El Editorial | Por la vida y el ambiente
Un llamado al Gobierno nacional y a todos los actores que vulneran la vida y el ambiente en nuestro país para tomar conciencia, generar preocupación social y sensibilización con el tema.
Acabaron para los animales silvestres los oasis efímeros en los que se habían convertido las ciudades del mundo durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19. Ahora que se están reiniciando las actividades productivas, el tráfico y por supuesto, el ruido, muchas de estas especies desaparecieron, huyendo de su mayor depredador, el hombre, para refugiarse en recónditos lugares. Ha sido un tiempo único y transitorio, que dio un respiro a la naturaleza, pero no marcó un cambio significativo en las tendencias globales de degradación medioambiental, más allá de una reducción temporal en los índices de contaminación con mejoras en la calidad del aire y el agua. El renovado esplendor de las playas, repletas de hermosísimas postales de vida animal, confirmó la inesperada tregua que han tenido estos ecosistemas costeros del Caribe colombiano.
Sin embargo, no todo ha resultado positivo durante el aislamiento. La Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible reveló que la deforestación, durante los primeros cien días del año, arrasó con 75.000 hectáreas de bosque en la Amazonia colombiana en zonas de resguardos indígenas, reservas forestales y parques nacionales. Donde antes había frondosos árboles, hoy se observan lotes y fincas con cabezas de ganado, cultivos y vías ilegales. La frontera agrícola, sin ningún escrúpulo y sin ningún control, se expande en Guaviare, Meta, Caquetá y Amazonas, entre otros departamentos, donde los guardaparques fueron obligados a salir por presuntos actores armados ilegales, dejando desprotegidas amplísimas zonas de los Parques Nacionales Naturales.
Además, como advierte el Foro Nacional Ambiental (FNA), en este tiempo de la COVID-19, han continuado los ataques contra todas las formas de vida en distintas zonas del territorio nacional, entre ellos, amenazas y homicidios de líderes sociales y ambientales, como el del defensor de derechos humanos, Alejandro Llinás Suárez, asesinado por bandas criminales en la Sierra Nevada de Santa Marta en abril. En la Sierra, como denunció EL HERALDO, recogiendo los testimonios de los pueblos indígenas, se están desarrollando, además, proyectos mineros y turísticos, que no cuentan con aprobación de la autoridad ambiental ni mucho menos con el de estas comunidades étnicas que no han sido consultadas.
La deforestación y las quemas no solo se han venido registrando en la Amazonia. En la Ciénaga Grande de Santa Marta han sido reiterativos los incendios en zonas de muy difícil acceso que quedan gravemente afectadas. El Foro Nacional Ambiental también alerta sobre hechos de violencia y minería ilegal en Chocó, Cauca y en la Serranía de San Lucas, donde se están presentado, en estos meses, hurtos, amenazas y asesinatos de la población. Una tormenta perfecta porque son estas mismas regiones de altísima biodiversidad, Leticia, Puerto Nariño, Tumaco, Puebloviejo o Ituango, entre otras, las que presentan hoy altas tasas de contagio y letalidad entre sus habitantes, la gran mayoría de ellos, personas de extrema vulnerabilidad que no han podido cumplir, debido a esa condición, las medidas del confinamiento.
Colombia, que se debate en medio de esta crisis sanitaria y sus dramáticos efectos económicos y sociales, alberga por primera vez las celebraciones globales del Día Mundial del Medio Ambiente, que se conmemora hoy, y en el que se destacan como temas centrales la biodiversidad y la naturaleza. Siendo, sin duda, uno de los países más megadiversos del planeta, esta es una oportunidad excepcional para redefinir la relación entre la sociedad y la naturaleza, apostando por un modelo distinto, más inteligente, responsable y sostenible, en el que sea prioridad el bienestar humano y la preservación e integridad de los ecosistemas, y en el que se garantice el respeto de los derechos humanos. Un llamado al Gobierno nacional y a todos los actores que vulneran la vida y el ambiente en nuestro país para tomar conciencia, generar preocupación social y sensibilización que coadyuven a propiciar cambios de comportamiento en esta época en la que se está frente a una nueva realidad.
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