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Abuelitos del Hogar San Camilo disfrutan de la Novena de Aguinaldos. Jesús Rico
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Una Navidad con la familia que el destino les regaló

Abuelitos y reeducados disfrutan de esta época con personas que, sin planearlo, ahora son más que compañeros.

Tienen nombre y apellido, una casa y una Navidad. Hacen parte de la sociedad, aunque a veces esta parezca olvidarlos. Se consideran hermanos y disfrutan cada día como si fuera el último, porque saben que hay un motivo para vivirlo y es el simple hecho de existir.

Jesús Pedrozo, por ejemplo, en esta época estuviera pensando dónde ir a rumbear o “cómo conseguir la droga”, según cuenta. 

“En cambio los próximos años me los pinto en familia, trabajando y dándole regalos a mis hermanas”, dice el joven de 18 años y de origen venezolano que es director del hogar en Barranquilla.

Están en las afueras de la ciudad, alejados del ruido y cercanos a la naturaleza, a ellos mismos. Algunos llegaron a Hogares Crea buscando un refugio, otros como la última alternativa. Todos con un pasado que llevó a los límites su vida y con un futuro que construyen a partir de sacrificios.

“Tengo dos hijos que son mi vida, Camilo, de 6 años, y Briany, de 4. Al terminar este proceso sé que compartiré Navidad con ellos. Lo hacía antes, pero drogado. Ahora creceré y seré un ejemplo”, cuenta Bryan Cantillo, de 25 años. 

Momento de lectura de la Novena en el Hogar Crea. Jesús Rico

El hogar está adornado para la época. Hay árbol, botas, gorros, pesebre, y a diario una novena que comparten con los niños de las fincas vecinas. 

Al otro lado de la ciudad, en el barrio La Paz, el Hogar San Camilo recibe a todos los adultos mayores que quieran festejar. En él viven 65 abuelitos que por esta época se rodean de arroz con leche, pan, natilla y mucha magia navideña. 

Vuelven a ser niños cantando villancicos con maracas y gorritos, además de pedir sus regalos, una solicitud en la que todos coinciden: salud.

Rosa Becerra, de 81 años, ya recibió uno de los regalos que más quiere, una muñeca. En su mesedora la sostiene como si de un recién nacido se tratara mientras canta y por momentos ríe como si de alguna travesura se acordara.

Novenas

Para muchos jóvenes es la primera vez que se reunirán en torno a la representación del nacimiento de Jesús porque en otros diciembres sus actividades eran diferentes: buscaban dinero para el consumo, salían de fiesta con los amigos del momento e incluso llegaban a robar. Este es el mes en el que todos dicen “es la prueba de fuego”.

“Siempre estaba en estado de drogadicción y no le prestaba atención a las novenas, ahora lo hago y me parece chévere porque es compartir con quienes quieres”, dice Bryan, que lleva en el proceso ocho meses y seis días.

En el San Camilo algunos se quedan dormidos mientras transcurren las oraciones, pero los demás aplauden y cantan por ellos. Todos son amigos, son familia. 

La alegría en torno al festejo en el Hogar San Camilo. Jesús Rico

El padre Cirilo Swinne explica que en el hogar le dan a los abuelitos la familia “que a veces no puede estar con ellos por más que quiera. Aunque la mayoría ni siquiera tiene”. Es ahí cuando ellos entran a asumir el papel para que tengan la alegría que los caracteriza.

Nelly Ospino dice que tiene 60 años con una sonrisa pícara. “Tengo aquí un poco de tiempo”, afirma mientras con sus palmas acompaña los villancicos.

Ella disfruta bailar en esta época, aunque ya no esté en su Bahía Honda, Magdalena, donde nació.

Jesús, que consumía marihuana, cocaína, pastillas, cigarrillo y alcohol desde los 15 años, ahora con un gorrito de Navidad y leyendo la novena con sus compañeros dice que el que entre al hogar en esta época merece el respeto. “El que pasa diciembre aquí se re educa. Uno quisiera pasar con su familia, pero también tiene que entender que estás un diciembre aquí adentro para luego pasar muchos más afuera”. 

Su lema es “el que nada sacrifica, a nada tiene derecho”. Ese sacrificio no solo es dejar la droga, es cambiar la forma de ser. “Yo era una persona muy frustrada, me costó bastante llegar hasta donde estoy ahora”.

Bryan pide de Navidad fuerzas para seguir adelante porque vive un proceso difícil, pero sabe que su familia lo está esperando, esa que recientemente visitó y su hijo le dijo que no importaba lo que tuviera que esperar, él lo haría con tal de verlo bien. 

“Al consumir drogas estábamos incurriendo en una falla, eso trajo consecuencias y es estar aquí lejos de mis familiares”, asegura el hombre que sueña con terminar su bachillerato y servir a la comunidad siendo médico.

Por su parte el padre pide una finca para recibir “de una manera digna a los ancianos que tienen enfermedades psiquiátricas. Ojalá el Niño Dios me ayude”, dice con aquella sonrisa que a través de los años le ha transmitido calma a diferentes poblaciones vulnerables de la ciudad.

Mañana llegarán todas las familias al Hogar Crea. Habrá una cena para todos, en donde el regalo más grande será el estar un día más sobrio y la lucha colectiva por un mejor futuro, su futuro. 

En el Hogar San Camilo habrá una misa y luego un almuerzo para que todos celebren en la familia que han conocido a lo largo de los años. Esa con la que piden al rededor del pesebre, cantan villancicos y la misma que les recuerda que cada día se debe celebrar, así ya no sea Navidad.

Jesús cuenta que normalmente le hace una carta a su mamá. En su colección tiene como diez, recuerda con gracia. Este año piensa darle una sorpresa y la noticia de que subió a la siguiente etapa del proceso.

Por su parte Camilo Cuello, de 21 años, recuerda que su mejor regalo de Navidad fue un paseo a Isla Margarita, Venezuela hace cuatro años. “Mi mamá hacía lo posible para que pudiera salir de las drogas”. 

El gran regalo para su mamá es la presencia en el hogar porque, asegura, “no había pasado un diciembre sobrio”.

El padre Cirilo recuerda aquella bicicleta “chiquita y rojita” que le regaló San Nicolás en su natal Holanda. La misma que al ir a comprar salchichas al pueblo se enredó y terminó siendo, como dice en broma, “carne molida”.

La Navidad llega para ellos como un alicente, una muestra que los momentos de felicidad están en cualquier época de la vida al lado de personas que, tal vez, apenas conocieron.

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