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En video | Las lágrimas de Gabriel Ramírez, el cumbiambero mayor que no pudo bailar en el Carnaval

Este rebolero de 84 años, técnico de aviación y fundador de la cumbiamba ‘La Revoltosa’, recorre desde hace cinco décadas los 994 km que separan a Barranquilla de Santo Domingo (República Dominicana), donde reside, para danzar en la Vía 40. Esta vez la salud le jugó una mala pasada.

El sábado de Carnaval a las 11:30 de la mañana, Gabriel Silvino Ramírez mueve las manos y los pies sentado en una cama de la habitación 219 en la Clínica la Asunción, norte de Barranquilla.

A lo lejos suena la flauta de millo de una cumbiamba a la que no le quitaba la mirada a través de la señal de Telecaribe. Faltan escasos minuto para que arranque la Batalla de Flores.

Su mirada cambia. Los ojos le brillan más y, por momentos, este veterano cumbiambero parece transportarse a la Vía 40.

Don Gabriel no habla por algunos minutos. Voltea la mirada para hablarle a los periodistas de EL HERALDO.

Cita imperdible de amigos y vecinos de Rebolo en víspera de Carnaval. Luis Rodríguez
“Volver cada año es mi satisfaccion, mi alegría, es reencontrarme con los amigos, con mi esencia, mi pasado”.

—Yo debería estar allí.

Esta vez la voz se le quiebra y sus ojos se enrojecen por la impotencia de no cumplir el sueño que hacía realidad cada año desde hace cinco décadas: bailar cumbia en el Carnaval.

El jueves pasado, pese a que trató de ocultar su deteriorado estado de salud, los médicos le recomendaron que se internara en la clínica para equilibrarle los niveles de potasio.

—Siempre lo he hecho y vine fue para eso. El Carnaval es todo para mí. Quería venir a ver a mi Barranquilla en Carnaval y porque la reina Carolina es como si fuera una hija mía, y su papá me tiene una estimación grande —dijo entre lágrimas, sin dejar de mirar el televisor.

Uno de sus sobrinos, Arturo Ferrer, quien no se le ha despegado desde su hospitalización, agarra el control para verificar que estuviera sintonizado en el canal Telecaribe.

—Desde acá vamos a ver la Batalla de Flores —comenta Ferrer, quien hace dos meses se vino de Venezuela agobiado por la crisis.

—Mi hijo, Luis, el obispo, se vino apenas supo que me puse mal. Yo le he contado que es el obispo de El Banco, ¿verdad? —asegura Ramírez, al referirse a la baja de potasio y a los problemas digestivos que lo mantienen bajo observación médica.

“Jugábamos fútbol, éramos botineros, no nos dejábamos del otro equipo, rebeldes, revoltosos, de allí nació el nombre La Revoltosa”.

Buenas noches, presidente
Buenas noches, ¿cómo está?
La danza del Garabato
Lo ha venido a saludá

La música y la letra de la tradicional danza del Garabato que se escuchan a través de la señal de Telecaribe le vuelven a iluminar el rostro a este barranquillero, que hace 50 años se fue a trabajar a Santo Domingo (República Dominicana), en donde “ancló” tras ser nombrado inspector de aeronavegabilidad del Instituto Dominicano de Aviación.

Esta vez, don Gabriel mueve con más ánimo los brazos y los pies.

—¡Es que eso es lindo, ¿o no?! —Y sonríe.

—Ya pedí que me mandaran a la clínica mi vestido de cumbiambero. Es que esto se lleva en la sangre —repite varias veces.

En imágenes | Gabriel Ramírez, el cumbiambero mayor que no pudo bailar en el Carnaval

Este rebolero de 84 años, técnico de aviación y fundador de la cumbiamba ‘La Revoltosa’, recorre desde hace cinco décadas los 994 km que separan a Barranquilla de Santo Domingo (República Dominicana), donde reside, para danzar en la Vía 40. Esta vez la salud le jugó una mala pasada.

