El Heraldo
Isabel Orozco (der) y un familiar lloran al recordar a Freddys Echeverría Orozco. Hansel Vásquez y Jesús Rico
Judicial

“El dolor sigue intacto”: familiares de los policías

EL HERALDO dialogó con los padres y cónyuges de los oficiales muertos en el atentando de la Estación San José, ocurrido hace un año.

Con motivo del primer aniversario del atentado en la Estación San José de Barranquilla, perpetrado por el grupo guerrillero Eln el 27 de enero de 2018, EL HERALDO buscó a tres familias del Magdalena que perdieron a su familiar en el acto terrorista.

Estos patrulleros muertos fueron: Fredy de Jesús López Gutiérrez, de 27 años, oriundo de Ciénaga (Magdalena); Freddys de Jesús Echeverría Orozco, de  24 años, nacido en el corregimiento de Isla del Rosario, Pueblo Viejo y Yamith José Rada Muñoz, de 29 años, natural de Santa Marta. 

Si algo hubo en común entre todas, es que el “dolor sigue intacto” desde aquel día.

“La muerte no hemos podido superarla y no creo que lo hagamos”, dijo Isabel Orozo, madre de Freddys de Jesús Echeverría.

Por su parte, los padres de Fredy López Gutiérrez, coincidieron en que el proceso lo ven lento y pidieron a las autoridades competentes que los crímenes no queden en la impunidad.

“Las audiencias las aplazan mucho, se ha dilatado el proceso”, dijo Benjamín Alfonso Herrera Sandoval, padre de Fredy.

Por su parte, Betty Muñoz, madre de Yamith Rada, señaló que espiritualmente perdona a los asesinos, pero que la justicia ordinaria los “condene a todos”.

 

Freilys, el sueño que Fredy no conoció
Madeleine recordando a su compa-ñero Freddy de Jesús López.

“Aún no acepto que él no está, hay momentos en que espero todavía su llegada”. Madeleine Márquez inicia con esa frase y de inmediato se quiebra su voz. Pero toma fuerzas y logra confesar que fueron los “mejores 15 años” de su vida “a su lado”.

La mujer era la compañera sentimental del patrullero cienaguero Freddy de Jesús López Gutiérrez, de 27 años, quien llevaba ocho años en la Policía Nacional, exactamente en la estación San José de Barranquilla, donde ocurrió el atentado.

Para Madeleine lo más importante para Fredy era su familia. “Podía venir muy cansado a la 1:00 a.m., que jugaba en la mañana muy temprano con Freile (hijo de 6 años)”, dijo la mujer, quien añadió que el niño a veces se pone en la ventana “esperando a que llegue su padre”.

Es por eso –dijo la compañera– añoraba tener otros dos hijos, en específico unas gemelas.

Ante esto, desde hace más de 3 años comenzaron a gestar ese sueño. A los pocos meses, Madeleine queda embarazada y la felicidad se tomó la familia por tres meses, debido a que “por designios de Dios” perdió el bebé.

“Fue muy duro eso para él (Freddy). Pidió un permiso el día que sucedió y estalló en llanto en la casa”.

Luego de un tiempo, ambos decidieron seguir buscando a la niña o niñas para la familia. El 25 de enero de 2018, dos días antes que sucediera el atentando, el patrullero le dijo que tenía fe que había quedado embarazada ese día y lo empezó a divulgar con todos los familiares.

Al pasar un poco más de dos semanas, el hermano de Madeleine le insistió en que se hiciera una prueba de embarazo porque creía que Fredy tenía razón. A pesar de que no creía, ella accedió a hacérsela, la cual salió positiva.

Al pensar en el nombre, la mujer confiesa que no hubo necesidad de pensarlo, ya que el mismo Fredy fue quien lo colocó. Luego del atentado, la Policía les entregó unas pertenencias, entre las que se encontraba un papel, donde había dos nombres.

“Freilys y Freisys. Esos eran los nombres que quería para las gemelas”, contó.

En octubre pasado, el sueño de Fredy, Freilys de Jesús, nació, pero el patrullero no la pudo conocer.

 

“Yossimar no quería ser policía”
Diana Sánchez, compañera sentimental de Yossimar Márquez.

La falta de recursos económicos en la familia Márquez Navarro no permitió que Yossimar cumpliera su deseo de ser abogado. “Una carrera de derecho era algo que no podíamos pasar así que él me dijo que si no podía ser abogado entonces sería policía y aprendió a amar su profesión”, contó Candelaria Navarro, madre del uniformado que perdió la vida en el atentado terrorista en la estación San José.

Cinco años duró la carrera del hombre natural de Sucre, Sucre de los cuales tres tenía de estar sirviendo desde la estación donde ocurrió el hecho. Tenía 28 años, una esposa, una hija de tres años para la época y una en camino que no alcanzó a concer: Luciana.

“Ella es igual a su padre, la miro y es como ver a mi hijo en ella. Sus hijas son el consuelo para esta pérdida tan grande, insuperable para mí, porque él no solo era mi hijo, era el amigo, el que me acompañaba y me ayudaba, siempre estaba pendiente de mi”. Candelaria lleva un año vistiendo de negro, la sonrisa aparece efímeramente en sus labios, más las lágrimas de dejan caer cada que habla de Yossimar.

