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Danzante de Son de Negro de Bahía Honda, del municipio de Pedraza, en el departamento del Magdalena. César Bolívar.
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Desfile de la 84 despidió el Carnaval con joyas del patrimonio cultural

Aunque las viudas de Joselito lloraron sin parar junto a una reina del Carnaval radiante, las cumbias y danzas tradicionales mostraron la riqueza cultural en 98 organizaciones que participaron.

Más que un último aliento del Carnaval de Barranquilla, el Desfile de la 84, con 19 años de celebración, tiene la fuerza cultural y la categoría de uno de los grandes eventos de las máximas fiestas del Caribe. La tradición reinó ayer en su trayecto desde la carrera 43 hasta la carrera 64 con las cumbias, secundada por las danzas de tradición, los grupos folclóricos, la música de tambora y percusión amplificada, más un colofón en la nueva generación de comparsas de fantasía.

El público, con ciudadanos locales, nacionales y extranjeros, derrochó su buena actitud para valorar y aplaudir todo el patrimonio oral e inmaterial, que tiene joyas que brillan entre las 98 organizaciones que participaron en el desfile organizado por la Fundación Fayfa.

Danzantes como Leovigildo Molina, de 88 años, y su esposa Beatriz Murillo, de 84 (directora de Ilusión del Adulto Mayor); Víctor Noguera, de 86 años (integrante del Toro Grande de Rebolo) y la niña Yurdani Cervantes, de 2 años (que hace parte de la danza de tradición e Imperio de las Aves de Soledad) se destacaron por su alegría y destreza en el baile. Mientras los esposos Molina Murillo demostraron su vitalidad, Yurdani atrajo a varios espectadores que pedían permiso a los padres de la niña para fotografiarla con sus hijos. La pequeña está en el Carnaval desde que aprendió a caminar e ilusiona a su bisabuela Carmen Berdugo, matrona del Imperio de las Aves, que fue fundado en 1930.

 

Víctor Noguera, de 86 años. César Bolívar

La tarde estuvo acorde con esa brisa, que despeinaba los secos brazos y ramas de los árboles de roble rosados, bongas y almendros ubicados en algunos sectores de lado y lado de la calle 84. El viento sacudía las orquídeas del vestuario de la cumbia La Gigantona, que llevó música en vivo, al igual que el Cumbión de Oro.

La potencia del sonido no le restó mérito a la sonoridad pura del cuero de la tambora y la flauta de millo acompañando a las parejas de paso cadencioso de Palma Africana, La Sabrosa, El Latigazo, Cumbión Ñero, La Misma Vaina -la única cumbia con mochila cruzado en sus hombres-, La Soberana, El Vacilón de Montecristo, La Momposina, La Sabrosa, La Revoltosa y El Carajo, que acabaron el recorrido con un pasillo en la esquina de la carrera 64.

La reina Estefany lloró a su Joselito, pero después mostró su energía, como la de los 350 integrantes de la Escuela Distrital de Arte, que estaban encabezados por Juan Jaramillo, secretario de Cultura, y el de los reyes del Carnaval Inclusivo y Fides: Mayerlis Serje y Wilson Orozco.

En medio del torbellino cultural, la Corporación  Artística y Carreto Cultura permitió que ojos escrutadores se sorprendieran por sus niños pintados de negro azul. Clorys Machacón y los artistas de Carreto, corregimiento entre Manatí y Candelaria, Atlántico debutaron en las fiestas para contar una parte de la historia de sus ancestros. "Es una danza rescatada con más de 60 años, que cuenta como se diferencian los negros del Canal del Dique y los de Carreto".

Cuenta la tradición que sigue siendo investigada que en esta etapa del año, los negros escondían a su reina para jugar al gato y al ratón. Y después de las fiestas había todo un dilema para descubrir cómo fue escondida. Los negros de Carreto, encabeza de los nativos Carrillo, evocaron que para diferenciarse de esas disputas se pintaban de azul. "Es por eso que nuestros negros son más azules, que los del Canal del Dique", contó Clorys Machacón.

El brillo de las joyas también estuvo en la danza Rey del Río, que regresó después de 12 años sin hacerlo en el Carnaval. Rosalía del Rio, la directora, dijo que volvieron con un mensaje para rescatar el mayor afluente del país. "Después de un exilio fuera del país volvemos para aportar al Carnaval.  Al Magdalena hay que rescatarlo desde el reciclaje".

Admirable que haya danzas que promocionan la música del ayer como el merecumbé. Fantasía Merecumbera lo hizo con una coreografía y un vestuario de sol.

La princesa de Zhaira y su Guacamayo Real proponen desde el apoyo a una niña una comparsa de gran envión comercial. Por su logística, con un tráiler y un cantante en directo, se confirma la gestión de sus directores.

Otras comparsas como Ritmo y Sabor, Afrocaribe también exhibieron vestuario y tráiler, mientras que disfraces de tradición como los Micos y Micas costeños con sus niños desfilaron con el trajín que se siente en el último día del Carnaval. Las Farotas de Talaigua, el Paloteo, los Arlequines de Sabanalarga y los Coyongos e Indios del ex rey momo Baltasar Sosa reafirmaron con su presencia que siguen siendo la razón de desfiles bien organizados, masivos como el de la 84.

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