Editorial

Ómicron se expande, conviene actuar

En una carrera contrarreloj se ha convertido el análisis de la inquietante variante ómicron, que continúa propagándose en el mundo. Cerrar fronteras u ordenar cuarentenas generalizadas no parecen medidas efectivas. Se necesita más controles, actuar con prudencia y acelerar la vacunación.

Saber si la nueva variante de preocupación ómicron, como se ha contemplado hasta ahora, es mucho más transmisible que sus antecesoras y, sobre todo, si resiste a la eficacia de las vacunas, podría demorar aún de una a tres semanas. Parece mucho tiempo teniendo en cuenta la velocidad con la que se está expandiendo; sin embargo, resulta imperativo que los epidemiólogos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) evalúen la evidencia científica disponible, para determinar de manera concluyente cuáles son sus características biológicas particulares. El resto es especulación.

Ante lo inquietante de la situación, que indudablemente exige cautela, además de una respuesta integral, se necesitan certidumbres para detener la avalancha de desinformación o estigmatizaciones desatadas por la aparición de ómicron. Una de ellas, el ‘apartheid sanitario’ al que se está sometiendo a Sudáfrica, donde se identificó el linaje, aunque conviene indicar que no necesariamente allí habría tenido su origen. Los análisis científicos se encargarán de aclararlo. 

Entretanto, el cierre de fronteras impuesto a los viajeros procedentes de ese territorio, para evitar la propagación de ómicron, ordenado por un grupo de naciones, en especial europeas, no será sostenible por mucho tiempo. Principalmente porque la variante circula ya en cerca de 40 países, y lo hace -en algunos casos- desde antes de que las mismas autoridades sanitarias de Sudáfrica lanzaran la voz de alerta. Castigar a esa nación, e incluso a todo el continente africano, como está sucediendo, es un error. No solo porque profundizará sus históricas desigualdades, sino porque se envía un mensaje desalentador a los países para que, en vez de hacer lo correcto advirtiendo a tiempo sobre la aparición de nuevas mutaciones, decidan guardar silencio.

Contener a ómicron, delta, mu u otras de las variantes del Sars-Cov2 demanda a título personal y colectivo el cumplimiento de las mismas medidas de detección y prevención implementadas desde el primer momento de la pandemia: uso de tapaboca, distanciamiento social y lavado de manos. Lo que ha cambiado radicalmente en el último año, gracias al extraordinario avance de la ciencia, es que ahora tenemos acceso a las vacunas en contra del virus. Por eso, la mejor forma de estar preparados ante la posible expansión de ómicron, hasta que la evidencia científica establezca otra cosa, es vacunarse.

En el caso de Colombia, cabe recordar que el Instituto Nacional de Salud (INS) no descarta que ómicron circule ya entre nosotros. No es de extrañar que así sea teniendo en cuenta los recientes casos confirmados en Brasil y México, además de Estados Unidos y Canadá, países con los que mantenemos una estrecha relación. Podría decirse que es cuestión de tiempo para que la nueva variante, considerando sus numerosas mutaciones, se masifique. Y además, lo haga mucho más rápido que delta, la extendida variante global que actualmente provoca millones de nuevos contagios en Europa debido a la pandemia de no vacunados.

Vale la pena insistir, por tanto, en la vacunación, la herramienta más efectiva para enfrentar la amenaza del impredecible virus, al que no se termina de controlar de la manera adecuada. Justamente, porque la desigual atención de la pandemia e inmunización en países, en particular los más pobres, abre profundas grietas por las que se cuelan las nuevas variantes surgidas del laberintico comportamiento del virus que no se eliminará como por arte de magia. Creerlo así no solo es ingenuo, sino irresponsable.

Ralentizar la expansión de ómicron es tarea de todos. Por un lado, conviene que las autoridades sanitarias refuercen la vigilancia para detectar y secuenciar, en lo posible, los casos sospechosos. Y por el otro, durante esta época de tanta interacción social, corresponde a los ciudadanos aumentar –por prudencia- sus medidas preventivas, mientras que los no vacunados, quienes aún no completan su esquema o están en mora de recibir sus refuerzos no deberían postergar por más tiempo su visita a los puntos de inmunización. Cada día cuenta en esta incesante lucha, en la que queda claro que  durante 2022 también deberemos mantenernos a salvo de la enfermedad.

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