El Heraldo
Un perito de la Sijín fotografía el cadáver, durante la diligencia de inspección. Luis Felipe De la Hoz
Judicial

Cadáver de Yarelis duró 4 horas tirado en la Bendición de Dios

El crimen ocurrió al mediodía, pero fue reportado hacia las 4 p.m. a la Policía. Familiares de la joven dicen ser desplazados del Magdalena.

De acuerdo con familiares, Yarelis María Arévalo Fontalvo, la joven asesinada el miércoles de un balazo en la cabeza en el barrio Bendición de Dios, era víctima de la violencia desde los 2 años. 

Detrás de la reja de la sede de Medicina Legal de Barranquilla, su abuela cuenta con la voz quebrada que en 2002 fueron desplazados por hombres armados que los obligaron a abandonar su casa en Fundación (Magdalena). 

Un año más tarde les quemaron la vivienda adonde se mudaron en Santa Marta, como retaliación. ¿Quiénes eran sus victimarios? La veterana, quien pide reserva de su identidad, dice no saber, mientras da la espalda a la cámara y contiene las ganas de llorar. 

Ella y su nieta se mudaron a Barranquilla y desde hace dos años viven en el barrio Rebolo, suroriente de la ciudad. El miércoles, cerca de las 11 de la mañana , la joven salió de la vivienda sin decir hacia dónde iba. Una hora después fue asesinada por el parrillero de una moto en la calle 4 con carrera 50. En medio de casuchas de madera quedó tirado su cuerpo. 

“La gente del lugar nos dijo que no vieron ni escucharon nada. Ni siquiera el disparo”, comenta Edeida Ospino Arévalo, tía de la fallecida, a un lado de la anciana. 

Un policía les informó que el homicidio se cometió cerca de las 12 del mediodía, pero que el levantamiento del cadáver se realizó a las 4:30 de la tarde porque antes no había sido reportado el crimen. El cadáver permaneció unas 4 horas en el suelo.

“Cerca al lugar, un muchacho la encontró tirada y le vio el tatuaje con su nombre”, puntualiza la tía. 

En el sector marginal Bendición de Dios vive otra tía de Yarelis, quien llevaba tres días visitando la zona. “Ayer (miércoles) no la visitó, no sabemos qué pudo pasar. Tenía conocidos allá, la conocían bastante”, manifiesta Ospino Arévalo. 

Última vez. La abuela de la víctima entrecierra la mirada. Por segundos su aliento roba las palabras para luego soltar otro recuerdo. “Siempre nos veníamos las dos cuando íbamos para allá”. 

La última vez que vio a su nieta fue aquella mañana del miércoles. Había cocinado tajadas con suero para el desayuno y luego un bollo de yuca, del cual compartió con su nieta una torreja en la cama. 

“De pronto se paró y se fue. Le pregunté para dónde iba y me dijo ‘yo vengo ahora, déjeme los chismes sucios, que yo los lavo cuando venga”, expresa. Y recalca que esas fueron las última palabras que le dijo.

Yarelis estudió hasta sexto de bachillerato en el colegio Divino Niño, en el barrio San Roque. Era madre soltera de una niña de un año y otro niño de 3 años. El padre de este último, Brian Sarabia, fue asesinado hace tres años en el barrio La Chinita en un ataque a bala, del que las parientes de Arévalo afirman desconocer los motivos.

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