Editorial

El Editorial | Hecha la ley, hecha la trampa

Los ciudadanos le siguen haciendo el quite a las medidas como el ‘pico y cédula’, la ley seca y el toque de queda, que apuntan a salvar vidas. Más difícil de entender, imposible. 

En Barranquilla la Patrulla Covid no da abasto. Tampoco la Policía para dar cumplimiento al toque de queda y la ley seca, decretados en la ciudad como parte de la estrategia del Distrito para controlar, durante este crucial mes de junio, la proliferación del contagio de coronavirus, que sigue sumando nuevos casos en todo el departamento, especialmente en su capital y en los municipios del área metropolitana. Pero hecha la ley, hecha la trampa, y los ciudadanos le siguen haciendo el quite a estas medidas que apuntan a salvar vidas. Más difícil de entender, imposible.

Cuidado, que nadie se equivoque. No se pretende cuestionar la situación límite del vendedor de aguacate o peto, cuyos pregones, que se escuchan a diario en las calles de la ciudad, ya son parte de la historia del teletrabajo durante la pandemia. Tremenda resulta la lucha diaria por la supervivencia de estos trabajadores informales, que no están contemplados en ninguna excepción de los decretos presidenciales, que las élites intentan ‘camuflar’ a su favor para satisfacer sus necesidades. Los protagonistas del rebusque que sí o sí deben salir a diario, a pleno sol o en medio del más torrencial aguacero, desafían el virus porque no tienen más elección. Sus opciones, en esta crisis que los abate, son tan reducidas como los niveles de responsabilidad social y compromiso ciudadano de quienes pudiendo tener un comportamiento ejemplar, o al menos consecuente con el momento, renuncian a hacerlo.

En pleno toque de queda, el ‘pum pum’ de varios equipos de sonido en el barrio El Valle, en el suroccidente de Barranquilla, se amplificó hasta el amanecer; mientras que en Las Nieves, en el suroriente de la ciudad, ciudadanos insultaron a policías y hasta amenazaron con quemarles la moto, luego de que los uniformados los conminaran a ingresar a sus casas. La Patrulla Covid ‘apagó’ cerca de 20 fiestas por esos lares. En el norte, más de lo mismo, con actividades sociales en conjuntos cerrados, como si no estuviera pasando nada y fuera imprescindible, casi vital, celebrar el grado de unos chiquillos de preescolar o de unos jóvenes, que tienen toda la vida por delante para graduarse una y mil veces. Como si se tratara de una hazaña, en tiempos de la peor emergencia sanitaria de la historia reciente, estos asaltos al sentido común terminan viralizándose en redes sociales y sus protagonistas vanagloriándose de su efímero momento.

En una ciudad donde el sistema de salud está cada vez más presionado, la incoherencia es tan o más veloz que la tasa de contagio del virus, que sigue cobrando la vida de personas de todas las condiciones socioeconómicas, causa gran pesar la pérdida de cada vida y también debe doler cada nuevo ataque a la misión médica. Estas agresiones no pueden seguir siendo la respuesta de algunas personas que, rotas de dolor frente a diagnósticos de COVID-19 o inmersas bajo otras circunstancias, alicoradas y violentas arremeten contra los profesionales de la salud, como ocurrió, en las últimas horas en la Clínica Bonnadona Prevenir y en el Camino Bosque de María.

¡Esto tiene que parar! Barranquilla tiene que rodear a Barranquilla. ¿Cuál es la ciudad que queremos que prevalezca: la de la irresponsabilidad individual y colectiva que se rebela contra toda lógica de autocuidado en esta emergencia sanitaria, la que se ensaña contra el personal de salud que está poniéndole el pecho a la pandemia, aun a costa de su propia seguridad, o la de una comunidad resiliente, sensata y consciente que es capaz de cambiar el devenir de este inmenso desafío que está poniendo a prueba a todos por igual? Basta ya de tantas mentiras, engaños y cadenas infames, que se replican con más interés y amplitud en las redes sociales que las recomendaciones para prevenir el virus o los llamados de los profesionales de la salud para que dejen de agredirlos. En la repartición de culpas cuesta inmensamente que cada persona asuma las que le tocan. Tirar la piedra y esconder la mano, la estrategia de los cobardes. 

La confusión está a la orden del día en este momento extremadamente complejo, donde el virus sigue ganándole terreno a la cordura y generando más incertidumbre, frustración y miedo entre ciudadanos exhaustos que, por el exigente y demandante aislamiento, pierden el buen juicio. Hay muchos que hasta aplauden y celebran el caos, pero ¿usted de qué lado cree que va a estar cuando la crisis pase? Dejar de ser parte del problema y comprometerse con la solución. Menos consejos erráticos, más compromiso y verdad. Las actitudes responsables y coherentes son las que cuentan.
 

 

Ahora disponible en: Spotify
Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp

Más Editoriales

El Heraldo
Editorial

PAE a cuentagotas

Justo cuando comienza el cuarto mes del año en curso y dos meses después del inicio del calendario académico, de los siete departamentos de la región Caribe tres no han comenzado aún a ejecutar el Programa de Alimentación Escolar al que est

Leer
El Heraldo
Editorial

Inflación sin control

La decisión de la Junta Directiva del Banco de la República de subir las tasas de interés al 5 %, en un nuevo intento para contener la galopante inflación en el país, podría quedarse corta o ser insuficiente ante el alza de los precios que,

Leer
Ver más Editoriales
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.