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Ingrid Ariza todas las mañanas sale motivada a las clases del entrenador “Lucho” en el Luis Carlos Galán. Luis Rodríguez Lezama
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El corre-corre de tres entrenadores de parque

De lunes a viernes, estos apasionados por el deporte se despiertan temprano para entrenar con un grupo de personas.

5 de la mañana. El cielo barranquillero continúa a oscuras en la última hora del amanecer. Algunos siguen durmiendo en sus cómodas camas hasta que los rayos del sol empiecen a filtrarse por las cortinas de los cuartos. Otros alistan sus termos con agua, agarran una manzana, amarran los cordones de sus zapatos y salen de sus casas para un nuevo día de entrenamiento.

De lunes a viernes, incluso hasta los fines de semana, antes de emprender sus vidas laborales, muchos le dedican un espacio a su cuerpo y a su salud mental para descargar el estrés y las malas energías que llevan consigo. Delante de ellos existen otros seres, los que toman la batuta de líder para lograr este objetivo saludable. Cada mañana, con los pájaros emitiendo cánticos mañaneros, los entrenadores se despiertan, preparan sus rutinas, sus equipos e inician su camino a los diferentes parques donde los esperan sus espontáneos alumnos.

Luis Paz, Yezid Guzmán y Carlos Rosales son una representación de los diferentes entrenadores esparcidos por los parques que tiene Barranquilla.

 

Carlos Rosales durante sus clases de rumba.

Luis Carlos Galán. Ubicado en la carrera 44 con calle 72, a un lado del mítico y remodelado Romelio Martínez. Allí, junto a una cancha de microfútbol, con un mini equipo donde suena Diva Virtual del cantante Don Omar, contrastado con el recital de canto ofrecido por las cotorras, se encuentra Luis Paz. Nacido en Maracaibo Venezuela, “Lucho” como le dicen sus alumnos, llega todas las mañanas a brindar sus servicios de entrenamiento.

De tez morena, alto y de contextura delgada, Luis ha sido amante de los deportes desde pequeño. A los 16 años comenzó a interesarse por mejorar su condición física y a trabajar para convertirse en lo que es hoy día.

“En esa época, mi instructor principal me empezó a entrenar tres veces a la semana para ir formando mis músculos. Gracias a ello, empezó ese gusto por seguir avanzando y esas ganas de aprender todos los días y aplicarlo años después cuando estudié la carrera”, explica Luis, hoy con 37 años.

Tres años soltando derechazos en el boxeo, dos bateando en el béisbol y cinco encestando en el baloncesto. Con esa persistencia en varias disciplinas, Luis fortaleció una formación deportiva que años después lo inclinaría a convertirse en entrenador personal.

Luis se gana la vida de los entrenamientos que realiza en diferentes parques de la ciudad. De lunes a sábado. Faltando un cuarto para las cuatro de la madrugada está de pie. Mientras su esposa y dos hijas siguen descansando él inicia su larga caminata hasta al parque que le rinde tributo al líder político liberal asesinado en 1984 a manos del narcotráfico.

“El recorrido es desde La Manga, atravieso la loma hasta las divisiones entre Carlos Meisel y El Silencio, llego al Colegio La Normal, subo hasta la 38, bajo toda la 72 hasta llegar al Luis Carlos Galán”, asegura este hombre que todos los días debe caminar 3.5 kilómetros para cumplir con su labor, motivado por la pasión y la búsqueda de su sustento diario.

Aunque parezca un hombre muy serio, Luis es una “gran persona”, como lo describe su alumna Zenith Cuentas Osorio, quien ha estado por más de 15 años trotando y entrenando en los alrededores del parque. Con sus mancuernas, mientras sigue la guía del entrenador, Zenith dice sentirse “contenta”, “feliz” por el trabajo que viene haciendo desde febrero con Luis.

Con la rutina finalizada, Luis recoge todo su equipo de entrenamiento, se despide de todos y regresa a su hogar ubicado en el barrio la Manga para “colaborarle” a sus hijas con sus tareas.

 

Mujeres saltan la cuerda durante su entrenamiento.

Tomás Suri Salcedo. Salsa, zumba, reggaetón y otros ritmos retumban en los oídos de aquellos que pasan por el parque Suri Salcedo a las cinco de la mañana. El espectáculo de vida saludable está dirigido por Carlos Rosales, un barranquillero que lleva la música en la sangre.

