El Heraldo
Unos 150.000 miembros de familias católicas venidas de 75 países se reunieron en la Plaza de San Pedro el pasado sábado y fueron testigos de la intervención del niño colombiano de seis años. Al papa se le vio complacido con la actitud del menor. EFE
Mundo

Niño colombiano abraza al papa Francisco en plena homilía

El menor llegó a sentarse en la silla del sumo pontífice, cautivando la atención de los asistentes.

Un niño colombiano de seis años cautivó a millones de católicos en el mundo al subir al estrado donde se encontraba el papa Francisco y aferrarse a su sotana y seguramente a su corazón.

El protocolo se rompió durante la celebración, el pasado sábado, de la Segunda Jornada de la Familia, en la plaza de San Pedro, en Ciudad del Vaticano y ante más de 150.000 personas de más de 70 países de los cinco continentes.

Pero Carlos, como lo llaman sus padres italianos adoptivos para proteger su identidad, hasta hace un poco más de un año era un niño abandonado en una apartada región de Colombia.

La organización italiana Amici dei Bambini (Amigos de los Niños) le dice “el niño impertinente” en su portal de internet y afirma que Francisco y Carlos se entendieron de inmediato.

Y no es para menos. Carlos irrumpió en el escenario luego de zafarse de las manos de un hombre y se aferró a las piernas del papa para quedarse a su lado el resto de la ceremonia.

Un hombre intentó convencerlo con un dulce, pero Carlos, con viveza lo tomó y volvió a la sombra del sumo pontífice. En varias ocasiones Francisco le sobó la cabeza y hasta escuchó con asombro ciertas frases que el pequeño le lanzaba. A los 20 minutos del discurso de Francisco, Carlos con total frescura decidió sentarse en la silla del máximo jerarca de la Iglesia católica para escucharlo cruzado de piernas.


El papa mostró agrado todo el tiempo con el niño colombiano que cada cierto tiempo se la ingeniaba para atraer su atención. Igualmente la madre adoptiva le pedía que regresara con ella, pero nunca le hizo caso.

El papa jugó con Carlos, hablaron cosas que solo quedaron entre ellos y hasta le permitió besar su crucifijo.

Carlos ahora vive con su familia adoptiva en Lanciano, una pequeña ciudad medieval de los Abruzos, en Italia. Sus padres afirmaron en un comunicado “que la bendición recibida” por su hijo “llegue a todos los niños abandonados del mundo”.

En su sermón el papa Francisco dijo que “la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para la sociedad”, porque “las familias cristianas son familias misioneras”.

Sin embargo, y con su actitud hacia el pequeño colombiano, Francisco recordó las palabras de Jesús: “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los que son como ellos es el reino de Dios”. AR

 

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