Judicial

La caída de un condenado que pensó que nunca se iba a hacer justicia

EL HERALDO conoció detalles de la investigación liderada por Arlex Torres, hijo y hermano de las dos mujeres acribilladas en la Vía al Mar en 1997, la cual dio con la captura de Rubiel Díaz Londoño, el asesino.

Casi tres décadas transcurrieron desde aquella fatídica noche del 9 de diciembre de 1997, cuando la vida de la familia Torres Arias se vio inmersa en un doloroso episodio: los asesinatos de Estela Toro Arias y su joven hija Leonela Torres Arias. Hoy esta historia volvió a cobrar vigencia y estremeció a la descendencia de la empresaria tras la caída reciente del hombre señalado por la justicia de darles muerte a ambas a tiros en la Vía al Mar, entre los municipios de Tubará y Juan de Acosta, Atlántico.

Rubiel Díaz Londoño, un abogado manizaleño y quien para aquel entonces envolvió a Toro Arias hasta convertirla en su pareja, permaneció oculto alrededor de 26 años luego de ser condenado a 19 años de prisión por el doble crimen. Y, cuando apenas faltaban 11 meses para que prescribiera la pena, fue detenido en Riohacha, La Guajira, el pasado viernes 19 de mayo.

Estela Toro Arias y su hija Leonela Torres Arias, asesinadas a bala por Rubiel. Cortesía
Aparición en sus vidas

Díaz Londoño llegó al seno de la familia como el abogado del rejoneador Arlex Torres, cuando ni siquiera su hijo menor había nacido. La cabeza del hogar fue secuestrada en 1989, en un episodio que nunca quedó resuelto. Estela pagó el rescate, pero a él lo entregaron muerto.

“A él (Rubiel Díaz) la Policía le encontró la cédula de mi papá sin explicación. Si no estoy mal, creo que él estaba acompañando a mi papá el día del secuestro. Los comentarios en Manizales eran de que posiblemente él, hasta de pronto, pudo estar implicado, pero el crimen de mi papá quedó impune”, detalló Arlex Torres, hijo y hermano de las víctimas a EL HERALDO.

El hombre inició una relación sentimental con Estela, pero nadie vio algo raro. “Yo la verdad es que nunca vi un comportamiento extraño en esa relación. Nunca vi una pelea, nunca hubo una discusión. El único comportamiento extraño que yo veía era que mi hermana (Leonela) sí tuvo discusiones varias veces con él, porque ella estaba exigiendo que le entregara parte de la herencia, y yo creo que esa fue como una piedra en el zapato para él”, añadió.

Arlex, quien para la fecha de lo ocurrido tenía 11 años y hoy tiene 37, recordó que su mamá “era una persona que la querían mucho. La conoció mucha gente, tanto aquí en la Costa como en el interior. Era una persona muy social que ayudaba a la gente. Era muy alegre, muy carismática, y no solo mi mamá, sino que mi hermana también era una persona con un muy buen corazón, a ella la querían mucho en la universidad”.

Finalmente, el allegado de las víctimas pidió a los “jueces de la República que no le concedan ningún tipo de beneficio a este señor, es un peligro para la sociedad. Debe haber un precedente para todas esas mujeres que son víctimas de feminicidio y de las agresiones que vulneran sus derechos”.

Arlex Torres, Hijo y hermano de las víctimas. Jeisson Gutiérrez
La búsqueda

Luego de la condena de la justicia y simultánea desaparición de Rubiel Díaz, Arlex y otros familiares emprendieron la larga búsqueda del asesino de Estela y Leonela.

Inspirados en el caso de Nancy Mestre y de los esfuerzos del señor Martín Mestre por poner tras las rejas al asesino de su hija, estos comenzaron el rastreo.

¿Pero cómo se dio con el hombre? Arlex indagó el número de cédula del condenado, obteniendo así un historial clínico, el cual arrojó como último registro una cita médica por hipertensión en una IPS de Riohacha, La Guajira.

En el historial clínico aparecieron dos contactos telefónicos, que fueron investigados. Uno de ellos aparecía a nombre de un individuo que residía en Bogotá; sin embargo, el otro estaba registrado por una mujer, cuyo nombre a Torres se le hizo familiar. Esa misma persona sería la pareja sentimental actual de Rubiel Díaz.

Atando cabos se dio cuenta de que esta persona había sido compañera de estudios de su hermana mayor en la Universidad Libre, en la Facultad de Medicina. Además, encontró que esa misma persona había testificado a favor de Díaz Londoño en los 90 durante el proceso judicial. Todo empezaba a encajar.

En diálogo telefónico con EL HERALDO, desde su residencia en Brasil, Lina Marcela Álvarez Toro, la mayor de la familia e hija del primer matrimonio de Estela, contó detalles de cómo fue su relación con aquella mujer que, en ese entonces, con sonrisas en su rostro, decía ser su amiga y compañera de universidad.

“Yo la conocí en la misma facultad. Era una buena alumna, tenía un buen nombre entre los estudiantes, era conocida porque era de buena familia de allá de Riohacha. Yo siempre fui muy selectiva con mis amistades y sobre todo de llevarlas a mi casa, pero ella me ofreció el apoyo para estudiar conmigo en los parciales y esas cosas, yo vi el interés de ella y comencé a dar entrada a ella a mi familia”, dijo Álvarez Toro.

La familiar afirmó sentirse “arrepentida” de haberle abierto las puertas de su casa. “Allí le tenían mucho cariño, sobre todo mi mamá y mi abuela la tenían como si fuese un miembro más de la familia, como una hermana para mí. Participaba de cumpleaños y hasta en las navidades”.

