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Los médicos y la medicina en la obra de Gabo

Los personajes de sus historias marcados por las vivencias del Nobel colombiano.

Lo que empezó como una lectura de “cualquier persona” asombrándose por el realismo mágico de Gabriel García Márquez, pasó a ser una lectura basada en sus biografías y terminó como una enfocada en temas médicos y científicos. 

Ese fue el método del doctor español Juan Valentín Fernández de la Gala, licenciado en medicina y cirugía para su tesis doctoral Médicos y medicina en la obra de Gabriel García Márquez.

Fernández de la Gala estará en el Festival Gabo en Medellín, organizado por la Fundación Gabriel García Márquez para el nuevo periodismo iberoamericano, para hablar junto al ministro de Salud, Alejandro Gaviria, de aquellos personajes relacionados con la ciencia que fueron determinantes en las obras del Nobel.

Durante la investigación el médico señala que “fue de gran ayuda Gonzalo García, hijo de Gabo”, a través del cual pudo identificar “que tenía todo un equipo médico a su al rededor, una gran cantidad de amigos. Él los llamaba cuando tenía que matar a alguien en la obra y ellos lo asesoraban”.

Danilo Bartulín 

Dentro de las figuras que pudo identificar en su trabajo está la de este médico cirujano de nacionalidad chilena y amigo personal del presidente Salvador Allende. Con el tiempo se convirtió en el médico de García Márquez y para su obra Crónica de una muerte anunciada, el galeno fue el encargado de redactar el informe forense de la muerte de Santiago Nasar.

“El doctor me contó que como Gabo no pudo tener acceso al informe, decidió acudir a él para que le construyera uno”, recuerda Fernández de la Gala.

Dentro de su análisis, documentado en una tesis de 580 páginas, destaca “la visión impresionante que tiene García Márquez respecto a la discapacidad”. 

“En sus obras iniciales los ciegos, por ejemplo, ven otro mundo que los demás no. Luego en Cien años de soledad Úrsula Iguarán era la que al quedar ciega, sabía quién estaba en el lugar equivocado”, destaca.

Según él, estos cambios de mentalidad se pudieron generar por las situaciones o enfermedades vividas por el escritor o su entorno familiar.

Boticario Barbosa

 “La figura del doctor Antonio Barbosa, médico de Aracataca, es clave para entender cabalmente no solo la posición preeminente que la medicina y los médicos ocupan en la obra de Gabriel García Márquez, sino también la propia génesis de Macondo como universo literario”, se lee en la tesis de Fernández.

Este boticario se esconde tras la figura del médico francés en su primera novela, La hojarasca. 

“Conseguí hablar con sus nietos y que me contaran que, al regreso de García Márquez con su mamá a Aracataca para vender la casa, pudo tener un encuentro con el boticario y a partir de allí se convirtió en su personaje”.

Henqrique de la Vega 

Fue un médico cartagenero formado en París, Francia. 

“El médico de la familia y Gabo lo utilizó para construir a Juvenal Urbino de El amor en los tiempos del cólera”.

Esta relación fue confirmada por Margarita de la Vega, cineasta e hija del médico cartagenero, cuando en un viaje a La Habana, Cuba, se encontró con el escritor y él le aseguró que Juvenal era un retrato de su padre.

Juvenal Urbina atiende el caso de Jeremiah de Saint-Amour, que se suicida haciendo en su casa un sahumerio de cianuro de oro. En este caso Fernández señala que “parece sacado de un libro de toxicología por lo descriptivo que es”, que en realidad “recrea la muerte de don Emilio el Belga, un orfebre aficionado, amigo y compañero de ajedrez de su abuelo el coronel Nicolás Márquez”.

Mohammed Tebbal 

Se trató de un médico argelino que se conoció en París con García Márquez.

“En una de las numerosas redadas de la gendarmería francesa, confundieron a Gabo con un argelino cuando salía de un café y conoció a Tebbal en la Gendarmería de Sanit-Germain-des-Prés”, explica Fernández, añadiendo que esto es un elemento clave para la simpatía que sentía el escritor con la causa independentista argelina.

El autor asocia a Tebbal como el personaje del médico Octavio Giraldo de las novelas El Coronel no tiene quien le escriba y La mala hora, además en el cuento La prodigiosa tarde de Baltazar, obras todas ellas de 1962, año de la independencia de Argelia.

La descripción del físico del médico de sus obras coincide a la perfección con la del argelino, así como el tema de dar propaganda clandestina en sus visitas médicas.

Tebbal creó en Tlemcén un hospital para niños asmáticos y su padre tenía una diabetes complicada y de larga evolución. Y Gabo describe del doctor Giraldo su atención a pacientes con asma y diabetes, además de ser capaz de poner en práctica en el medio rural algunas pruebas analíticas de laboratorio.

Para Fernández de la Gala explicar su tesis –de casi tres años de estudio intenso– en la tierra del Nobel de Literatura “es un honor” y cree que aún “hay muchos elementos en su obra por explorar”.

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