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Stephanie Mendoza, reina del Carnaval, homenajeó a Galapa con su ‘Mascarada’. Orlando Amador
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La tradición se renueva en la Vía 40

El ‘cumbiódromo’ vibró con el despliegue de música, danza y color presentado por 183 grupos folclóricos de la Región Caribe. El vacilón sigue hoy con la Gran Parada de Comparsas y el Festival de Orquestas.

A bordo de 10 motos policiales, decoradas con  caretas de marimonda, 20 uniformados se encargaron de abrir la Gran Parada del 2017. Solo 30 minutos después de la una de la tarde, hora programada para empezar el desfile, 10 mujeres policías eran llevadas por 10 hombres que manejaban cada una de las motos. 

Ellas, a su vez, alzaban con delicadeza un pie, mientras se sostenían sobre el otro. Todo esto durante el movimiento de las motos.

La soleada Batalla de Flores del sábado 25 de febrero de 2017 pudo haber dejado cansado a más de uno, pero no al verdadero carnavalero. Ese que disfruta escuchar y bailar a ritmo de flauta de millo, de tambora o un alegre estaba invitado a ser partícipe de otro desfile. Esta vez era la Gran Parada de Tradición.

El rey Momo, Germán Álvarez, no dudó en acompañar su cumbiamba La Gigantona.

Comienza la tradición

“Todo lo que tú ves aquí (danzantes) es tradición de familia”, contó Omar Alabanza, danzante de Congo. Él hizo parte de la primera danza que engalanó el desfile, y que es considerada como una de las más tradicionales del Carnaval. Fue con el Congo Grande que desfiló, confesando que existe desde hace unos 152 años. Él lleva 19 usando turbante y machete en la Vía 40. Pero cree lo más importante no es la herencia africana, es que se mantenga el legado. 

Así ocurrió con Giorgy Bolaño, un niño de 11 años que baila hace 5 en la siguiente danza, la de Indios e indias de la trenza chimila. “Me gustan las trenzas”, afirmó el joven atezando uno de los lazos que formaban la trenza principal. “Pero escogí esta danza porque aquí estaban mi hermana y mis primas. Es algo familiar”.

Pequeños carnavaleros bailaban junto a sus padres.

La fuerza del millo

Las cumbiambas tuvieron una fuerte representación el domingo de Carnaval. Tanto de pocos integrantes como de decenas, hasta con peculiares nombres como los apodos que se le han dado a la ciudad. Una fue La Arenosa, otra La puerta de Oro. Pero todas le brindaban alegría a los espectadores, pues no dejaban de gritar: ¡ay que güepa güepa, güepajé!

Jairo de Moya es coreógrafo de una. Baila en ella desde hace 20 años y le inculca a sus alumnos que continúen haciéndolo. “Es el futuro de nosotros y de la cultura de aquí de Barranquilla”, dijo el cumbiambero. “Espero que se apoye a los niños, porque ese es el futuro del Carnaval”, solicitó.

Así piensa Cenid Cantillo, cumbiambera desde que tiene uso de razón. Ella, mientras contonea sus caderas y agita su falda, porta en su cabeza una gran botella. No le pesa, pero reconoce que “es un reto llevarla”. Reto que ha despertado en las integrantes más pequeñas de la cumbiamba La Guapachosa. 

No podía faltar ‘El caballero de la cumbia’, Germán Álvarez, rey Momo 2017, y con un grupo de millo sonando desde un gran tráiler comandó su cumbiamba La Gigantona. De pasar año tras año como un cumbiambero más, a ser el foco de los aplausos y las cámaras, Álvarez dijo con emoción que desfilar “es lo más emocionante. Hace que mi corazón lata más rápido y me llena de alegría y satisfacción no solo bailar con la cumbiamba, sino como rey Momo”.

Indios e indias de la trenza chimila en su presentación.

Tradición “original”

De un mar de grandes e imponentes grupos de cumbia, la Vía 40 se tornó en un jolgorio. Era el turno de las Marimondas de Barrio Abajo. No desfilaban, saltaban sin cesar. Eran 500 y bailaban todas por igual.

“Ayer sábado éramos 900, pero hoy solo vinimos 500”, dijo su director, César ‘Paragüita’ Morales desde un colorido transporte: un bicicoche. Para él la marimonda es la verdadera tradición. “Tú sabes que el Congo vino de África, el Garabato vino de España, la cumbia vino de los pueblos ribereños del Magdalena, pero la marimonda fue creada por el auténtico mamador de gallo barranquillero”, aseguró a carcajadas. Y bajo esa consigna es que al marimondero le parece fácil convocar a jóvenes cada año.

No es lo mismo para las Farotas de Talaigua, siguientes en danzar, pues la juventud no se vio en cantidad. “Esperamos que los jóvenes quieran hacer parte del grupo y viviéndolo se den cuenta de cómo es la danza en realidad”, afirmó Izael Delgado, farotero desde hace 21 años.

Siguió el turno para los garabateros que, de verde, rojo, amarillo y negro, danzaron sin parar y a más de uno hicieron alegrar. Fue el caso de Steven Saldana, un joven oriundo de Texas (EEUU) y por primera vez en un Carnaval. A él le impactó “la dinámica con el personaje de la muerte”, mientras que a su novia Nicole, le gustó “cómo se veían diferentes generaciones. Empezaban con bebés y seguían los más viejos”.

Llevar una botella en la cabeza mientras se baila cumbia es un reto que va de generación en generación.

Legendario homenaje

La reina del Carnaval Stephanie Mendoza Vargas se tomó su tiempo en pasar. Y aunque muchos la esperaron con un traje tradicional, ella quiso rendirle homenaje a una especie en particular. 

Maquillada por Luis Demetrio Llanos, hijo de José Llanos, exrey Momo y director de Selva Africana, de Galapa, la beldad dijo en su segundo día en la Vía 40 que “siempre había querido salir de tigre. Es parte de la fauna de la Selva Africana, y de algunas danzas de Congo”. ‘Fefi’ sacaba las garras, interpretando su papel. La asediaban las cámaras una y otra vez, pero ella seguía en pie, aún con sus tacones de 20 centímetros. “Desfilar es un sentimiento indescriptible. Es la gente la que me da la energía para seguir bailando”, gritó. 

En su 50 cumpleaños, la Gran Parada de Tradición dejó ver cómo familias carnavaleras luchan por mantener el legado de sus danzas, bailes y ritmos de culturas costeñas que se unen en la fiesta más importante de la ciudad, el Carnaval de Barranquilla.

Sin duda fue un desfile de tradición, donde hasta el más pequeño, bailando, se sobró. Desde cumbias hasta garabatos, la gente sin cansancio aplaudió hasta que este recorrido con éxito culminó.

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