Como toda buena rutina, la vida de Carlos “Rumba” se mueve entre sus servicios en diferentes parques y los estudios que realiza en el Sena. A las 3:20 de la mañana ya está despierto para estar sin falta y sin retraso en el Suri diez minutos antes de que sean las cinco. Una a una sus alumnas llegan a su clase de rumba terapia, entre risas y bromas, Carlos enciende su pequeño equipo de sonido para dar inicio a los saltos, bailes y camaradería de sus rutinas.

“Yo la doy toda por seguir adelante. Amo la danza, el baile, rumba terapia y la zumba. Después que tu quieras y ames lo que haces, lo demás viene por añadidura”, añade Carlos mientras seca su sudor y con una sonrisa marcada en el descanso de su rutina.

Sin embargo este licenciado en danza es consciente de su edad, los problemas acarreados por su pierna y que no se mantiene la misma energía todos los días. Por ello, él tiene claro su meta en unos cinco años.

“Yo tengo 49 años, así que tendré 54 en ese momento, mi cuerpo debe estar descansando. Debo tener mi propia escuela de danza, mi gimnasio, tengo que empezar a direccionar, con entrenadores y todo lo requerido”, afirma con ilusión Carlos, el cual sueña con su propia marca.

Como toda clase de rumba terapia, los alumnos también enriquecen el aprendizaje y el buen ambiente que se vive paso tras paso. Carlos, al dar toda su energía y buena actitud, recibe el mismo amor y cariño con lo que sus alumnas lo reciben todas las mañanas.

“Somos un grupo unido. Yo llevo cinco años viniendo a estas clases y puedo decirte que la pasamos bien, no solo en la parte saludable, sino que formamos amigos y siempre nos preocupamos por todos”.

“Carlos ha logrado que todas nos sintamos motivadas para levantarnos todos los días para compartir estos espacios“, comenta Marina Álvarez, quien lleva 10 años haciendo esta rutina que le sirvió para bajar su peso y hoy comenta feliz haber superado esos “kilos de más”.

El reloj marca las seis, esa es la señal para finalizar con una mañana más de bailes, bromas y alegría en el parque. Mientras las alumnas reposan, beben agua y secan su sudor, Carlos no puede parar, pues debe cumplir con otra parada antes de recibir clases a las 10 a.m en el Sena. El grupo se dispersa mientras le dan paso a las escuelas de básquetbol que practican en la cancha del Suri.

Parque Botánico. Primero como ingeniero agroindustrial, pero luego de dos semestres se dio cuenta que ese no era su horizonte. De esta forma, Yezid Gumán descubrió que su vida iba encaminada a la vida saludable y del entrenamiento personal. Desde las cinco de la mañana inicia su día para estar puntual con sus asesorados a las siete.

Este barranquillero de 23 años se dedica todos los fines de semana a ejercitar a un grupo de personas, generalmente en el parque botánico. A pesar de su corta edad, Yezid ha logrado ganar el respeto, cariño y admiración por sus más de 200 personas que ha dirigido por seis años.

“Siempre he estado envuelto en el entrenamiento del alto rendimiento. Cuando dejé el fútbol empecé con el gimnasio y al momento de entrar a la carrera de ingeniería, me doy cuenta que siempre había querido destacar y trabajar en algo que tuviera que ver con el deporte”, recuerda Yezid, quien con una sonrisa remarca lo feliz que se siente por trabajar en lo que más le gusta.

A pesar de los gritos, la presión y gran energía que desborda con sus alumnos en la soledad del parque, Yezid recalca que siempre le gusta estar pendiente de cada uno de sus alumnos. Él considera importante “tener cierto feeling con ellos”, lo que le permite poder identificar factores emocionales que impiden que logren sus objetivos.

Aunque ha lidiado con miles de personalidades, él todos los días se levanta con la misma motivación para trabajar. “Yo quiero influir a muchas personas de manera positiva. Más allá del sustento económico, busco que las personas disfruten de mis clases“, añade mientras mira a sus alumnos que realizan sus ejercicios militares.

Todo proceso en mejorar hábitos saludables no es fácil y no todos están capacitados para lograrlos con otros. Eso lo tiene claro Elizabeth Pazo, quien ha visto la mejoría de su vida con los tres años que lleva saltando, haciendo flexiones y corriendo bajo la supervisión de Yezid.

“Hice un plan de alimentación que estuvo muy mal dirigido y eso me dejó con un sistema inmunológico muy débil”,cuenta Elizabeth.

“Yo le digo siempre a él que es un entrenador psicólogo porque él se va metiendo en tu vida y se da cuenta cuando tú estás bajo de nota porque uno siempre tiene uno que otro problema. Él es un ángel que vino para ayudar”, concluye mientras se despide del resto de sus compañeros.

Yezid Guzmán entrena con sus alumnos los domingos.
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