Racionalizar y reciclar
Los efectos nocivos de la contaminación plástica han aumentando la ocurrencia de enfermedades humanas como cardiopatías y cáncer. Eso sin contar con los riesgos que corren aves y especies marinas.
Cuando se inventó el plástico, a comienzos del siglo XX, el mundo pareció encontrar el material ideal: barato, fácil de producir y con aplicaciones casi infinitas.
El problema vino después, cuando la ciencia comenzó a descubrir que las bondades de este milagroso material no justificaban el enorme riesgo que su uso indiscriminado supone para la salud del planeta.
Los efectos nocivos de la contaminación plástica han aumentando la ocurrencia de enfermedades humanas como cardiopatías, cáncer y otras que son autoinmunes. Eso sin contar con los riesgos que corren aves y especies marinas.
En el mundo se producen aproximadamente 500 millones de toneladas de plástico cada año, la mayoría de ellas en productos de un solo uso, los que se conocen como desechables.
Dentro de 30 años, los desechos plásticos en la naturaleza alcanzarán las 12 mil millones de toneladas, lo que hace que el panorama luzca catastrófico si se tiene en cuenta que la gran mayoría de ellos proviene de artículos desechables, como botellas que tardan 1.000 años en degradarse, pitillos que se degradan en 200 y bolsas que lo hacen en 150 años.
El tema es complejo y su solución no se dará con dejar de producir y consumir plásticos de un momento a otro. No solo por las costumbres de uso y por la enorme versatilidad que hace la vida cotidiana más cómoda, sino porque la industria del plástico genera enormes recursos que dinamizan casi todas las economías del planeta.
Así que las palabras clave serán, al menos en los próximos años, minimizar, racionalizar y reciclar.
En Colombia, un país en el que cada persona consume un promedio de dos kilos de plástico cada mes, se hacen urgentes las medidas de contención, casi todas relacionadas con cambios de hábitos de todos los ciudadanos.
Si en verdad nos importa el futuro del planeta y la calidad de vida de las nuevas generaciones, debemos evitar las bolsas plásticas, preferir las botellas y envases retornables, no usar vasos ni platos plásticos, rechazar los pitillos, optar por los fósforos en lugar de los encendedores y, por supuesto, reciclar.
Tal vez nos incomodemos un poco limitando el consumo de plástico en nuestra vida cotidiana, pero es seguro que una nueva actitud contribuirá a que nuestro planeta no se muera antes de tiempo.
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