Luis Rodriguez Lezama
Luis Rodriguez Lezama
Luis Rodriguez Lezama
Luis Rodriguez Lezama
Luis Rodriguez Lezama
Luis Rodriguez Lezama
Luis Rodriguez Lezama
Luis Rodriguez Lezama
Luis Rodriguez Lezama
Luis Rodriguez Lezama
Luis Rodriguez Lezama
Luis Rodriguez Lezama
“Ya pedí que me mandaran a la clínica mi vestido de cumbiambero, es que esto se lleva en la sangre”.

El cumbiambero mayor

Para el cumbiambero mayor —como él se llama—, fundador de la comparsa ‘La Revoltosa’ del barrio Rebolo, viajar cada año los 994 kilómetros que separan a Barranquilla de Santo Domingo es una de las más grandes satisfacciones.

Con 84 años a cuestas (17 de febrero de 1936), nacido en el icónico barrio Rebolo y vecino de la tradicional Casita de Paja, uno de los sitios emblemáticos de la salsa en Barranquilla junto a otros establecimientos famosos de la misma envergadura como La Cien o el Ipacaray, afirma que ama tanto al Carnaval y a su ciudad que, cada que vez que viaja por el mundo como inspector de aeronavegación, lleva en su maleta al menos uno de sus diez vestidos de cumbiambero para mostrarle al mundo cómo es que se baila este ritmo autóctono de Colombia.

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El hijo de Manuel, el carpintero y líder comunal del barrio durante las décadas de los sesenta y setenta, y de Natividad Acosta, dice con orgullo que aún baila la cumbia sin perder la esencia: con elegancia para que la pareja se destaque.

El martes 19 de febrero, al día siguiente de aterrizar en el aeropuerto Ernesto Cortissoz de su ciudad, este técnico de aviación egresado de la Escuela Industrial del Atlántico madrugó a ponerse el vestido de la cumbiamba ‘El Gallo Giro’ —a la que pertenece desde el año 2000— y salir a caminar por la calle 28 con carrera 28, la cuadra de toda su vida.

“Regresar a Barranquila es reencontrarne con mi esencia", dice Gabriel Silvino con enorme sonrisa. Luis Rodríguez

La cumbia, su vida

Sentado en su mecedora para el reportaje de EL HERALDO, recuerda que a los siete años ya bailaba en ‘Qué va gallo, qué va’ (1943), fundada por Francio de las Salas.

—Salíamos de noche por el barrio e íbamos a pie hasta el Paseo Bolívar. El reinado que más recuerdo es el de Judith Blanco (1945), cuya tarima estaba al frente de Emisora Atlántico.

El sábado, en su lecho de enfermo, volvió a recordar que su hermana Rita, mamá de su sobrino Arturo Ferrer, fue su primera pareja de cumbia.

A la entrada de su vivienda, a la que siempre regresa en cada Carnaval, rememora que en 1953 empezó a hacer parte de ‘Güepajé’, creada por Ítala Zambrano en el barrio Olaya, hasta 1956, cuando fundó ‘La Revoltosa’.

De estos inicios como cumbiambero no puede dejar de mencionar al tío Pío Quinto Guardiola, quien lo designó “mascota” de la cumbiamba junto a su hermana Rita.

—Uno salía de la sede a pie, bailando hasta donde iba a pasar el desfile de Carnaval. Luego nos devolvíamos y terminábamos en una casa en la que nos brindaban una olla de guarapo y panela con empanada. ¡Qué tiempos aquellos!

Caminar por las calles de Rebolo es lo primero que hace apenas Gabriel Ramírez pisa tierra blanca. Luis Rodríguez

¿Por qué ‘La Revoltosa’?

