Qatar, ¿el antimundial?
La controversia viene de mucho antes, desde la elección misma de Qatar como sede de la Fifa para el evento. Fueron varios los que se opusieron, precisamente, por todo lo que hay detrás de lo que de voces para adentro se quiere proyectar como un Estado moderno y transformador.
Lejos de ser el evento que promueve la integración cultural, que alivia las tensiones políticas y en el que convergen todo tipo de visiones, planteamientos y voces, Qatar 2022 se ha transformado en lo que muchos ahora califican como un “antimundial”. Ha dado claro ejemplo de que la fiesta del fútbol puede convertirse también en motivo de división, pero sobre todo de fuertes cuestionamientos hacia el Gobierno catarí y gran parte de los estados árabes desde de la comunidad internacional, que ya empieza a mostrar unidad frente a temas tan sensibles como la esclavitud moderna, el racismo, los derechos de la mujer y la protección de las comunidades LGBTIQ+.
La controversia viene de mucho antes, desde la elección misma de Qatar como sede de la Fifa para el evento. Fueron varios los que se opusieron, precisamente por todo lo que hay detrás de lo que de voces para adentro se quiere proyectar como un Estado moderno y transformador, pero para afuera continúa siendo una monarquía absoluta liderada por una misma familia (Al Thani) desde mediados del siglo XIX, y regida por la ley islámica, con estrictas y polémicas leyes que dan cárcel a las relaciones entre personas del mismo sexo, o a las extramatrimoniales, entre otros muchos ejemplos.
Así mismo, el “pequeño gigante”, como se le conoce al país que hoy en día tiene la tercera reserva de gas natural más importante del mundo, ha sido construido con la mano de obra de millones de migrantes que han dado su trabajo para erigir impresionantes infraestructuras, estadios y edificios a la vanguardia, pero muchos de ellos –se habla de más de 6 mil– han fallecido bajo las condiciones más precarias, algo que no se puede tapar con lujos.
Ante estos repudiables hechos, la bola de nieve de la protesta se ha ido intensificando, desde la negativa de cantantes como Dua Lipa, Rod Stewart y Chanel Terreno a presentarse en los escenarios del mundial, hasta la decisión de importantes marcas de autodenominarse “antipatrocinadoras” del evento, entre esas la icónica cerveza escocesa Brewdog, con un polémico cartel que reza: “Primero Rusia, después Qatar. Estamos deseando Corea del Norte”.
En el marco de los partidos, tanto jugadores como hinchas han venido sentando también su oposición. Una de las protestas más simbólicas ha sido tal vez la de los jugadores de la selección de Alemania, quienes se taparon la boca con la mano en la foto previa al inicio del partido ante Japón. La decisión se tomó en reclamo a la organización del torneo, que exigió a los equipos abstenerse de portar el brazalete arcoíris con el que se identifican las causas LGBTIQ+.
Por su parte, la selección de Irán decidió no cantar el himno de su país, esto en apoyo a las protestas que sacuden a la república islámica desde el asesinato de la joven Mahsa Amini, acto que fue censurado incluso de la televisión nacional catarí e iraní cuando los organizadores notaron el silencio de los jugadores en el campo de juego. En septiembre, la joven de 22 años fue detenida y maltratada hasta la muerte por la “policía de la moral” por no llevar adecuadamente el velo e irrespetar el código de vestimenta.
Pero ninguno de los equipos ha estado solo, en las estadios se han visto olas de carteles portados por mujeres con letreros como “Mujeres, vida, Libertad”, con significados diversos como la oposición al código de vestimenta que el gobierno catarí expidió, o a hinchas utilizando el vetado brazalete de “One Love”, en apoyo a las comunidades LGBTIQ+, que la Fifa decidió reemplazar por uno que dice: “No a la discriminación”.
Que no nos extrañe que en las poco más de 3 semanas que le restan al mundial para su cierre, se sigan presentando manifestaciones de diferentes voces que no están dispuestas a ceder ante la discriminación, el absolutismo y la injusticia, y que sentarán el precedente para lo que será recordado más como un espacio de protesta que de fútbol.
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