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Antonina Canal se considera una servidora incansable.
Fotos de Andrés Reina y Hernán Puentes
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Antonina Canal y el poder de decir: “Sí puedo y es fácil”

Integrar lo espiritual, lo mental y lo emocional le ha dado a esta mujer polifacética las herramientas para influenciar muchas vidas. 

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Antonina Canal no teme asumir diferentes roles. De hecho, divide su tiempo entre los retiros de bienestar que imparte en Colombia y en distintas partes del mundo, las conferencias que dicta para empresas, instituciones educativas, privadas y públicas; las terapias holísticas que brinda sobre mindfulness; las clases que ofrece como maestra de meditación ashtanga yoga y danza consciente, además de la dirección del programa de Addaprem (Academia de Danza, Desarrollo Artístico, Empoderamiento y Maestría). Es también considerada “pionera de la danza oriental en Colombia”, cinco veces medalla de oro en el Mundial de Danza de Egipto y directora de la academia Prem Shakti. 

Si se le pregunta por la génesis de su recorrido profesional, dice que de niña tuvo muchas preguntas como: ¿quién era? o ¿qué hacía en la tierra? A esto se le sumó el hecho de que vivió su juventud en la India, donde realizó un trabajo espiritual “muy profundo con maestros del Himalaya”. A su vez estudió Arte y Literatura en Nueva York (Estados Unidos).

“Yo me enamoré del mundo oriental porque allí encontré mucha información sobre el desarrollo humano, lo que me llevó a formarme como terapeuta en yoga y en danza oriental. En 1999 regresé a Colombia a fundar mi academia Prem Shakti, que es un poco la unión de lo que he estudiado y de las filosofías que han llenado mi corazón, donde comparto herramientas poderosas de vida”.

Esa misma filosofía oriental le ha dado muchos aprendizajes, entre esos la comprensión de su misión en el mundo y el poder del karma. Toda esa compilación la ha llevado a explorar el mundo de la escritura y publicar siete libros. El más reciente, que escribió junto con su mamá, Mónica Dávila, —experimentada en el ámbito holístico— se titula Sano y delicioso

Este es una invitación a recuperar la buena relación con la comida, a través de información como cambios de hábitos, alimentos y recetas que puedan mejorar la salud física, emocional y mental, a partir de una nutrición consciente. Esta publicación cuenta con 14 capítulos repartidos en 192 páginas, que invitan a combinar calidad, variedad y cantidad.

Para Antonina encontrar un equilibrio en todas sus facetas ha sido un trabajo diario y arduo, pues se ha dedicado a alimentar todas sus expresiones para manifestar en plenitud su esencia. A su vez, resalta la importancia de perseguir los sueños y darles forma en el plano terrenal. 

“Parte de la gran enseñanza de Oriente es aprender a conectar entre el cuerpo, la mente, el corazón y el espíritu para no quedarnos solo en un plano material o en el mental (los conocimientos). Es esencial conectar todas para lograr un equilibrio, de lo contrario solo obtendremos un 30 % de lo que podemos llegar a ser”.

 

La colombiana se ha quedado cinco veces con la medalla de oro en el Mundial de Danza de Egipto. Fotos de Andrés Reina y Hernán Puentes

Según indica, ese balance se logra a través de varias herramientas como, por ejemplo, la danza. Esta, explica, “es un camino maravilloso” que cambia vidas porque no solo consiste en ejecutar movimientos, saber la técnica y replicar una coreografía, sino también en el trabajo de liberación de estrés que provoca y el desbloqueo que genera en el cuerpo, la mente y el corazón. También resalta las prácticas del yoga y la meditación, que silencian la mente e invitan a vivir el presente, logrando una atención plena.

A quienes se muestran escépticos por los temas de crecimiento personal les dice que cada uno habla de acuerdo a su experiencia. Explica que si se cree que la vida es dura,  esta será la realidad que se creará.

“Uno aprende por voluntad, shock y enfermedad/accidente, así que si no creemos por voluntad, la vida nos manda shock, enfermedad o accidente, nos mueve el piso quizá para que entendamos que lo que estamos haciendo no sirve y si se desea un cambio no se pueden seguir haciendo las mismas cosas”.

Ver cumplir todo lo que hoy día es le reitera que “el que quiere puede”. Dice que en su caso ha sido posible porque ha logrado vivir sin dramas, ha entendido que “el que quiere hacer algo lo hace y el que no, tiene una disculpa”. 

Sus pensamientos, en síntesis, los ha direccionado hacia siempre intentar cada cosa con amor, pasión, dedicación, compromiso y perrenque, sin desistir, sin dudar, sin detenerse y sin dañar. 

Cree en “el poder” de los mantras, sobre todo en aquel que reza: “Sí puedo y es fácil”, porque para ella abre mundos. Recomienda leerlo 21 veces, ya que “al hacer algo durante 21 días se cambia un patrón”.

“Se trata de ponerle a ese: ‘Sí puedo y es fácil’, la realidad que queremos crear”. A su vez es esencial —dice— escribirlo 21 veces/21 días y repetirlo cuando se camine para así “elevar la energía de otra manera y crear la realidad que se sueña”.

En enero del próximo año irá junto con su compañía de danza Prem Shakti a la feria Expo Dubai, donde representará a Colombia a través de sus conferencias de empoderamiento femenino y sus espectáculos de danza oriental.

Envía un mensaje en medio de la pandemia y dice que es necesario entender que lo único seguro en la vida es el cambio y que necesitamos fluir en este, aceptándolo y reinventándonos las veces que sean necesarias. Asimismo asegura que sí es posible florecer en el caos, que nada es para siempre, que todo cambia, pero que es vital todo lo que estamos enfrentando como humanidad “porque el universo está pidiendo un cambio”. 

Cree en que es necesario desarrollar una nueva humanidad que sea más amorosa, empática, incluyente y compasiva, en la que nos podamos apoyar sin distinciones.

Sintetiza en que la paz interior es el verdadero lujo y solo se puede lograr desde adentro, haciendo un trabajo interior genuino.

La danza y la vida

Para Antonina Canal la vida es una danza. Así lo afirma porque “cuando el cuerpo baila, el corazón brilla”. Detalla que bailando se libera el estrés, se desbloquea el cuerpo y la mente y se produce  felicidad. “Cuando estamos felices la energía nos sana, nos limpia y nos empodera de muchas maneras”. También permite que las personas conecten con el ahora porque la danza es y ha sido siempre —según explica— “un ritual de liberación, catarsis y empoderamiento”.

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