Con la decisión de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia de suspender sus acciones militares en esta temporada de fin de año, los colombianos podrán tener por primera vez en seis décadas unas fiestas decembrinas en paz. La determinación de este grupo armado, también conocido como el Clan del Golfo, se suma al cese de hostilidades con el Eln, firmado el 1 de octubre, y al acuerdo de paz con las Farc.

Esta es otra de las señales que el Clan del Golfo le envía al Gobierno para buscar una oportunidad de desmovilizarse mediante una salida negociada, pero los analistas opinan que es poco probable que el presidente Santos, a pocos meses de terminar su mandato, decida entablar un diálogo con un grupo que, a pesar de autodefinirse “político”, está orientado principalmente al narcotráfico y la extorsión.

Para las autoridades, esta es la organización criminal más poderosa del país tras la firma de la paz con las Farc, y controla el 45% de las rutas de salida de droga al exterior. Con presencia en 250 municipios, la mayoría de ellos en el Urabá antioqueño, Chocó y la Costa, la banda está al mando de alias ‘Otoniel’, un exmilitante de la guerrilla del Epl, que luego dio el salto a los paramilitares de los hermanos Castaño, y tras la desmovilización de estos grupos se unió con alias ‘Don Mario’ para la formación de la estructura que después sería conocida como el Clan del Golfo.

Para acentuar su supuesto carácter “político” en el marco del conflicto colombiano, el grupo ilegal hizo un llamado a través de su web a la guerrilla del Eln y a las disidencias de las Farc para que respeten su decisión de cese al fuego, se sumen a ella y eviten cualquier confrontación.

“A partir de esta Navidad, en donde los corazones se llenan de esperanza por un país mejor, los colombianos merecemos la oportunidad por primera vez en la historia de vivir en adelante sin la zozobra del conflicto armado, mientras este se resuelve definitivamente. Que las familias se integren alrededor del regocijo de la natividad”, se lee en el comunicado sobre el cese unilateral de hostilidades, que no tiene fecha de duración.

Que un grupo que ha sembrado el terror en casi la mitad del territorio colombiano y que tiene el control de las rutas del narcotráfico mande señales de querer someterse a la justicia, no debe descartarse de plano aunque despierte desconfianza. Todas las opciones tienen que ser analizadas en beneficio de las comunidades afectadas por el accionar de esta banda y en pro de la denominada “paz total”. Sin embargo, la obligación del Estado es combatir a esta organización si decide continuar con el envío de droga al exterior así anuncie la suspensión de sus acciones militares.