¡Orgulloso de ser rebolero!
Freddy Cervantes Martínez, Rey Momo del Carnaval, fue aclamado por los suyos, en su barrio, en el desfile de la 17, donde disfraces y danzas sintieron el calor de un público acogedor y próximo.
Las Ánimas Blancas de Rebolo dejaron colgadas sus capuchas, batas largas, satinadas y no recitaron versos. Sí abrieron camino delante del tráiler que traía encumbrado a su rey, al Rey Momo, Freddy Cervantes en el desfile de la calle 17. A las 5:04 pm apareció con la reina del Carnaval, Carolina Segebre en la carrera 26 en el río humano, festivo, colorido y musical, que había comenzado su exhibición tres horas antes.
Rebolo, Las Nieves, La Luz y la Chinita tenían en la calle, en la 17, a su gente. Familias, madres, padres, abuelos, jóvenes y niños animaban; transmitían el cariño a más de 164 artistas, danzantes, disfrazados y rumberos que desfilaron. En el bordillo, con las sillas, hasta muebles de sala en tela y cuero, se instalaron en el separador de la 17, para mostrar su comodidad y llevar el calor, la espuma, la maicena, la harina, de la mano de niños y niñas espectadores que pedían paso para bailar con las cumbiamberas y danzantes.
Vestidos de camisas blancas coloridas, con dibujos de congo, son de negro, monocuco en el pecho, y sombreros con coronas, las Ánimas Blancas gritaban con un don de pecho: ¡Somos reboleros! Las venas de la garganta se inflamaron con el orgullo de su Rey Momo, a quien no le importó bajarse de su trailer varado para subirse en una camioneta, desde donde minutos después pidió un baño de masas: “Estoy en mi barrio, y la gente no me puede ver”. Se bajó de la camioneta en la carrera 27, con su capa blanca y con adornos plateados, y caminó hasta el tráiler de la reina Carolina Segebre. Se subió y sus conocidos, amigos prepararon un recibimiento con globos blancos, y con escritos “orgulloso de ser rebolero”.
Así se vivió el tradicional desfile de la 17
Desde las 2:00 p.m., el popular desfile del Rey Momo le rinde homenaje a la tradición oral, esa que por más de 30 años ha exaltado Freddy Cervantes con las Ánimas Blancas de Rebolo.
El Toro Grande, acompañados de monocucos junioristas y los hermanos Óscar y Teobaldo Barrios, cabezas de la danza de tradición de 142 años, también sacaron la emoción de danzar delante de su gente. “Hace dos años no desfilábamos en la 17. Esto es bacano”, dijo Teobaldo, vestido de congo y con gafas de sol. “Está la gente de uno”, agregó con el bigote expandido.
La tradición del sector oriental de Barranquilla pasó por la pista de más de 4 kilómetros ocupada solo en el carril de sentido norte a sur. el Congo Moderno; los Rumberitos de Rebolo, la cumbia del Mambacazo de San Roque, que gritó ¡Viva Rebolo! acompañado de una recursiva pequeña amplificación personal para su pito atravesado. Lo disfraces colectivos con temáticas de africanos y militares, se fundieron en abrazos, fotografías desde teléfonos móviles, y hasta las abejas fueron invitadas.
Un integrante de las Negras Bullangueras, disfraz de tradición, mostró la picada en la ceja de una de las abejas. En la calle 28, un ataque generó una estampida del desfile antes del puente de la carrera 25, un trayecto deteriorado en su pavimento.
El pánico generó que madres agarraran a sus hijos y los metieran a sus casas.
Norelis Pérez, directora de la danza de micos y micas del Ferry, mostró su párpado hinchado. “Se me pegaron como tres”, dijo.
¡África tuya! Gritó José Olivo, con su disfraz de Negro africano, y a su lado el disfrazado de Presidente Africano, un militar embetunado con sus charreteras y brillantes en el pecho.
Mientras mostraba la zona del homoplato izquierdo su acompañante dijo: “Es que las avispas lo buscan”.
Los disfraces de militares: Hombres de Honor, de las Nieves, dirigidas por Michael Gómez; Comando Especial y Al rescate de los venezolanos, del barrio Primero de Mayo en el Ferry, impusieron el orden con armas hechizas de desechos y plásticos.
Había espacio para todos. Para el vendedor que agotaba sus rosquitas diciendo: “Pilas todo a 1.000 pesos que voy a ver al Junior. Para los venezolanos que vendían tubos de espumas y se frotaban las manos por sus ventas.
La oferta cultural para los espectadores impactó con puesta escenas en el pavimento como el homenaje al burro Corcoveón de Pital de Megua. 66 integrantes conforman este disfraz que cumple 19 años en el Carnaval y desde este corregimiento de Baranoa hacen un homenaje al mamífero.
Isidro Arteta, campesino y que conoce a los burros, contó que el homenaje los intérpretes muestran como en verano, temporadas seca, con la ausencia de pasto, los propietarios de los animales le dan millo que los pone ariscos. “Lanzan patadas, se ponen arrechos, flojos y el campesino los obliga a trabajar”.
Los disfrazados hicieron movimientos que hace el burro con su cabeza, las patas y saltos.
–Una vaca hablando de burro, le dijo a Isidro Arrieta uno de sus compañeros.
–Me dicen así porque una vez en el pueblo le dije un piropo una joven, que en debí decirle: que estaba buena. Y la lengua se me empelotó y le dije: pareces una vacanula. Y desde ese día me dicen vaca.
El desfile de la 17 cerró con la integración de danzas invitadas de Santander, Turbo, Antioquia, y Cartagena. Toda una explosión de tradición con el calor de los reboleros y los barrios vecinos.
