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Al lado de su abuela, Guido, visiblemente feliz, dijo en Buenos Aires: “Lo que estoy viviendo es mágico”. AP
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La tragedia de los 500 niños desaparecidos en la dictadura argentina

Por más de 30 años han sido buscados por sus familias.

“No quería morirme sin poder abrazarlo”. Ante decenas de cámaras y micrófonos, Estela Barnes de Carlotto, nervioso, vivía las horas más felices de sus 83 años.

La presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, uno de los colectivos sociales que desnudó ante el mundo las atrocidades de la última dictadura militar argentina, de 1976 a 1983, acababa de conocer que en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) habían identificado, a través de prueba de ADN, a su nieto Guido, al que buscó durante 36 años.

“El portarretratos vacío va a tener su imagen”, dijo sonriendo al explicar que ya no serán 13 sino 14 las fotos que allí guardará de recuerdo.

La incansable búsqueda de Guido comenzó cuando los Carlotto conocieron que  su hija Laura, militante peronista de 23 años detenida y encerrada por los militares en el campo de concentración de La Plata, había sido asesinada por la dictadura, el 25 de agosto de 1978, dos meses después de haber dado a luz.

La confesión de una compañera de detención de Laura fue estremecedora para su familia: “Ella, el 26 de julio, en el Hospital Militar Central de Buenos Aires, dio a luz. Llamó al niño Guido, como su papá, pero a los cinco días los separaron”.

INFIERNO EN LA DICTADURA. La autopsia de Laura reveló que le dispararon, a menos de 30 centímetros, en la cabeza y el abdomen. La sacaron del sitio de reclusión y la mataron en una carretera.

En medio de la barbarie desatada por los militares que, encabezados por Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti, derrocaron, el 24 de marzo de 1976, a María Estela Martínez de Perón, los Carlotto pudieron darle sepultura a su hija, pero en otros miles de casos no sucedió así. A los militantes de la guerrilla de los Montoneros los torturaban y luego los llevaban vivos en aviones y los lanzaban al mar.

Otra de las atrocidades en ese infierno de la dictadura lo vivieron las mujeres guerrilleras embarazadas, quienes eran encarceladas para luego apropiarse de sus hijos. Fue una perversa estrategia para romper los lazos familiares, mostrar el poder militar y de quebrantar la dignidad humana.

500 NIÑOS DESAPARECIDOS. El general Ramón Camps, Jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires, condenado por crímenes de lesa humanidad, confesó años después que hijos como el de Laura fueron repartidos por todo el país, entregados a la iglesia católica y a otras organizaciones para que les buscaran familia.

Eso fue lo que sucedió con Guido semanas después de nacer. El bebé fue entregado a una familia campesina. En la ciudad bonaerense de Olavarría creció con el nombre de Ignacio Hurban.

Durante el régimen militar, cerca de 500 recién nacidos más fueron arrebatados de sus padres, al tiempo que estos eran desaparecidos.

La movilización de las familias de las víctimas dio origen a asociaciones como la de las Abuelas de la Plaza de Mayo, cuyo objetivo es “localizar y restituir a sus legítimas familias todos los niños secuestrados-desaparecidos” durante los siete años de dictadura.

GUIDO, EL NIETO 114 RESCATADO. Para argentinas como Estela de Carlotto la apropiación de niños formó parte de un “plan preconcebido” de los militares. Por eso, pese a sufrir amenazas, comenzaron la búsqueda de sus nietos.

El primer éxito lo tuvieron en 1987. Probaron que Elena Gallinari Abinet, nacida en cautiverio pero inscripta como hija un subcomisario de la policía bonaerense, era la hija de María Leonor Abinet, quien cuando fue detenida, el 16 de septiembre de 1976, y luego desaparecida tenía siete meses de embarazo.

Hasta el pasado martes habían sido hallados 113 de los nietos robados. “Si naciste entre 1975 y 1980 y tenés dudas sobre tu origen, consultá la lista de nietos que estamos buscando y de casos resueltos a la fecha”, reza un breve mensaje en la web de abuelas.org.ar.

En esa búsqueda, para garantizar la validez de las pruebas de ADN, Argentina creó, a través de la Ley Nacional 23.511, el Banco Nacional de Datos Genéticos donde guardan los muestras de todas las familias con niños desaparecidos.

Por eso, tres semanas después de que a Ignacio Hurban, quien tenía dudas de su identidad, le practicaron el examen –el 14 de julio– se comprobó que en realidad es Guido Montoya Carlotto y pasó a ser el nieto 114 recuperado. Y no solo se supo que es el hijo de Laura, sino que su padre era Óscar Walmir Montoya, militante de la guerrilla de Montoneros natural de Caleta Olivia, también asesinado.

“¡Tengo un nieto!”, fue lo primero que exclamó Hortensia Ardura, la abuela paterna. Para ellos también había terminado la larga espera. JGF

CRECEN LAS LLAMADAS
Las Abuelas de Plaza de Mayo han recibido hasta 300 llamadas diarias, cuando lo normal es 15, desde que el nieto perdido de su presidenta, Estela de Carlotto, recuperó su verdadera identidad, informaron a Efe fuentes de la organización. “Algunos llaman para consultar, otros para aportar datos. En cada caso se los orienta. No paran de llamar”, indicaron.

La mayoría de consultas a la organización se realiza a través de correo electrónico al área de Presentación Espontánea y el promedio es de unas 15 por día, pero ahora “los teléfonos no paran de sonar”.El secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, sostuvo que, cuando se generan casos como el de Guido, “se produce una mayor confianza en la gente”.

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