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Colección de Barbies que incluyó diferentes tallas de cuerpos, colores y estilos.
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La lucha de Barbie para adaptarse a los nuevos tiempos

Después de su nueva talla, la muñeca más famosa del mundo se muestra incluyente con la orientación sexual.

Un mundo en miniatura, color rosa que emana dulzura, belleza y moda, es la historia que con el arma de la imaginación muchas niñas retratan al tener en sus manos el juguete más famoso de todo el mundo: la Barbie.

“Con la Barbie puedo jugar a ser grande”, dice Marina al cambiarle los vestidos, zapatos, peinados y hasta el maquillaje a la famosa muñeca. Según esta niña de 11 años, puede pasar horas cepillando la larga cabellera rubia de su ‘Barbie princesa’.

Sin embargo, las Barbies no son un simple juguete. Estas muñecas con figura de mujer de 29,2 cm y 205,54 g de peso, marcaron un antes y un después en la historia de los juegos infantiles, siendo en la sociedad todo un referente de belleza y medidas ‘perfectas’.

“Quería ser tan delgada y bella como la Barbie, al crecer afectó mucho mi autoestima sentir que estaba muy lejos de eso. Solía escuchar a la gente decir ‘ella tiene cara de Barbie o cuerpo de Barbie’ y me daba mucha envidia porque esa palabra era para mí en su momento, el máximo referente de la belleza”, contó Daniela Cáceres de 23 años. 

No obstante, la muñeca más vendida del mundo, que lanzó al mercado su primer ejemplar en marzo de 1959, fue un retrato de lo que en la época empezaba a ser la emancipación femenina; años antes comenzó a gestarse en las cartas políticas de los diferentes países movimientos de la aprobación del voto femenino. Así las cosas, finalizando la década de los 50, llegó a las jugueterías la Barbie, un prototipo novedoso y moderno que revolucionó el siglo XX con un peinado al estilo de Audrey Hepburn, gafas de sol y un traje de baño a rayas.

Ruth Handler, esposa de uno de los fundadores de Mattel se inspiró para la creación de la Barbie en una muñeca alemana para adultos llamada Bild Lilli, cuya estética reflejaba el estilo de vida de los años 50. Los estudios preliminares de la compañía de juguetes indicaban que la Barbie no tendría éxito en las ventas por tener pechos, y fue su figura de mujer esbelta, por el contrario, la que logró que en sus épocas doradas se vendiera una Barbie cada tres segundos en algún lugar del mundo.

En un tiempo en el que los juguetes para niñas eran las cocinas, planchas, escobas, traperos, bebés en tamaño real y demás elementos que anquilosaban a la mujer en el rol de la maternidad y el hogar, las Barbies rompieron paradigmas sobre el papel protagonista que desempeñaba la figura femenina en la sociedad.

“Las Barbies nos dieron la posibilidad de ser quienes queríamos ser. Cuando las únicas opciones de juegos eran los ‘chocoritos’ y los ‘nenucos’, la Barbie se nos mostró como una mujer empoderada, emprendedora, profesional, con carros, casas y negocios, una mujer totalmente dueña de su vida”, expresó Andrea Jiménez, una aficionada a estas muñecas.

Mucho es lo que se ha dicho de la Barbie, que refuerzan cánones de belleza establecidos en la sociedad que marca estereotipos y perfección de una beldad irrealizable, que hacen daño al imaginario de las niñas por ser un juguete que induce a la violencia simbólica; lo cierto es que los niños de las nuevas generaciones están más a tono con la tecnología, dejando a las Barbies de lado y esto queda más que demostrado en las ganancias de la compañía Mattel del primer trimestre del año, en la que reportaron pérdidas en la bolsa de US$ 113.2 millones.

Para la investigadora de la Universidad Simón Bolívar Dhayana Fernández Matos, tanto las Barbies como los juegos de cocina son sexistas y por ende discriminatorios.

“Las Barbies crearon un estereotipo de belleza que se impuso como hegemónico. Las medidas de estas muñecas no corresponden a la realidad y esto crea un ideal de belleza irrealizable que lleva a las niñas a sufrir de una violencia simbólica” expresó. “Diversos estudios asocian a estas muñecas como causantes de bulimia y anorexia en niñas desde los 8 años”, añadió.

Por su parte, la doctora en psicología de la Universidad del Norte Soraya Lewis afirma que puede existir una relación entre el ideal de belleza ‘perfecta’ de las muñecas y la baja autoestima en las niñas, en la medida en que no se refuerce el principio de la realidad. “Es importante que la niña nunca pierda la perspectiva de que la Barbie es una muñeca con la que se puede jugar, pero no ser igual a ella, y son los padres quienes deben orientar y dar equilibrio emocional”, puntualizó.

