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La seguridad: la psicosis de Europa, tras atentados en París

En Italia, Gran Bretaña y Alemania reforzaron la fuerza pública. En París la palabra que mencionaban una y otra vez era “masacre”.

Los países europeos intensificaron sus medidas de seguridad desde ayer ante el temor de nuevos ataques como los ocurridos en París.

Soldados y fuerzas paramilitares, armados con fusiles automáticos, patrullaban los alrededores del Coliseo de Roma y la Plaza de San Pedro en el Vaticano, evidencia de que Italia estaba tomando precauciones adicionales al igual que sus vecinos.

En Gran Bretaña, las autoridades cerraron una de las terminales del segundo aeropuerto del país por varias horas, luego de que un hombre pareció arrojar un arma de fuego al piso.

En la actualidad Europa por lo general no aplicaba controles fronterizos en tierra, pero la tragedia motivó a autoridades en varios países a reinstaurarlas. Algunos gobiernos provinciales juraron aplicar esas revisiones aun si los gobiernos nacionales no lo hacen.

El ministro de finanzas de Baviera, una provincia de Alemania, insistió en que cada país tiene derecho a saber quién entra a sus fronteras, y criticó fuertemente la idea de que no haya controles fronterizos, de cara a los ataques de París y a la crisis de migración.

“Los días de fronteras libres e inmigración ilegal no pueden continuar”, dijo Soeder.

“Lo que ocurrió en París lo cambia todo”, enfatizó.

Con base a una solicitud de Francia, Alemania intensificó sus controles fronterizos, especialmente las rutas viales, ferroviarias y aéreas de Francia a Alemania.

Armas potentes. En París. Las armas de los agresores eran herramientas de guerra: rifles automáticos y cinturones suicidas llenos de explosivos.

Lo que parecía ser una noche normal, el pasado viernes en París,  se convirtió en un baño de sangre, donde la matanza fue indiscriminada, en al menos seis puntos diferentes repartidos por la ciudad.

La palabra que los parisinos mencionaban una y otra vez mientras intentaban asimilar el horror era “masacre”.

En la aglomerada sala de conciertos de Bataclan en el este de París, los agresores abrieron fuego contra una multitud.

Un testigo le dijo a la radio France Info que les había oído gritar “Allahu Akbar”—“Dios es grande” en árabe— cuando empezaron a matar y tomar rehenes.

Aproximadamente a un kilómetro y medio de la sala de conciertos, los atacantes  también dispararon sobre el bar Belle Equipe, que se encontraba lleno como cualquier viernes por la noche.

El fiscal de París, François Molins indicó que la cifra preliminar de muertos en el bar parecía ser de 18. Los cadáveres se cubrieron con sábanas blancas.

En el norte, se sintieron fuertes explosiones alrededor del Estadio Nacional de Francia, donde murieron tres personas.

Molins dijo que a partir de ese momento, la oleada de asesinatos se extendió con rapidez. Murieron 14 personas en una calle y cinco en otra.

La conmoción fue instantánea, al igual que la comprensión de que se trataba de un terror y un nivel de muertes a una escala inaudita en París desde la II Guerra Mundial.

“Los terroristas, dispararon al exterior de varias cafeterías con ametralladoras y entraron”, dijo Michel Cadot, el jefe de policía.

“Había víctimas en estados terribles y atroces en numerosos lugares”, agregó.

Pierre-Henri Lombard  cenaba en un restaurante cuando oyó un sonido como el de los fuegos artificiales disparados por el Día de la Bastilla, fiesta nacional francesa. En ese momento se desató el pánico.

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