Gabriel Silvino explica que la cumbiamba empezó con 59 parejas que eran la “crema” de Rebolo como Florentino Quiroz, Hugo Cabrera, el Nene Ayuri, ‘Marrano’ Comas y Julio Noriega. —Todos jugábamos fútbol, éramos botineros, no nos dejábamos del otro equipo. Rebeldes, revoltosos… de allí nació el nombre —recuerda con nostalgia mientras observa la fotografía de uno de sus hijos, Gabriel Ramírez, obispo de El Banco (Magdalena), que adorna la pared principal de la vivienda, en el corazón de Rebolo. Esa fue una ceremonia hermosa —narra— al recordar además el honor que su hijo se entrevistara con el papa Francisco. Ramírez afirma que en plena ‘Revoltosa’ y vinculado a Avianca fue contratado en 1969 por Aerovías Quisqueyanas (República Dominicana), propuesta que lo llevó a fijar su residencia en Santo Domingo. Ese hecho llevó a que otro carnavalero y uno de sus grandes amigos, el exrey Momo Ubaldo Mendoza, quedara con la batuta de ‘La Revoltosa’, hoy con sede en el municipio de Puerto Colombia (área metropolitana de Barranquilla). —Por aquello de las distancias me queda complicado salir desde Puerto Colombia, por eso lo hago con ‘El Gallo Giro’ desde acá, mi casa de toda la vida —anota, mientras se arregla el pañuelo rojo, uno de los distintivos de la cumbiamba que fundó Bernardo Guzmán. Pero sin duda, la mayor satisfacción al frente de ‘La Revoltosa’ fue haber conocido a la mujer con la que ha compartido los mejores años de su vida: Emilse de Moya, quien para ese entonces era la capitana de la cumbiamba.  —Ella tenía 16 años y yo 23. El día que nos casamos, 21 de diciembre de 1961, fue en la Iglesia de San Roque, recibimos la bendición del padre Stanley Matutis, que era gran amigo de mi papá —relata aún más emocionado.

Emilse de Moya y Gabriel Silvino en los comienzos de ’La Revoltosa’. Fue un amor unido por el amor a la cumbia. Luis Rodríguez

De esta unión nacieron Luis Gabriel, Keisy, Luis Antonio y Wilson.

Además de ser una especie de “embajador vitalicio” de Colombia en República Dominicana, Gabriel Silvino se atreve a asegurar que es el cuambiambero de más edad en el Carnaval de Barranquilla.

—Yo empecé desde pelao, cuando los pantalones de los cumbiamberos eran de saco de harina y usábamos abarcas, en cambio ahora hacen mucha morisqueta para bailar. Uno entiende que los tiempos cambian y hay que adaptarse, pero yo sí sigo bailando suavecito, elegante —rememora.

—¿Qué significa volver cada año al Carnaval?, es la pregunta obligada

—El entusiasmo del barranquillero —es lo primero que responde—. Es mi satisfacción, mi alegría, mi reencuentro con los amigos de siempre, es reencontrarme con mi esencia y mi pasado —añade con un brillo más intenso en los ojos.

El domingo de Carnaval Gabriel Silvino se vistió de cumbiambero en su habitación de la Clínica la Asunción. Tenía otro semblante.

Este cumbiambero mayor se enorgullece además de que su nieto Gustavo Ramírez, de ‘El Gallo Giro’, es quien mejor baila en estos momentos.

—Los de ahora son puras morisquetas —repite, refiriéndose a las nuevas generaciones.

Ya casi es mediodía y don Gabriel no quita la mirada de la pantalla de su televisor en la clínica en donde permanece.

—Yo me tengo que tomar una foto con Carolinita —reitera.

Esta vez son las imágenes de archivo de varios grupos de congo que proyecta el canal regional.

Y el cumbiambero mayor, cuya salud evolucionaba este lunes de Carnaval, volvió a sonreír y a llevarle el ritmo a los congos.

Precisamente, uno de los referentes del Carnaval por su larga trayectoria en uno de los grupos más representativos: la Danza Congo Grande de Barranquilla, Benigno ‘el Beni’ Hernández, 83 años, falleció el 8 de octubre del año pasado.

—Parece que está mejor —comentó  Arturo, a manera de broma, mientras miró a su tío danzar como los grandes, como solo él y Beni lo sabían hacer.

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