Priscilla Ruiz, una innovadora de la educación juvenil
Su vida se la dedica a la enseñanza, gracias a estar en este mundo educativo logró adaptar las modelos de aprendizaje al siglo XXI
Si hay una persona apasionada por la educación, ella es Priscilla Ruiz de Vergara, una mujer que le ha dedicado más de 40 años a esta profesión y que hoy ejerce como directora del Colegio Altamira.
En la Universidad del Norte hizo su carrera profesional en Educación Infantil y conjuntamente trabajaba en el colegio Parrish para trabajar como asistente en uno de los grados de preescolar, ahí confirmó su tesis de que para ella esto era una vocación.
Desde muy joven Priscilla entendió que su razón de ser era la enseñanza, esta fortaleza la fue afinando para convertirla en su proyecto de vida.
Uno de sus propósitos de esta educadora era convertirse en una persona trascendente en sus vidas, ser ese alguien que los comprendiera y escuchara... sin dudas este objetivo fue logrado porque es hoy una de las educadoras más queridas de la ciudad.
“El estar presente en la vida de los estudiantes es para mí un factor preponderante, es importante que ellos estén rodeados de personas que admires y puedan comunicarse de tú a tú, que sean capaces de accionar sobre sus necesidades”.
Esta mujer siempre está al tanto de lo que hacen sus estudiantes, siempre está sentada al lado de ellos escuchando sus necesidades e inquietudes con el fin de gestionar un buen proceso y darles solución.
“Para ellos es muy motivante saber que hay una persona a la cual le importan y los quiere”, admite Priscilla.
Mi propósito en la vida es trascender y dejar huella, quiero ser un modelo para mis alumnos y ex alumnos. No soy una directora de oficina, estoy afuera en el campo de batalla con ellos.
Sus ex alumnos siempre la tienen en cuenta para contarles cómo les está yendo en la vida y este es un privilegio que se ha ganado gracias a esa semilla de amor que ha sembrado por medio de la educación.
“Para mi estas acciones son invaluables, eso me motiva a levantarme todos los días a las 4:30 de la mañana y salir a las 6 de la tarde cansada, pero revitalizada”.
Su abuela fue una educadora por eso reconoce que a ella le heredó esta vocación.
“Aunque no vivía con ella, cuando iba a visitarla en los veranos, ella me impresionaba con su talante. Ella quería amoldar siempre a sus estudiantes basada en la normatividad, siempre los estimuló a dar la mejor de ella”.
Recuerda a su abuela como una mujer bastante exigente que le ponía a estudiar de todo.
“Para todo había una clase, de baile, natación, bolos, etc. Eso me estimuló desde pequeña, aunque nunca pensé ser educadora y tener un colegio, pero Dios así lo dispuso”.
Miss Prisci, como es conocida cariñosamente, sabe que el proceso de una buena enseñanza es lo que construye personas exitosas que a su vez van a contribuir de manera positiva en el desarrollo de la sociedad.
“Muchos de mis alumnos salen agradecidos por la formación y eso también me llena de motivos para seguir este camino”.
Priscilla sabe que no se pueden educar a los jóvenes del siglo XXI igual que a los del siglo XX, por ello siempre está en constante capacitación junto a su cuerpo docente para llevar la mejor metodología, acoplada al entorno, y de esta manera hacer un trabajo eficiente.
Reconoce la tecnología como un elemento importante siempre y cuando sea bien empleada, sabe que no le puede dar la espalda a los avances, pero tampoco permite que estos absorban al estudiante al 100%.
“A los jóvenes hay que llevarlos a crear con la tecnología, a investigar. Este es un reto porque no todo son los videojuegos, el celular se me estaba convirtiendo en una problemática, pero hemos sabido gestionar esas situaciones”.
Invita a los profesores a saber cómo manejar estas circunstancias porque sabe que las prohibiciones pueden llevar a que los estudiantes caigan en rebeldía.
“Siempre hay una razón para no estar metidos al 100 en las redes sociales, debemos invitar a los niños a que compartan con sus amigos en vivo y en directo, “tenemos a nuestros amigos, pero no hablamos con ellos de frente”.
Gracias a este enfoque participó con el colegio Altamira en el programa AtlántiCOcrea, por una aplicación que desarrollo la institución para prevenir en las adolescentes los embarazos no deseados.
Es una convencida de que los jóvenes necesitan tener reglas para poder ser personas de bien y eso lo ha logrado enseñar a las actuales estudiantes, si bien es cierto no es una tarea para nada fácil, lo ha podido instaurar gracias a su perseverancia y su conocimiento en la materia.
Concluye con que la verdadera prioridad está en formar buenas personas, para ella este es un trabajo integral que va de la mano de una buena formación académica y una cimentación de valores.