En esas visitas, Rubiel la conoció, la veía siempre, incluso, según el relato de Lina, su abuela sospechó un romance: “Con el tiempo ella fue mostrando interés, como una cierta amistad con este señor Rubiel, y mi abuela ya había percibido cosas entre ellos, ella me comentó, pero yo le decía que eso era imposible”.

No obstante, el día del asesinato de su madre y su hermana surgió la desconfianza. Pues según el relato de la Fiscalía, en medio de audiencias, la primera persona a quien llamó Díaz Londoño esa noche fue a esta mujer, versión confirmada por Lina, quien se llevó la sorpresa de encontrarla en la Clínica del Caribe mucho antes que ella.

“Ella ya estaba en la clínica cuando llegamos y yo le reclamé por qué no había sido capaz de avisar lo que había pasado. Ella me dijo: ‘él me llamó porque necesitaba apoyo’, yo no vi eso como normal, la actitud de ella no me parecía normal. Desde eso no volví más a hablar con ella, corté toda amistad”, dijo la médica.

Pero el asombro llegó hace apenas un mes, cuando su hermano Arlex le dijo que en medio de la investigación estaba el teléfono de dicha mujer. “Quedé asombrada”, expresó Álvarez.

El jefe de la Sijín y el comandante de la Policía de Atlántico, quienes dieron con la captura de Rubiel. Jeisson Gutiérrez
Rastreo y seguimiento

En diálogo con EL HERALDO, el mayor William Fernando García Castañeda, jefe de la Seccional de Investigación Criminal del departamento de la Policía de Atlántico, contó detalles de cómo dieron con la captura de Rubiel en La Guajira.

El oficial manifestó que Arlex Torres se contactó con él, se reunieron, mostró todas las pruebas y este dio a conocer el caso al comandante, enviando así una comisión de servicio de la Sijín a Riohacha.

“En las investigaciones se pudo establecer que esta persona fue atendida en una IPS por cuestiones de salud, él es atendido allí porque la clínica está a nombre de la compañera sentimental”, dijo el mayor.

García explicó que iniciaron las labores de ubicación, fue allí cuando actuaron con unas técnicas de caracterización de un personaje.

“Una de nuestras uniformadas, la cual es oriunda de La Guajira, y quien estudió, vivió allá, y conocía cuál es el hablado de la región, cómo es la vestimenta, y conocía el sector, fue escogida para ir a esa comisión y que nos apoyara en la ubicación”, explicó el jefe de la Sijín.

Las labores duraron una semana, los policiales llegaron al departamento del norte de Colombia el lunes 15 de mayo. “La agente llegó a la IPS y comenzó a mirar quién es la señora, dónde vive. Miramos cuáles son las personas con las que frecuentaba normalmente, cuál es su diario vivir, hacia dónde va, dónde almuerza, cuál es su casa, entre otros aspectos.  Fue allí donde nos dimos cuenta de que había una persona con un aspecto más o menos de la edad del condenado, y empezamos a mirar quién era, pues no encontramos características físicas similares, porque realmente el paso del tiempo a esta persona la cambió muchísimo”.

Arte creado para facilitar la búsqueda de Rubiel Díaz. Cortesía

Fue la suspicacia de un investigador la que hizo que trasladaran a este hombre a una estación de policía cercana para identificarlo; no obstante, se presentó con una cédula que fue expedida en el 2003 en la que tenía el nombre de Camilo Andrés Ortiz Arango.

“Pero en la foto de este documento sí se parecía mucho a la que estaba en la circular de Interpol, por eso hicimos una comparación con las huellas que presentaba esa cédula y pudimos establecer que esta era la misma que la de Rubiel Díaz, pues hay una característica muy específica que es una cicatriz en su índice derecho, una herida pequeña, pero que se mantiene en el tiempo. Estas son pruebas técnicas que son irrefutables y unos puntos característicos en la comparación de las impresiones dactilares que nos establecieron que estábamos tratando con la misma persona”, manifestó el oficial.

Las investigaciones dieron a conocer que, al parecer, Díaz, luego de haber estado en prisión preventiva durante año y medio mientras era investigado, fue a dar a Manizales, donde habría coincidido con la que es su pareja sentimental, quien luego del crimen pidió traslado hacia una universidad en esa población. Posteriormente el condenado tuvo como destino La Paz, Cesar, donde sacó la nueva cédula en el 2003, misma que fue cancelada posteriormente. Finalmente, su destino fue La Guajira. Ahí cayó.

Foto del registro policial de la captura del condenado. Cortesía
“Pudimos servir a una persona”

John Urrea, comandante de la Policía de Atlántico, mencionó que “haber podido dar con esta captura es satisfactorio, porque sentimos que servimos a esta persona. De igual forma, al mismo tiempo podemos decir que sin importar el paso del tiempo nosotros estamos para hacer que la justicia se cumpla”.

“Este caso tiene mucha relevancia, pues en 1997 fue muy sonado a nivel nacional, precisamente por la connotación que tuvo por la muerte de estas dos mujeres”, dijo el oficial.

“Cuando nosotros conocemos la información por parte del hijo pudimos poner a disposición Policía Judicial para poder aprovechar esa información relevante que él tenía y poder llegar al sitio donde se encontraba, hacer las verificaciones, introducir a una uniformada como agente encubierto para poder revelar y develar toda la identidad de esta persona y así garantizar que se trababa del condenado que buscábamos”, finalizó.

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