Los jóvenes tienen la palabra en las urnas
Colombia da hoy un paso más en su evolución democrática. Jóvenes de 14 a 28 años elegirán a sus representantes en los Consejos de Juventud, un inédito mecanismo de participación que les permitirá incidir directamente en el diseño de políticas públicas a su favor. Su voto es decisivo.
Por primera vez en la historia de Colombia, los jóvenes de 14 a 28 años acuden hoy a las urnas para ser elegidos o elegir a sus representantes a los Consejos de Juventud. Es justo reconocer el alcance de tan significativo ejercicio democrático que abrirá un nuevo espacio de participación ciudadana para debatir, de manera exclusiva, las demandas de este importante sector de la población, integrado por más de 12 millones de compatriotas, que ha expresado de distintas maneras, sobre todo durante las recientes movilizaciones sociales, su preocupación e incluso hartazgo por la incertidumbre con la que encara su futuro, como resultado de la ausencia de oportunidades educativas y laborales.
La elección de 11.136 representantes que se celebra este domingo era una de las muchas deudas pendientes de la institucionalidad con los jóvenes. Los Consejos de Juventud, en sus distintas instancias: desde lo local hasta el nacional, contribuirán no solo a fortalecer la democracia, afianzar el surgimiento de nuevos liderazgos y otorgar representatividad a los jóvenes convirtiéndolos en actores políticos, sino que además les asegurarán herramientas para ser tenidos en cuenta en el diseño de su destino. O lo que es lo mismo, en la construcción de un proyecto de vida digno que garantice el goce efectivo de sus derechos.
La participación, ojalá masiva, de los jóvenes electores será determinante para dar aún más legitimidad a la participación e interlocución de sus futuros delegados con las administraciones. De hecho, uno de los retos más relevantes de los Consejos de Juventud pasa por concertar las políticas públicas, programas o planes orientados a dar respuesta -con un verdadero sentido diferencial- a las necesidades de este grupo poblacional sometido a intolerables brechas generacionales en su acceso a empleo digno, educación de calidad, derecho a la vivienda u obtención de beneficios del sistema de seguridad social.
A lo anterior, se suma, que desde este mecanismo de participación ciudadana que no gobierna ni ejerce poder político, los consejeros podrán vigilar y controlar el manejo de los recursos públicos en sus territorios. Un asunto relevante si se tiene en cuenta que la corrupción, y no podría ser de otra manera, aparece como una de las conductas que más condenan los jóvenes en la actual clase dirigente.
Otro aspecto esencial de los comicios, para los que se inscribieron 41 mil jóvenes en cerca de 7 mil 900 listas por movimientos significativos de ciudadanos, partidos políticos, sectores sociales u organizaciones juveniles, es su enfoque de género. El 49,7 % de los aspirantes -20.736- son mujeres. Algo realmente notable que marca un trascendental precedente en el inequitativo escenario de la política colombiana. Porque esta inédita elección pasará a la historia como el primer proceso electoral con paridad total en el país. Consentir una cosa distinta no debería ser justificado de ninguna manera, a futuro. Dando cumplimiento al Estatuto de ciudadanía juvenil se ofrece una lección valiosa sobre cómo vincular a las mujeres en la toma de decisiones políticas para garantizar el verdadero sentido a la democracia.
Más allá de los beneficios, que no son pocos, para estimular su participación, los jóvenes deben saber que tienen en sus manos una oportunidad real para reconducir su destino. Ahora que pueden pronunciarse en las urnas, de elegir a sus representantes, para que aceleren las transformaciones económicas, sociales, culturales y políticas que tanto han reclamado en las calles o en otros espacios, no sería coherente renunciar a hacerlo.
Muchos jóvenes desconocen, desestiman o no son conscientes de lo que hoy está en juego. Quienes sí lo tienen claro, vale la pena que los convoquen a sumarse a la jornada: solo hace falta acercarse con la tarjeta de identidad o la cédula a una de las casi 20 mil mesas habilitadas para votar. El camino democrático es el único posible para promover los cambios que exigen en su legítima búsqueda de progreso. Ustedes, jóvenes, tienen la palabra, no deberían permitir que nadie más hable en su nombre.
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