Dos motines sucesivos en la cárcel distrital El Bosque, ocurridos el domingo y lunes pasados, volvieron a poner sobre el tapete la grave situación existente en el interior del centro penitenciario.

El director de la cárcel, José Gordillo, presentó ayer su dimisión, tras 11 años en el cargo, tras reconocer de manera implícita que el problema se le había salido de las manos. En declaraciones a los medios  afirmó que la cárcel es de “mínima seguridad”, custodiada por una empresa privada de seguridad y sin la preparación suficiente para controlar las estructuras criminales que pugnan por hacerse con el control del centro.

Pero ese escenario que describe Gordillo no es nuevo, por más que solo ahora haya tomado la determinación de dimitir. A comienzos de diciembre pasado, EL HERALDO publicó un amplio reportaje titulado elocuentemente ‘La cárcel de El Bosque: cuando el delito se mueve entre rejas’, en que se describía las redes de corrupción en el interior del penal. La situación llegaba hasta el punto de que los internos requisaban a los guardas de seguridad.

La cárcel distrital fue diseñada para 226  reclusos y con la finalidad de servir como prisión preventiva para casos de delitos menores. Sin embargo, como sucede con la inmensa mayoría de la red penitenciaria del país, el número de internos se ha desbordado, hasta el punto de que en diciembre ascendía a 387. Y lo que es peor, a la cárcel están llegando, con autorización judicial, personas acusadas de homicidios y otros delitos graves, lo que ha desviado al centro de lo que fue su concepción original.

El hecho es que en el complejo se han conformado auténticas mafias que controlan la vida cotidiana de los internos y que, de tanto en tanto, entablan violentas batallas entre ellas por expandir su dominio. El enfrentamiento más reciente dejó 14 heridos y puso en evidencia la cantidad de armas corto punzantes que tenían los reclusos a su disposición.

El Distrito, del que depende administrativamente la cárcel, debió haber actuado desde hace tiempo para frenar el caos en el centro de reclusión. Pero, como reza el proverbio, más vale tarde que nunca, y cabe esperar que, tras la salida del director Gordillo, consiga que se imponga la autoridad en El Bosque.

 Tal como avanzamos en nuestra edición de hoy, la idea es colocar al frente de la cárcel a un ex oficial de Policía con experiencia acreditada y de la máxima confianza del alcalde Char. Su misión no será sencilla, porque las bandas que operan en el interior del centro se acostumbraron a imponer la ley de la selva. Mucha autoridad y capacidad de gestión serán necesarias para poner esa caótica casa en orden.