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La falta de experiencia es uno de los factores que inciden en que los jóvenes no encuentren trabajo. Archivo
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Desempleo juvenil, riesgo para el futuro productivo del país

La tasa de inactividad laboral de los jóvenes colombianos duplica la cifra de la población adulta, un fenómeno que se ha presentado en todo el mundo durante los últimos años.

Entre diciembre de 2015 y febrero de 2016, más de 1,2 millones de jóvenes en Colombia en edad de trabajar (17,1%) se encontraban desocupados, un 1,3% más que el trimestre anterior. El dato corresponde al más reciente informe del Dane sobre Mercado Laboral de la Juventud, el cual establece las condiciones laborales de jóvenes entre 14 y 28 años.

Mientras la tasa de desempleo de los adultos ha experimentado importantes reducciones (pasó de 7,88% en 2008 a 5,27% en 2014), para los jóvenes las cifras se duplican y concuerdan con las estadísticas mundiales.

La Organización Internacional del Trabajo estima que hay 75 millones jóvenes entre 15 y 24 años de edad en busca de trabajo en todo el mundo. Unos 26 millones de estos no asisten a ningún plantel educativo, ni cuentan con empleo; los llamados ninis, un fenómeno que afecta a una de cada cinco personas de esta población en América Latina.

¿Qué diferencia la participación laboral entre jóvenes y adultos en la economía? Simón Patiño, economista de la Universidad del Norte, analizó la relación entre los mercados laborales de adultos y jóvenes para el Atlántico. Encontró que los jóvenes entre 14 y 28 años solo poseen un 29,6% de probabilidad de pasar del desempleo al nivel asalariado, mientras los adultos tienen una probabilidad 35,19%.

Además, la tasa de permanencia en el desempleo juvenil supera la de la población adulta, lo que quiere decir que las personas jóvenes padecen más del desempleo de larga duración.

Mercado laboral. De acuerdo con el estudio de Patiño, al comparar las tasas de transición entre jóvenes y adultos se puede concluir que los primeros poseen menores probabilidades de permanecer empleados.

Para Paola Roldán, profesora del IEEC de Uninorte, los jóvenes cuentan con menos experiencia que trabajadores adultos con la misma formación, por lo que probablemente los empleadores los consideren menos productivos y eso los hace menos atractivos en el mercado laboral.

En esta línea, la investigación de Patiño sugiere que los jóvenes poseen mayor riesgo de perder sus empleos sea asalariado o no asalariado, registrando tasas de salida hacia el desempleo del 21,23% y 8,14% respectivamente, frente a las experimentadas por la población adulta (7,50% y 2,47%).
“Lo cierto es que los jóvenes presentan las peores condiciones laborales en el mercado laboral; exhiben tasas de desempleo más altas, una participación laboral sustancialmente menor y a su vez altos índices de informalidad”, comenta Patiño.

Mujeres, las más afectadas. Las mujeres jóvenes que no poseen nivel educativo es la población más afectada en el mercado laboral en el Área Metropolitana de Barranquilla. Perciben las mayores probabilidades de perder sus empleos asalariados.

Si las jóvenes son jefas de hogar y no poseen pareja o cónyuge, se incrementa su vulnerabilidad, pues suelen ser poco selectivas con los puestos de trabajo.

Según el Banco Mundial, las mujeres representan dos tercios de la población ninis de América Latina. Los factores de riesgo más importantes son el matrimonio precoz y el embarazo adolescente.

El desempleo juvenil. Colombia, desde los años 80, atraviesa por etapa demográfica donde su mayor población es joven y en edad productiva; por cada persona mayor de 64 años hay cuatro jóvenes entre 14 y 28 años, según el Dane. Así que existen riesgos asociados a la inactividad en esta población.

El primer riesgo está asociado con la pérdida de productividad. En Europa, por ejemplo, se estima que las pérdidas económicas totales por el desempleo juvenil fueron equivalentes al 1,2% del PIB en 2011.

“Las trayectorias laborales están estrechamente relacionadas al primer empleo, si los jóvenes no encuentran oportunidades laborales se cansan de buscar en el mercado formal y tendrán que acceder a empleos de inferior calidad. Un mal primer empleo puede significar una trayectoria laboral con menores posibilidades a futuro”, explica Roldán.

Por otra parte, el fenómeno contribuye a la delincuencia, las adicciones y la desintegración social, especialmente en algunos países. El Banco Mundial revela que en México, entre 2008 y 2013, cuando se triplicaron las tasas de homicidios, también aumentó significativamente la cantidad de ninis.

“Hay una serie de importantes implicaciones sociales relacionados con la exclusión, incluida la predisposición a un comportamiento antisocial, incluyendo la delincuencia juvenil y el malestar social”, comenta el BM.

Empleo de calidad

El camino más común para el desempleo juvenil es la deserción escolar para empezar a trabajar en el sistema informal y, posteriormente, la falta de posibilidad de encontrar algo formal por falta de formación. Ante esto, las principales soluciones tienen que estar enmarcadas en impedir el abandono escolar y generar empleo adecuado para esta población. Según Paola Roldán, cada situación es distinta. “Algunos jóvenes requieren recibir formación para el trabajo, otros ayuda en la búsqueda de empleo, otros reentrenamiento o actualización de sus habilidades. Programas como el servicio público de empleo, talentos para el empleo y 40 mil primeros empleos están enfocados en tratar de resolver estas necesidades. Sin embargo, hace falta divulgación”, comenta.
 

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