La recuperación económica pospandemia de América Latina y el Caribe, la región más desigual del mundo, centra desde hoy las discusiones de la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) desde Barranquilla. Un asunto que no da espera teniendo en cuenta la enorme afectación causada por las inéditas crisis sanitaria, económica y social que han disparado los niveles de pobreza en la región, con 22 millones de nuevos pobres, en 2020, elevando a 209 millones el número de personas en esta condición, de las cuales 78 millones se encuentran en situación de pobreza extrema, 8 millones más que en 2019.

Alarmantes, pero fehacientes datos que se desprenden de un informe reciente de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). El BID dará a conocer los resultados de su propia evaluación macroeconómica anual que se anticipa catastrófica ratificando la extrema vulnerabilidad que hoy afrontan millones de personas de las clases menos favorecidas que han quedado expuestas a una reducción dramática de opciones laborales o restricción de actividades productivas, así como de posibilidades para acceder a servicios sanitarios o educativos debido a la falta de recursos y herramientas para adaptarse a la digitalización del trabajo y de las instituciones educativas.

Esta demoledora realidad socioeconómica con efectos a muy largo plazo plantea enormes desafíos al equipo directivo del BID, encabezado por su presidente, Mauricio Claver-Carone, quien en reiteradas ocasiones ha advertido acerca del “desproporcionado impacto de la covid-19” en América Latina y el Caribe, donde el virus sigue cobrando vidas, especialmente en Brasil, actual epicentro global de la pandemia con cerca de 280 mil fallecidos, mientras que la vacunación avanza a un ritmo absolutamente dispar, con Chile a la cabeza, tras 80 días de inmunización, y en el otro extremo Honduras y Guatemala con muy pocas dosis administradas; por no hablar de Haití o Cuba, donde aún no ha empezado la vacunación.

El embate de la pandemia provocó un enorme daño a la cohesión social de la población históricamente frágil y excluida, como los migrantes, comunidades étnicas, habitantes de zonas rurales, jóvenes, y especialmente mujeres. Urge abordar discusiones en las que se apuntalen las bases de una recuperación sostenible en el tiempo, centrada en las necesidades más apremiantes de estos grupos, que además de empleo de calidad y generación de ingresos demandan mayor inclusión económica, bienestar social y reconocimiento de su diversidad e identidad.

Tras el desmoronamiento de las economías de América Latina y el Caribe se necesitan recursos adicionales para garantizar crecimiento con equidad, mientras se enfrentan otros desafíos impostergables como la adaptación climática y el fenómeno migratorio. El BID, principal financiador del desarrollo regional, apuesta por un aumento de capital para fortalecer su capacidad de préstamo, tema central de la Asamblea Anual de Gobernadores que se llevará a cabo a puerta cerrada el próximo fin de semana, y en el que Colombia jugará un papel clave al asumir su Presidencia para el periodo 2021-2022. Será una discusión larga y decisiva para llegar a un consenso que redunde en beneficio de la región.

Frenar el progresivo deterioro de las condiciones socioeconómicas de millones de ciudadanos, cada vez más precarizados por los indeseables efectos de la pandemia, debe ser el espíritu que inspire las sesiones de este inédito encuentro virtual en el que gobiernos de 48 países miembros, dirigentes económicos de la región, así como representantes de instituciones financieras internacionales, con el acompañamiento del BID, tendrán una ocasión excepcional para trazar caminos que permitan encauzar un futuro próspero y sostenible con oportunidades para todos, en el que sea posible superar esta etapa desafiante marcada por necesidades sociales y complejas situaciones fiscales que exigirán reformas profundas. Que a nadie le quepa la menor duda.