La pequeña de ocho meses, de ojos rasgados y piel canela gatea en la sala del apartamento donde Yossimar vivía con su compañera sentimental, Diana Sánchez.  Luciana no lleva el apellido de  su padre, Diana la tuvo que registrar con los suyos para que pudiera tener acceso a la salud, ya que la Policía “aún no la ha reconocido como hija de Yossimar y no está recibiendo la pensión de su papá”.

“Ellos me dice que la bebé está en suspenso, aún no le practican la prueba de ADN y no tiene los beneficios que tenemos mi hija mayor y yo”, dijo la mujer.

De Yossimar en su casa reposan varios retratos familiares, una camiseta del equipo de fútbol de la institución marcado con el número 14 y mensajes de cariño de sus compañeros de juego.

Diana vive el día a día en la rutina de ser madre de dos. En su tobillo derecho lleva una pulsera con el nombre de su marido, en su piel la palabra fe tatuada en su antebrazo izquierdo con cuatro aves que representan los miembros de su familia y en el corazón una tristeza profunda que se asoma en sus ojos pero que la fortaleza que debe tener por sus hijas, no le permite salir en forma de lágrimas.

Los Rada Núñez perdonaron
Familiares de Yamith Rada en Santa Marta.

Tener a Dios en sus corazones  les ha permitido a José Rada y Betty María Núñez, soportar con estoicismo la ausencia de su hijo José Yamith.

Desde ese nefasto 27 de enero del 2018 cuando el primogénito murió en el ataque del ELN a la estación de Policía del barrio San José, en Barranquilla, no ha habido un instante del  día en que su recuerdo no esté presente.  “Son noches de desvelos, rememorando los  momentos vividos con él”, comentaron.

Y en ese cúmulo de evocaciones  está perenne el día que José Yamith les dijo, “¡quiero ser policía!”.

José y Betty no querían que se enrolara en la Institución porque sabían los riesgos que corría con el solo hecho de llevar puesto el uniforme. “Al final decidimos que si ese era su deseo, nosotros no nos íbamos a oponer y entonces lo impulsamos en sus sueños”, dijeron.

Con el paso del tiempo los padres de José Yamith se dieron cuenta que su elección de vida no había sido equivocada, pues en el desempeño de su deber como policía recibió 26 felicitaciones de sus mayores. “Eso nos llenó  de orgullo y nos hizo muy felices!”, enfatizaron.

Manifestaron que era un policía muy sensible y humano. “Nunca maltrató a un bandido”, precisaron.

Pronto Yamith José tendrá en un rincón de la sala de su casa un altar en donde colocarán su foto, las distinciones por el servicio, la bandera de la Policía y de Colombia,  un balón y las camisetas de sus dos equipos preferidos: El Unión Magdalena y el Real Madrid.

“A él le gustaba mucho el fútbol, jugaba de defensa central y si bien no era un Maradona, por lo menos se defendía” , comentó José Rada.

Hoy, cuando se conmemora el primer aniversario del luctuoso episodio, los Rada Núñez perdonan a quienes cometieron el brutal ataque que segó la vida de su hijo, pero aclaran que es una indulgencia espiritual, porque lo que esperan, es que la justicia ordinaria condene a los autores.

“Perder un hijo es como perder la vida”
Isabel Orozco toca la foto de su hijo enmarcada en la sala de su vivienda en Pueblo Viejo (Mag.)

Para Isabel María Orozco Suárez ha sido muy difícil olvidar la amabilidad y felicidad que caracterizaba a su hijo Freddys de Jesús Echeverría Orozco, de  24 años, quien resultó muerto en el atentado de hace un año en la Estación San José.

“¡Cucha!, ¿cómo están todos allá?”, así dijo que empezaba Freddys todas las conversaciones telefónicas. “No lo recuerdo nunca bravo, ni de mal genio”.

A los 18 años, el joven prestó el servicio en el Inpec, durante tres meses. Al año, ingresó a la Policía Nacional en Barranquilla, pero fue asignado en el municipio de Funza (Cundinamarca) y posteriormente trasladado a Sincelejo. En diciembre de 2017, le fijaron nuevamente a Barranquilla como su lugar de trabajo.

“Llevaba un poco más de cuatro años como patrullero y deseaba seguir ahí porque estaba aprendiendo mucho al estar en la calle”, dijo la mujer de 46 años, desde su vivienda ubicada en la calle 5 #3-36, barrio Nariño, en el corregimiento de Isla del Rosario, municipio de Pueblo Viejo (Magdalena).

Para la madre, el sueño de su hijo era sacar adelante a sus dos hermanos de 18 años y 13 años, al igual que a sus padres. “Siempre me decía que cuidara de ellos y que estudiaran para que salieran adelante”, agregó.

Isabel confesó que el hijo de 18 años que le queda desea ser Policía, pero con todos los atentados ocurridos le he dicho que lo piense bien. “El atentado del Eln en Bogotá hizo que recordara los momentos de dolor que sufrí hace un año y más porque, estos eran unos niños, unos bebés”, afirmó y señaló que su hijo actualmente finalizó un curso de ciencias forenses y criminalísticas.

En cuanto a si perdona a los autores del atentado en la estación San José, dijo que quien los perdonará es Dios, a quien algún día deben “rendirle cuentas”.

 

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