El Editorial | Los jóvenes del Atlántico nos necesitan
Garantizar salidas concertadas a los problemas estructurales de acceso a educación y empleo que afectan a la población de 18 a 28 años, con especial énfasis a las mujeres, contribuirá a mejorar sus condiciones de vida.
La pandemia asestó un duro golpe a las expectativas de los jóvenes en el Atlántico, que desde antes las tenían bastante reducidas. Si como sociedad no establecemos nuevas rutas que les ofrezcan posibilidades de futuro viable, en particular a los más vulnerables o excluidos, no será posible lograr su integración ni tampoco asegurar progreso económico y social para el conjunto del departamento. Es un asunto de justicia que nos compete a todos.
Garantizar salidas concertadas a los problemas estructurales de acceso a educación y empleo que afectan a la población de 18 a 28 años, con especial énfasis a las mujeres, contribuirá a mejorar sus condiciones de vida, ciertamente deterioradas por las consecuencias de la emergencia sanitaria. En forma paralela, enfrentar las desigualdades sociales, aceptando derechos y deberes de todos, y obrando con reciprocidad frente a los compromisos de los unos hacia los otros, permitirá contener los crecientes sentimientos de desconfianza, abandono y desesperanza que hacen mella en una generación que se niega a ser etiquetada como ‘perdida’.
Ni confinada para siempre ni en cuarentena permanente. La juventud de Barranquilla y los municipios del área metropolitana, que antes de la irrupción de la covid-19 registraba una tasa de desocupación del 15 % –en junio de 2021 era del 21 %–, demanda opciones para demostrar su potencial. El complejo retrato de su situación revela que de los más de 230 mil jóvenes del Atlántico en edad económica activa, además de los desocupados, 30 mil ni estudian ni trabajan. Indudablemente, esta asfixiante realidad convoca a acciones inmediatas en el camino de revertir una bomba social que arrastra un potencial desestabilizador incalculable. Bien lo expresó Manuel Fernández, presidente de la Cámara de Comercio de Barranquilla, al señalar que los distintos sectores del departamento deben “diseñar una estrategia que permita emplear adecuadamente ese factor productivo subutilizado”. No hay tiempo que perder.
‘Atlántico para los Jóvenes’, programa de la Gobernación –liderado por Elsa Noguera– propone una hoja de ruta con soluciones concentradas en las más acuciantes necesidades de esta población. Es lo más parecido a un nuevo contrato social basado en trabajo, educación, vivienda y emprendimiento que conectará propuestas de distintos actores, públicos y privados, en torno a un mismo propósito: evitar que la actual crisis siga deteniendo el ascensor social, e incluso quebrando la vida de los más frágiles. En términos laborales, las empresas vinculadas ofertarán contratos de empleo formal por mínimo seis meses, a través de una plataforma en línea. La oferta académica, sujeta a la vocación de cada municipio y requerimientos del sector productivo, otorgará becas, subsidios y estímulos por excelencia. A quienes generen ingresos se les acompañará para acceder a vivienda propia en condiciones realmente favorables; y en el caso de los emprendedores contarán con respaldo para la formalización o fortalecimiento de sus proyectos.
Ciertamente hay espacio para el optimismo. Pero necesitamos muchas más iniciativas compartidas, y especialmente ajustadas a las necesidades de los jóvenes, para continuar ampliando –de manera progresiva– la actual oferta pública y privada dirigida a cerrar brechas de aprendizaje, disminuir tasa de desempleo, fortalecer capital humano de acuerdo con las apuestas del mercado y asegurar el derecho de los jóvenes a tener un hogar propio. Con el respaldo decidido y entusiasta de aliados clave –gremios, empresarios, la academia y demás agentes sociales–, la Gobernación del Atlántico sienta las bases de una nueva forma de relacionamiento con los jóvenes del departamento, a partir del diseño de propuestas de futuro para esta generación. Sumar esfuerzos para superar la larga lista de escollos que limitan su perspectiva personal y laboral, poniéndolos en el centro de la discusión, escuchándolos y haciéndolos parte de ella, es acertado. Mucho hemos insistido en no dejar a nadie atrás en la descomunal tarea de recuperación poscovid. Pues bien, que no sea solo el momento para reconstruir, sino para crear una sociedad de oportunidades, realmente inclusiva con sus jóvenes.
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