En el 2017, la popular muñeca cumplió 58 años en el mercado pasando por incontables modelos y profesiones. En 1961 nació Ken -el novio de la Barbie-. Después de su lanzamiento, en 1963 salió ‘la Barbie de Fiesta’ con un look diferente a la primera; en 1965 se lanzó la ‘Barbie astronauta’; más adelante, en 1972 llegó la ‘Barbie ocupada’ y en 1980 salió la primera ‘Barbie afroamericana’. Finalizando esa misma década, en 1988, se lanzó al mercado la ‘Barbie doctora’; en los 90, Mattel creó por primera vez una muñeca con discapacidad a la que le llamó ‘Becky’; en el 2000 se lanzó una ‘Barbie olímpica’, y así, a lo largo de su existencia, la rubia ha pasado por más de 140 oficios diferentes.

Barbie inclusiva

En enero de 2016 la marca Mattel rompió los arquetipos que había implementado desde hace más de medio siglo, lanzando una nueva colección de Barbies más inclusiva y diversa. En la búsqueda de ser un reflejo más real de la sociedad actual, la colección ‘Fashionista’ lanzó las versiones Curvy, Tall y Petite, incursionando en el mercado con siete tonos de piel, 22 colores de ojos y 24 estilos de cabello. Asimismo, Ken tuvo dos nuevos cuerpos, además del original, con tres fisionomías distintas, siete tonos de piel, ocho colores de pelo, nueve peinados y ropa más moderna.

El gigante juguetero afirma que la idea es que los muñecos tengan mayor diversidad étnica, igual que los clientes de su producto. Es por ello que lanzó la primera muñeca con hijab, una reproducción de la campeona de esgrima Ibtihaj Muhammad, en la colección que lleva por nombre Sheroes, donde retrata además a otras mujeres destacadas como Ava DuVernay y la gimnasta Gabby Douglas, entre otras.

En noviembre, la cuenta oficial de Instagram de la compañía mostró en imágenes a la primera pareja lésbica de Barbie inspirada en la bloguera y activista de los derechos LGBTI,  Aimee Song, quien lucía  una camiseta con el lema: Love wins -en español, el amor gana- frase con la que se popularizó en Estados Unidos la legalización del matrimonio homosexual.

Natalia Marenco es una barranquillera de 36 años aficionada a las Barbies, quien aún colecciona las muñecas que tenía en su infancia. Como si no hubiera pasado el tiempo, sus Barbies se conservan todavía en perfecto estado y para ella tienen un valor nostálgico e incalculable.

“En Navidad mi padre viajaba y me traía nuevos modelos que no se encontraban aquí”, recordó Natalia quien contó entre risas que compró varias muñecas de la colección de tallas diversas y entre esas logró conseguir una similar a ella. “El cabello rojo y rizado, la complexión delgada y la estatura…más alta que las demás, soy yo representada en una Barbie”, anotó. 

La argentina María de los Ángeles Rojas es una de las grandes coleccionistas de estas muñecas. Aunque dice haber perdido la cuenta de cuantas tiene -unas 450- la salteña obtiene piezas de colección y también restaura Barbies usadas que posteriormente dona en comedores comunitarios y hospitales.

“Compro lotes de muñecas usadas que están a punto de tirarse, a veces cambio miembros del cuerpo y elimino manchas. La restauración incluye reroot -cambio de cabello- o repaint –cambio de maquillaje–; la mayoría van a donación y otras las vendo por un dólar estadounidense para volver a comprar lotes y que sea sustentable la donación” manifestó.

Rojas explica que los coleccionistas no sacan las muñecas de sus cajas porque pierden la mitad del valor, en esa condición asegura tener más de 300. Indica que si la muñeca sale de la caja y no se jugó con ella queda en estado near mint, es decir que solo fue exhibida, en ese estado asegura tener más de cien.

“Para mí la Barbie empodera a la mujer. Así como no quiero ser una muñeca de trapo o un robot Transformer porque juego con ellos, tampoco quiero ser una muñeca rubia de plástico. En cambio, sí me reflejo en la representación de una mujer con cientos de profesiones, cuya felicidad no pasa por el matrimonio y los hijos, sino por la realización personal y la consecución de sus sueños”, dijo.

Desde pequeña, a María de los Ángeles Rojas siempre le inquietó el dolor de los niños que no podían tener juguetes, por eso dice que llevarles una Barbie a niños de bajos recursos es muy gratificante. “No reciben plástico, reciben una muñeca restaurada a la que hay que inventarle un nombre, una vida, un trabajo. Mi sueño es hacer zapatos con cartones, vestidos con telas y plásticos reciclados, que los niños se lleven sus Barbies restauradas, aprendan a reciclar para hacerles a otros, darles mensajes sobre que las mujeres somos valiosas y podemos llegar a donde nos lo propongamos”, concluyó.

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