Cinco historias que se narraron en la Vía 40
Pelea de gallos, reina extrajera del Son de Negro, holandeses con mensajes políticos y niños aprendiendo el legado cultural de sus familias, fueron algunas de las curiosidades que dejó la Gran Parada.
Las más puras expresiones del folclor del Caribe colombiano comulgaron ayer. Cumbias, garabatos, congos, mapalé, son de negro, entre muchas manifestaciones del sentir de esta región cumplieron su cita, la misma por la que fueron declaradas Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
En el mismo escenario en el que convergen año tras año: el Cumbiódromo de la Vía 40, se celebró una vez más la Gran Parada de Tradición, fiesta que exalta el patrimonio, el quehacer cultural y las costumbres más sublimes arraigadas en este gran Caribe.
A lo largo del desfile ciertas curiosidades llamaron la atención de barranquilleros y visitantes. Un grupo de holandeses abandonaron (por el frío clima) el Carnaval de su tierra natal para sentir el “calor humano” de Colombia. Niños de diferentes danzas tomaban atenta nota de sus mayores en el desfile para ejecutar los movimientos como todos unos guardianes de la tradición, llegó también de Reino Unido una joven que se coronó como la Reina Internacional del Son de Negro, título que ostentó a lo largo del desfile, una pelea de gallos en plena Vía 40 paralizó a los espectadores y, por último, miembros de la danza Cipote Garabato rindieron homenaje a Humberto Pernett, el gran caporal.
“Me encanta demasiado”, dijo con su acento foráneo Shonny Farr, una bióloga natural de Gales, Reino Unido, que conoció en el Atlántico el Son de Negro de Santa Lucía. Estos cimarrones oriundos de las riberas del Canal del Dique conquistaron, con sus muecas, a esta rubia de ojos azules, quien fue uno de los grandes atractivos de la Gran Parada de Tradición al lucir el título de Reina Internacional del Son de Negro al lado de su rey, Edwin Olivo.
Los holandeses Jelle Van de Veire, Alberto Smith y Michael Perder decidieron venir a Barranquilla pese a que la temporada de carnestolendas coincidía con la de este país. Estos extranjeros llegaron a ‘La Arenosa’ huyéndole al frío que por estos días golpea los Países Bajos, pero en especial los sedujo “el mejor Carnaval del mundo”, como le llaman a las fiestas de Barranquilla. Vestidos con trajes azules, que tenían estampados de flamencos, estos viajeros no dudaban al explicar que el mensaje de su atuendo era político. “Queremos unas Bahamas libres”, dijo Jelle.
Erwin Acuña, del Congo Dinastía, Samuel Blanco del Congo Palmareño y Joshua Ortiz del Garabato de la 8 son algunos de los pequeños que aprenden de sus familiares las tradiciones de sus respectivas danzas. En la Gran Parada de Tradición decenas de niños desfilaron junto a sus padres, quienes les inculcan el amor por el Carnaval. En la Cumbiamba La Soberana de Soledad también desfilaron juntos Aldair Ortega y Egidia Guzmán, madre e hijo. Este joven de 20 años heredó de su madre la fascinación por la cumbia.
Humberto Pernett, el inolvidable Gran Caporal del Cipote Garabato, sigue presente entre sus compañeros de “batallas”. Rodrigo Ponce, miembro de esta emblemática danza, luce en cada uno de los desfiles una capa que tiene plasmado el rostro de quien fuera su director, fallecido en agosto de 2017. La capa elaborada por el artista Wilson Arrieta es un homenaje a este cancamán del Carnaval.
“Humberto fue el principio de muchas cosas para mí. Esta es una forma de decirle ‘Vamos Humber, no te quedes en la casa, ven a donde más te gusta’ y sobre todo, llevando su rostro conmigo quiero decirle: gracias”.
Cada uno tiene su apuesta. Los hermanos Orlando y Luz Helena Guette, directores de la danza Congo Campesino de Galapa, llevaron durante todo el desfile un gallo entre sus brazos. En algunos momentos clave del desfile estas aves, ambas dominantes, se enfrentaron a picotazos en plena Vía 40 ante la mirada atónita de los asistentes.