trabajó con ella hace rato, pero él se regresó para Venezuela 15 días antes del 31 de diciembre, cuando la Fiscalía vino a preguntar yo les dije que ese no era. Ella ahora último tenía otro venezolano, moreno oscuro, como de 25 años, más o menos, que era ‘malacaroso’, ese muchacho la estuvo esperando el pasado lunes en la noche como a eso de las 8:00 p.m. se tomó una gaseosa aquí y se sentó en el muro a esperarla, al día siguiente la encontraron muerta”, dijo el vecino.

El tendero también indicó que ese otro venezolano, que a su juicio sería el asesino de Carmen, tenía rato viviendo con ella.

“Desde que ella llegó al barrio, hace mes y medio, nosotros lo veíamos por aquí, a veces venía aquí a comprar”, indicó.

EL HERALDO consultó también al que fuera el patrón de Silva en el que, según indicó, había sido su último trabajo en Barranquilla antes de partir a Venezuela.

En la tienda ubicada en la calle 54 con carrera 33, en  el barrio Lucero, su propietario Álex Montes no solo amparó la versión dada por el joven venezolano sobre su viaje, sino que aseguró que este es “incapaz de cometer un acto así”.

“Ese muchacho es muy buena persona, yo lo tuve aquí por seis meses, desde junio hasta el 19 de diciembre que se fue a ver a su mujer y su hija. Soy testigo que durante ese tiempo él no salía a ningún lado, cuando tenía días libres se iba para mi casa o a donde una amigo de él que tiene una barbería aquí frente a la tienda. De hecho, él ya había estado en 2017 acá y luego trabajó con un colega en un bar en El Pueblito y luego regresó conmigo”.

Tanto Álex como su esposa Patricia dijeron sentirse asombrados por lo que se dice de Daniel Silva.

“Este muchacho conoció a la señora porque ella llegaba todas las mañanas a traer el pedido, venía en un taxi o la traía un trabajador de ella en moto que también se llama Daniel”, dijo Montes

Incluso, el día que se enteraron de lo ocurrido, se comunicó con Silva vía Whatsapp para informarle que su nombre sonaba como sospechoso del crimen.

El 19 de diciembre, según Montes, Daniel terminó su labor en la tienda a las 6 de la tarde y un amigo suyo lo llevó hasta la rotonda de la calle 17 a tomar el autobús que lo reuniría de nuevo con su familia en el vecino país.

El protagonista de esta enigmática historia, Daniel Silva Morillo, respaldó esta versión con una fotografía que hizo llegar a esta casa editorial donde se observa hora y fecha en que fue tomada en el lugar donde abordó el transporte.

“En la foto estoy con mi amigo y vecino de la tienda donde trabajé, Jairo, que me llevó a la 17 a tomar el bus esa noche”. 

El joven, padre de una menor de 1 año de edad, desconoce cómo su nombre pudo llegar a sonar entre la familia Riccioli y por qué esta lo señala como autor del homicidio.

“Yo les aseguro que nunca trabajé con ella, estuve en la tienda y antes de ahí en un bar. Mi jefe les puede asegurar que yo en cuanto dejé de trabajar me vine a mi país y aquí sigo”, sostuvo Silva.

El venezolano cree que alguien de la familia Riccioli “tiene que ver con el daño que le hicieron a la persona”.

Las autoridades siguen sin pronunciarse sobre este caso que, vale la pena recordar, fue el primer crimen contra una mujer en este 2019. Aunque la Policía Metropolitana señaló tener identificado al autor, no hay capturas aún.

Daniel Silva dice sentir temor de volver a Colombia y aunque la necesidad es apremiante, pues urge venir a trabajar para sostener a su familia, “la situación está complicada”, dijo.

“Yo tengo miedo a muchas cosas allá. De la familia y de la gente que me culpa. Mi Facebook está lleno de amenazas de muerte de gente con los mismos apellidos de la señora. Ellos me tienen que estar confundiendo con el último trabajador que ella tenía que también se llama Daniel y a lo mejor dicen mi nombre pensando que yo soy él, pero somos distintos. Yo soy inocente”, concluyó.

 

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