Las elecciones del Parlamento Europeo, con más de 400 millones de votantes, son de suma trascendencia, ya que el organismo multinacional carga sobre sus espaldas la responsabilidad de preservar la Unión Europea.
Terminaron las votaciones para elegir al nuevo Parlamento Europeo, cuyas primeras estimaciones dan como vencedor a la centroderecha, representada por el Partido Popular Europeo (PPE). Los sondeos a pie de urna también proyectan a Socialistas y Demócratas (S&D) como la segunda fuerza más votada.
Estos resultados no oficiales corresponden con las predicciones generales, pero constituyen un factor de preocupación, ya que los escaños de estos partidos, que son los que garantizan la unidad europea, han disminuido, mientras que las fuerzas euroescépticas han logrado consolidarse, logrando cerca de un 25% de las curules.
Los observadores concuerdan en que este será un período de inestabilidad, ya que ninguno de los partidos será mayoría absoluta, lo cual impedirá un margen razonable de maniobra sin acudir a acuerdos entre la centroderecha, los socialistas, los liberales y los verdes, con el componente adicional de que los fortalecidos partidos nacionalistas y de ultraderecha reclamarán su participación en las grandes decisiones.
Estas elecciones –las más grandes del planeta, con más de 400 millones de votantes potenciales– son de suma trascendencia, ya que el organismo multinacional carga sobre sus espaldas la responsabilidad de preservar una de las más grandes conquistas políticas y económicas de la historia: la Unión Europea.
El proyecto comunitario, que luego de 60 años parecía intocable, está amenazada por una creciente tendencia ideológica que propende por el regreso a la seguridad de viejo concepto de nación como alternativa para enfrentar algunas de las más recientes crisis mundiales.
Lo cierto es que, a pesar de los errores, Europa ha sido un punto central de desarrollo, justicia y ausencia de conflictos, además de una garantía de equilibrio frente al ascenso de potencias como China e India, además del todopoderoso Estados Unidos.
De más está decir que las posturas filosóficas sobre las que se sostiene la unidad del continente viejo, y las acciones derivadas de esas bases fundacionales, han tenido consecuencias directas en los asuntos de los países emergentes, entre ellos los de América Latina. En Colombia, por ejemplo, la apuesta europea por la paz y las decisiones de apoyar con una cooperación económica robusta y sostenida las apuestas de Colombia en esa materia, han sido determinantes para lograr los acuerdos que terminaron con el conflicto armado y para comenzar a implementar los puntos fundamentales de dichos acuerdos.
Nuestros países deben seguir de cerca el proceso que se inicia en esta nueva legislatura europea, no solo porque la preservación de la unión continental de Europa le conviene al mundo, sino también porque nos conviene a nosotros mismos.
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