Solo cabe el repudio
Buscar explicaciones de tiente histórico, económico o social a una masacre como la de Mánchester es entrar en un juego macabro que solo beneficia a los terroristas. Contra estos solo cabe el repudio unánime de los demócratas.
El terrorismo yihadista ha vuelto a golpear a Europa. Esta vez, el objetivo del ataque fue el estadio Mánchester Arena, en Inglaterra, donde más de 20.000 personas, en su inmensa mayoría adolescentes, asistían a un concierto de la cantante estadounidense Ariana Grande.
Un terrorista suicida, según han podido establecer las investigaciones policiales, hizo estallar un potente explosivo en medio de la multitud y con su acción criminal dejó 22 muertos y medio centenar de heridos.
El presunto autor del atentado es, según todos los indicios, un joven de 21 años nacido en Mánchester, hijo de refugiados libios que llegaron a Reino Unido huyendo de las dificultades en su país.
El Estado Islámico, organización que ha reemplazado a Al Qaeda como la mayor amenaza para la seguridad mundial, ha reivindicado con celeridad la matanza. Un nuevo trofeo para quienes, arropados en delirantes invocaciones religiosas, no entienden más lenguaje que la violencia para conseguir sus siniestros propósitos.
En momentos como este, lo que deben hacer los demócratas del mundo es enviar un mensaje unánime de firmeza a los terroristas. Decirles que, por mucho daño que ocasionen, no van a conseguir su objetivo de doblegar a las sociedades que tienen por enemigas. Dejarles claro que ni sus ideas ni sus métodos tienen cabida en nuestra civilización.
Ya habrá quienes afirmen que el terrorismo islamista es una reacción lógica frente a la opresión a que el mundo musulmán se ha visto sometido por Occidente. Este argumento es fácilmente desmontable. Estamos convencidos de que la inmensa mayoría de los musulmanes, como el resto de la humanidad, anhela vivir con tranquilidad, disfrutar de sus familias y sus amigos, y mantener a distancia las tentaciones extremistas.
El terrorismo es cosa de una minoría que, habitualmente, cuenta con buenas fuentes de financiación para su actividad criminal. Numerosos expertos sostienen que algunos ‘mecenas’ muy generosos del terror se encuentran en estados árabes supuestamente aliados de Occidente, por lo que no estaría de más hablar seriamente con esos ‘amigos’ para que abandonen sus dobleces.
El malestar de una sociedad puede, por supuesto, tener causas; pero ello no implica de ningún modo que el terrorismo –entendido como el uso indiscriminado de la violencia para coaccionar a sociedades o gobiernos– tenga justificación.
Buscar explicaciones de tintes históricos, económicos o sociales a una masacre como la de Mánchester es entrar en un juego macabro que solo contribuye a dar alas a los terroristas. Lo único que cabe en esta hora es expresar solidaridad con las víctimas y sus familias, y decir a los violentos que los demócratas los repudian.
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